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Gua y ajo: el progreso fatal de la piqueta

Ricardo J. Lombardo

Hace un siglo, Ramón Collazo y Víctor Soliño creaban “Adiós mi barrio”, una nostálgica canción que  evocaba tristemente al viejo Barrio Sur que había desaparecido, para dar lugar a la construcción de la rambla sur.

“La piqueta fatal del progreso

Arrancó mil recuerdos queridos

Y parece que el mar en un rezo

Demostrara también su emoción”

Decía Soliño en la letra.

Más allá de esta hermosa canción, más recientemente actualizada por Los Olimareños, se trataba de una resignación frente a la necesidad que tenía el próspero y creciente Montevideo de  una vía rápida para descongestionar el acceso a la Ciudad Vieja y el Centro, ya por entonces con una actividad cada vez más febril.

Con el correr de las décadas, esa rambla se convirtió en un lugar fundamental para el ágil transcurso de un tránsito que se iba saturando en progresión geométrica por la acumulación de automóviles en la ciudad.

Basta ver la cantidad de vehículos que circulan por allí, fundamentalmente a las horas pico, para entender el valor de contar con esta vía rápida. Las grandes ciudades del mundo se desesperan por encontrar ese tipo de accesos. Construyen puentes, túneles,  viaductos o autopistas para conseguir lo que la Rambla Sur ha aportado a Montevideo por más de un siglo.

Pero ahora parece que todo se terminará y  se transformará debido a la alteración de los objetivos. Ahora avanza el progreso fatal de la piqueta. O sea se borrará todo lo bueno, por una solución de dudosa utilidad general.

Para extender la ciclovía, además de todas las modificaciones ya producidas en la avenida 18 de Julio, ahora la Intendencia de Montevideo está haciendo un zafarrancho. Parece no haber escarmentado con el desastre del corredor Garzón, que en lugar de organizar el tránsito en  una zona populosa, lo llenó de trabas y peligrosas complicaciones.

Ahora, las tres vías de circulación en cada sentido, además de la que en algunos lugares están destinados al estacionamiento de los vehículos, se verán reducidas a dos, para hacer lugar a un espacio  para la ida y vuelta los ciclistas. Además se agregarán tres semáforos y se bajará la velocidad admitida para circular.

Ergo, la Rambla Sur dejará de ser la vía rápida de entrada y salida hacia la Ciudad Vieja y el Centro.

¿En qué cabeza cabe semejante desatino?

La ciclovía podría perfectamente haberse hecho quitándole un espacio a la amplia acera que raramente queda saturada por los caminantes o corredores. O podría haberse recurrido a mil formas de encontrar espacio para quienes prefieren utilizar la bicicleta como medio de transporte, en lugar de destrozar lo existente, que era de gran utilidad.

Ya, en plenas obras,  se observan embotellamientos inusuales.

Pedir a la Intendencia que revise estas decisiones, es en vano dado el fundamentalismo que hace gala: en lugar de adaptarse a las necesidades de la gente, se trata de que la gente se adapte a sus descabelladas iniciativas

Parece que mientras no cambie la administración de Montevideo y siga el equipo de CC al frente, estaremos condenados a que arruinen las cosas bien hechas, con elucubraciones teóricas de burócratas desnorteados.

Por ahora, agua y ajo.

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