Historia

El san Martin de Perón y el Artigas de Luis Batlle

Jorge Nelson Chagas

(Aclaración pertinente: no es un juicio de valor sobre ninguno de los dos líderes. Sino un análisis de sus diferencias ideológicas para comprender mejor las características del sistema político argentino)

Una forma de diferenciar el populismo del republicanismo – o sea en este caso Perón y Luis Batlle  – es observar las diferencias de sus discursos con respecto a los héroes patrios de ambos líderes.

En el año 1950 Argentina y Uruguay conmemoraron respectivamente, el centenario de la muerte de sus máximos próceres. Fueron jornadas de reafirmación patriótica pero, al mismo tiempo, la evocación histórica sirvió para que ambos regímenes buscaran establecer una suerte de continuidad o bien, conexión, con las glorias de aquel pasado decimonónico.

 Perón no dudó en concebir el denominado Año del Libertador como una celebración a su régimen y a su propia persona.  San Martín había sido el Emancipador, Perón surgía como el Libertador; San Martín había sido el conductor militar, Perón era el conductor político: “El general se hace; el conductor nace – dirá Perón en Mendoza, en el marco de los actos sanmartinianos – El general es un técnico, el conductor es un artista”

Mucho más claramente, en el mismo acto, la Primera Dama Eva Perón dijo: “La historia ha retomado el viejo camino de San Martín, el viejo camino del pueblo… Hablo en nombre de las mujeres y de los trabajadores, e invoco la plenipotencia de esa representación para decir lo que ellos sienten; y ellos hoy sienten que Perón es el heredero directo de la misión del pueblo y el espíritu de San Martín. ¡Ellos sienten hoy que la misión de San Martín no se entiende si no se contempla desde la Argentina justa, libre y soberana de Perón!” 

La Argentina peronista se concebía como la continuidad del legado de San Martín que no había sido rescatado antes por nadie. “Este patriciado dejó una descendencia que no supo transformarse en héroes de la patria porque se transformó en una oligarquía miserable y mezquina que ha vendido al país, que ha engañado a su pueblo y hoy no puede condenar sus propios errores” , dirá Perón comparando su primera campaña presidencial con la gesta emancipadora de San Martín. La figura del prócer en la estrategia discursiva de Perón le permitió señalar y enfrentar a sus adversarios políticos en clave rupturista (oligarquía/pueblo). A su vez, al renegar de la “descendencia patricia”, o sea de los que habían gobernado la Argentina hasta ese momento, el peronismo asumía un rol tanto anti-status quo como fundacional. Al mismo tiempo, colocarse a la altura de San Martín le permitía a Perón alcanzar una dimensión casi mística, de superioridad moral, por encima de la política terrenal.

Luis Batlle, por su parte, tenía su visión sobre Artigas: “No es un caudillo que someta, ni violente, ni sienta emoción ni necesidad de imponer arbitrariamente su autoridad y en esas horas de tiniebla del derecho y del respeto a los hombres, provoca emoción descubrir la claridad de su pensamiento y la dignidad institucional que ya tiene para con sus ciudadanos”

El Artigas de Luis Batlle no es un caudillo “bárbaro” sino que, aun en aquella época oscura (“horas de tiniebla”), actuaba con un sentido de la institucionalidad republicana. Luis Batlle no se presentó como una reencarnación de Artigas y en su discurso se advierte una mesura con respecto a la recreación del legado de los próceres: “Es difícil, a veces, que los pueblos puedan actuar como los héroes a quienes se homenajea; por lo general el héroe es realidad y mito, por lo general el héroe se sublimiza, se idealiza, se purifica, porque los pueblos tienen necesidad de purificar y hacer realidades puras como la de Artigas”

En estos párrafos surge, por un lado, un intento de racionalización del culto con la separación de “realidad y mito” y, por otro lado, el legado del prócer no pertenece al líder o al caudillo sino que es asumido por todo el colectivo. Luis Batlle – a diferencia de Perón – no buscó apropiarse en forma exclusiva y excluyente de la figura del máximo héroe.

Mientras que el legado o la obra de San Martín, para el discurso peronista, había sido interrumpido y ahora era retomado por el conductor, el legado de Artigas en cuanto a fundador de la democracia de la cual “todos” (“ellos y nosotros”) disfrutaban, permanecía.

De ahí que las conmemoraciones en Uruguay en 1950 tuvieron un sesgo pluralista, que integró a gobierno y oposición en el culto a Artigas

Pero hay otras diferencias sustanciales entre Perón y Luis Batlle.

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