Historia

Y ahí estaba la debilidad política del régimen

Jorge Nelson Chagas

Hacia principios de 1979 el gobierno reafirmó su voluntad de llevar adelante una apertura política parcial  y limitada. Por ello presentó un borrador de Estatuto de Partidos Políticos que excluía expresamente a los  que tuvieran vinculaciones con organizaciones extranjeras. En términos simples: los partidos marxistas no tendrían cabida en el nuevo sistema político.

La cuestión principal que en el transcurso de aquel año la actividad política continuaba prohibida y los dirigentes proscriptos. Se daba la incongruencia que  Jorge Pacheco Areco se desempeñaba como embajador pero seguía proscripto. Da la impresión que los militares temían el  respaldo electoral de Pacheco, al punto que no le permitieron retornar al país para asistir al velorio de su madre. Algo que – según me han relatado varios pachequistas – le dolió mucho.

Los militares habían ingresado, por voluntad propia, a un laberinto. Expresaban querer renovar a los partidos políticos pero, al prohibirles toda la actividad, les bloqueaba cualquier proceso de recambio.  Su persistente desconfianza hacia la clase política en forma genérica, no les permitió identificar los matices que existían.  Entiendo – y puedo estar equivocado- que los pachequistas, en realidad, no avalaban el golpe de Estado sino que lo entendían inevitable y aceptaban las reglas de juego de la dictadura, pero sin renegar de la democracia. No es casual que  Craviotto en una carta que le envió  a Pacheco, le cuenta que en los materiales que ha elaborado para Secundaria (era profesor de Educación Moral y Cívica) mantenía los conceptos de “democracia”, “partidos políticos” y “sufragio”.  Se podrá argumentar legítimamente que la línea entre aceptar las reglas de juego dictatoriales y el colaboracionismo liso y llano, es muy delgada.  Es posible. 

Pero, por otro lado, el batllismo quincista si bien era claramente opositor al régimen, su estrategia siempre tendió a una salida pacífica y acordada. El régimen carecía, aparentemente, de personas con finas antenas capaces de tender puentes que hicieran más fluida la transición. Por cierto, no bastaba con un acuerdo con el Partido Colorado. ¿Cómo acordar con Wilson Ferreira Aldunate? En 1979 esto parecía, sencillamente, imposible. Y es aquí cuando debemos volver al año 1976.

Es bueno recordar a los días en que Wilson todavía residia en Buenos Aires y estaba completamente informado de las conversaciones que había tenido Vegh Villegas con Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz.  En ese momento, parece muy posible que Wilson estuviera dispuesto a negociar y acordar una salida política al régimen. No digo que hubiese resultado – eso nunca se sabrá-   pero era mucho más factible que tres años más tarde. Wilson y su hijo Juan Raúl salvaron su vida por poco tras los crímenes de Zelmar y el “Toba”. A partir de ese momento Wilson emprendió la segunda etapa de su exilio en Europa convirtiéndose en un azote del régimen. Cuando se habla de radicalización del caudillo blanco generalmente se omite que la ocasionó.     

El régimen lo declaró fuera de la ley, lo acusó de subversivo y pidió su captura. Y con ello no sólo se ganó un enemigo temible sino que también dinamitó un puente. ¿Cómo podía elaborarse una salida sin la participación de la fracción mayoritaria del Partido Nacional? La respuesta a esta pregunta se daría años más tarde. Pero…¿los militares no advirtieron este problema?

Estoy convencido que sí. Lo que sucedió es que consideraron contar con un apoyo ciudadano a sus planes de cambio institucionales que atravesaba las fronteras partidarias.  O sea que podían colocarse por encima de las divisas.  Y bien, haré una afirmación polémica: es posible que existiera un apoyo moderado al régimen cívico-militar de una parte importante de ciudadanos colorados y blancos que, tal vez, abarcara pachequistas, quincistas, wilsonistas y herreristas.  Pero este apoyo no implicaba necesariamente que desearan una permanente tutela militar. Estaban relativamente  de acuerdo con el orden y la paz social, pero no querían renunciar a las libertades tradicionales del Uruguay liberal.

Estas sutilezas de la psiquis social- donde abundan los clarooscuros-  no podían ser comprendidas por la mentalidad militar donde las cosas son en blanco y negro.

Y ahí estaba la debilidad política del régimen

Compartir

Deja una respuesta