Política nacional

¡Venezuela, Venezuela, Venezuela!

Ronald Pais

El momento en que escribo esta nota es el día anterior a aquel en que habrá elecciones presidenciales en Venezuela. A diferencia de lo que ocurre en los regímenes democráticos, esta elección no es entre diferentes candidatos sino entre la libertad y la tiranía. Tal vez como nunca antes, el pueblo venezolano sufriente que aún vive en aquel país y el pueblo venezolano que ha debido emigrar buscando huir de la dictadura chavista y madurista, abrigan una gran esperanza en que se produzca un anhelado cambio de régimen.

En mi caso, y a mi pesar, soy bastante escéptico en cuanto a que eso efectivamente ocurra.

Los dictadores se aferran al poder y, en el caso de Maduro, no ha vacilado en aplicar una represión salvaje de muerte, prisión, tortura y persecución de todos aquellos que son percibidos como opositores.

Han llegado al colmo de crear delitos para castigar a ¡aquellos que den alojamiento o comida a los candidatos opositores!

No está solo el tirano, sino que, a su alrededor altas autoridades militares y civiles han constituido una mafia intrincada con el narcotráfico que, obviamente, no quiere desprenderse de sus privilegios.

A nadie la caben dudas de que, de poder realizarse unas elecciones limpias y sin irregularidades, el resultado del pronunciamiento de los venezolanos sería de una derrota aplastante para Maduro.

Eso no sólo lo percibe el mundo, sino que también lo hace la dictadura y no creo que esté dispuesta de apearse pacíficamente del poder.

Recurrirá entonces a los medios que le son propios: el fraude y la violencia.

Según los datos oficiales, más de 600 observadores electorales estarán presentes en el acto y algunas decenas de ellos serán internacionales.

No obstante, ya ha sido denunciado que, el régimen autoritario ha privilegiado a aquellos observadores provenientes de países que son afines a la dictadura, mientras que otros, propuestos por la oposición, han sido “desinvitados” o se les ha impuesto distintas restricciones o limitaciones para su labor.

El Centro Carter de los Estados Unidos, por ejemplo, ha manifestado que “La misión no llevará a cabo una evaluación exhaustiva de la votación, el recuento y la tabulación…” Por su parte, el Panel de Expertos Electorales de la ONU tiene instrucciones de solamente realizar “un informe independiente e interno” que dirigirá al Secretario General, Antonio Gutiérrez.

Se trata, como puede verse, de observadores con alcances muy limitados en su observación.

A diferencia de ellos, a otros invitados por el régimen no se les conoce tales restricciones, como es el caso de la CELAC, la Comunidad del Caribe (CARICOM), la Unión Africana y el Observatorio del Pensamiento Estratégico (OPEIR).

Obviamente, el grueso de los “observadores” son locales y de las organizaciones que ha elegido la dictadura.

A quién primero se ha “desinvitado” es nada menos que a la Unión Europea. El Consejo Nacional Electoral (chavista y obediente al régimen) la había invitado, pero poco después le retiró la invitación.

Ahora mismo, al momento de escribir esto, el dictador ha impedido la salida de un vuelo de COPA desde Panamá que transportaba a Venezuela ex presidentes y ex vicepresidentes de Bolivia, México, Costa Rica, Panamá y Colombia, invitados especialmente por la oposición. Esto ha motivado una condena y protesta enérgica del Gobierno de Panamá.    

Lo anterior, más los dichos recientes de Maduro de que si ganaba la oposición “iba a existir un baño de sangre”, está indicando que: a) Maduro no tiene intenciones de entregar el poder a pesar de que las encuestas están dando más de 25 puntos de diferencia en favor de la oposición. b) En el caso de un nuevo fraude, no le conviene que observadores internacionales imparciales y de prestigio estén presentes en Venezuela y comprueben lo sucedido. c) Si la máquina de la estafa electoral no pudiera prosperar y el pueblo intenta realizar una protesta electoral, la represión será salvaje.

Naturalmente, deseo de todo corazón estar equivocado, que la historia no sea la que espero y que cuando el presente número de OPINAR esté circulando, podamos estar festejando un cambio de gobierno en Venezuela que devuelva a ese sufrido pueblo la esperanza y la libertad.

Pero no puedo dejar de pensar que hasta que los mandos medios de las fuerzas armadas venezolanas no se rebelen y depongan al régimen, será muy difícil desplazarlo por vías pacíficas.

Digamos ahora, algo importante. Sin perjuicio del panorama venezolano, a mi juicio, este tema tiene una enorme trascendencia para nuestro país y no se le da la prioridad que necesita y merece.

Digo esto porque la situación de ese país, emplaza, interpela y cuestiona la credibilidad democrática del Frente Amplio. El asunto no es menor.

No se ha logrado que ese conglomerado político siquiera vote en el Parlamento una declaración condenando a la dictadura venezolana,

Ya es ampliamente conocida la genuflexa posición del PIT CNT, habiendo concurrido Marcelo Abdala y Ernesto Etchepare a apoyar a Maduro en un acto público en aquel país, llamándolo “Compañero Presidente” y agregando después: “Un honor para nosotros estar aquí. Venimos como PIT-CNT invitados por nuestros hermanos de la Central Bolivariana de Trabajadores de Venezuela…” “Y en Uruguay, en nuestra patria de Artigas, el movimiento obrero y el pueblo es solidario, cariñoso, amigo de la Revolución Bolivariana. No hay ninguna vacilación en este sentido”.

No es necesario hacer comentarios. Todo dicho.

Por su parte, el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira dijo que “Según lo que entiendo y me han dicho del proceso electoral venezolano es un proceso que podría considerarse transparente, es decir, tienen un proceso sumamente claro”.

Y el actual candidato a la Presidencia por el Frente Amplio, Yamandú Orsi en una de sus acostumbradas declaraciones cantinflescas justificó – basado en que si bien comparte el espíritu, no la redacción – no haber firmado una declaración signada por todos los otros candidatos a la Presidencia de la República, Alvaro Delgado (PN), Andrés Ojeda (PC), Guido Manini (CA) y Pablo Mieres (PI) donde se cuestionan las condiciones del acto electoral a celebrarse en Venezuela. Se explica que dichas condiciones “no garantizan un proceso democrático” y hace referencia a la existencia de “exilados, presos políticos, hostigamiento a la oposición y la inhabilitación de la principal candidata opositora, María Corina Machado”.

Seguramente el lector ya conoce mis anteriores cuestionamientos al presunto temperamento democrático del Frente Amplio. Para ser más claros, he afirmado que dicho conglomerado no sólo no da garantías democráticas sino que muchos de sus principales actores o son totalitarios o son cómplices o encubridores de los totalitarios.

El tema de las dictaduras de Venezuela y Cuba debe mantenerse en la agenda política. Debe ser un tema de campaña. Insisto en ello. No se debe permitir que lo ignore en Frente Amplio y no se debe permitir que lo ignoren los medios ni las focas mamaderas de unos cuantos periodistas.

Esto golpea directamente a la línea de flotación de la credibilidad democrática del Frente Amplio y el votante lo debe tener muy claro, clarísimo.

Finalmente, me permito transcribir aquí, expresiones muy recientes de la Senadora Graciela Bianchi: “Hoy, a una semana de las elecciones, donde hemos escuchado al impresentable de Maduro decir las cosas que ha dicho y amenazar a su propio pueblo y al resto de América Latina, para mí se cruzó el Rubicón. Claramente, se cruzó el Rubicón. Ya no más hipocresía política. Quien no reconozca que Venezuela es una dictadura se tendrá que hacer cargo no solamente de lo que ya pasó en Venezuela, de lo que ya está pasando en Cuba, sino de lo que puede seguir pasando en el resto de América Latina, en Nicaragua y puedo seguir mencionando otros países, Y por supuesto de lo que vaya a pasar en nuestro país”.

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