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Los antivacunas

Daniel Manduré

De todo como en botica.

Quiero ser diferente, llamar la atención, ser el centro de la discusión, tener mi minuto de fama…éstas parecen ser las motivaciones que mueven a una buena parte de los movimientos antivacunas, en ese  camino de alocada militancia negacionista.

Dentro de ese grupo, tan antiguo como la propia vacuna, hay de todo como en botica. Desde los que niegan la pandemia y hablan de un gran invento, hasta los que aseguran que todo es producto de una  conspiración global creada intencionalmente. Están los que hacen afirmaciones que rayan lo ridículo, hasta los que pintan situaciones caricaturescas y excéntricas. Los que hacen campaña antivacunas con cierto respeto y a los que los invade una agresividad, intolerancia y fanatismo   desbordante. Utilizando frases como «No a la dictadura sanitaria» hasta tratar de genocida a gobiernos y a los sectores científicos.

No dejan «titere con cabeza», en su aparente paso iluminado.

No cabe duda alguna que una de las medidas sanitarias de mayor beneficio a la humanidad han sido las vacunas. Previniendo enfermedades y amortiguando efectos de enfermedades  que desde el fondo mismo de la historia hicieron estragos en la humanidad.

Oponerse a ellas es tan viejo como las propias vacunas, hace más de 150 años en Inglaterra comenzaron los primeros grupos negacionistas. En aquel entonces hablaban de la maldición de las vacunas y hasta llegaron a quemar la efigie de aquel modesto médico rural a quien se le atribuyó el programa de prevención contra la viruela.

La historia muestra con claridad irrebatible la incidencia de las vacunas combatiendo cada una de las enfermedades que la humanidad atravesó.

El covid no es la excepción.

Negar el poder de las vacunas es negar a la ciencia, negar a un Jenner o a un Pasteur.

Hoenir Sarthou y la razón de la sinrazón

También hay otros negacionistas, entre los que se encuentra Hoenir Sarthou.

He leído y leo a Sarthou.

He coincidido con sus columnas periodísticas muchas veces y he discrepado con otras.

Lo se un librepensador y de un accionar tolerante. Un hombre abrazado al derecho. Donde la razón tiene un peso importante.

Por ello tal vez mi asombro frente a su militancia antivacunas, no porque adopte esa posición, que tiene todo el derecho a hacerlo, sino por la debilidad de sus argumentos. La flaqueza de sus dichos no son propios de su trayectoria.

El otro día lo escuchaba  en un medio televisivo relacionar los aumentos de los contagios y las muertes con la aparición de la vacuna.

Preguntado concretamente en dicho programa si el atribuía que el aumento de las muertes se debía a la vacuna  y respondió que el no afirmaba ni negaba nada, solo presentaba «hechos», agregó que el año pasado, sin la vacuna, murieron menos que este año con vacuna.

Sin tener en ningún momento en cuenta y menos aún mencionar la poca circulación del virus del año pasado con respecto a un virus fuertemente instalado de este año.

El sugerirlo e insinuarlo es más grave que afirmarlo.

Vincular un acontecimiento a otro y decir que uno es causa del otro, sin mencionar ninguna otra posibilidad, es lo que se conoce como falacia lógica. Detras de frases  que parecen elocuentes a simple vista pero que encubren y están encadenadas por argumentos falsos, falacias de la falsa causa.

Reivindico el poder profiláctico de las vacunas, de sus efectos preventivos y de amortiguar la gravedad de una futura infección.

Voy a seguir leyendo las columnas de Sarthou,

aunque en este caso debo decir con toda claridad que para mi está orinando afuera del tarro.

Reivindico su derecho a discrepar, a pensar diferente, porque ello enriquece los debates y nos ayuda a pensar.

El habla de derechos y libertades y coincido con eso.

Lo que Sarthou olvida en tiempos de pandemia es otro concepto importante, el de la solidaridad.

Porque gracias a la solidaridad de la amplia mayoría de uruguayos que se han vacunado, le van a permitir a Sarthou como a todos los negacionistas a continuar con su peligrosa campaña contra la vacuna. Esa vacuna que va a proteger a quien se vacune y a quien no lo haga. Esa solidaridad de los vacunados que no solo piensan en uno sino también en los otros.

Cuando Sarthou parece que solo pensara en el.

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