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Las futuras políticas educativas

Claudio Rama

El acercamiento a la terminación del ciclo de gestión gubernamental en sus líneas centrales y el inicio de la campaña electoral pone nuevamente a cero el cuenta kilómetro de las políticas públicas, y plantea nuevamente una reflexión sobre cuáles serán los ejes de las políticas educativas futuras y donde estarán los ejes del debate en lo educativo en la campaña electoral.

En los gobiernos, las políticas significativas se van concibiendo durante un largo periodo a la sombra de las críticas que se van formulando frente a las políticas en ejecución, así como ante las nuevas realidades que imponen nuevas miradas y acciones, y se formulan en los programas y los diversos, más allá de que se real instrumentación se da en ocasión de la constitución de los gobiernos.

Las actuales políticas que han marcado el accionar legislativo y ejecutivo de este gobierno, nacieron de los análisis y críticas que se formularon al gobierno anterior. La ausencia de acciones de transformación, los bloqueos y la parálisis ante la acción sindical e incluso la ausencia de políticas reales de solución a los problemas de deserción, abandono o calidad, se constituyeron en los ejes que condujeron a formular un conjunto de políticas correctivas y de superación. Estas se expresaron finalmente en la Ley de Urgente Consideración (LUC) en la cual se concentraron los ejes centrales del accionar del gobierno. Luego de su aprobación, la política educativa durante el resto del período de gobierno se centró en su instrumentación, temas presupuestales, algunos ajustes normativos menores en las leyes de Rendición de Cuenta y prácticamente no hubo ninguna nueva política importante en términos educativos. La LUC fijo la cancha, y más allá de muchas normas que cambiaron la Ley General de Educación del año 2009, el eje más importante fue una mayor valorización del MEC en algunos asuntos educativos, como por ejemplo las revalidas y la certificación universitaria de la formación docente, en tanto que en el CODICEN el eje fue una centralización de la gobernanza institucional y la formulación de políticas al suprimir los Consejos de Primaria, Formación Técnica y Secundaria y transformarlos en unidades descentralizadas personales. El resto siguió líneas trazadas de supervisión burocrática sobre lo privado, de avance de pertinencia por competencias, inversiones en cobertura y atención a sectores puntuales y un mayor gasto. En lo universitario no hubo ningún avance a destacar ni tampoco en la relación publico privado.

Más allá de la discusión revocatoria, este marco de política tuvo igual posteriormente un enfrentamiento sindical pero que finalmente se asociaba a las pérdidas de poder institucionales en los antiguos Consejos, pero que tuvieron una virulencia menor frente a las protestas de reforma de Rama, que careció de un marco de sustentación normativo y que además tuvo una dimensión superior de transformaciones. Por ello destaca que los ánimos de enfrentamiento respecto a las políticas educativas o incluso las propuestas de nuevas iniciativas sean limitadas y acotadas. Parecería que estamos frente a un agotamiento tanto del espíritu reformista como también de contra reformas. El precandidato con más chance de ser candidato, el Intendente Orsi, ha incluso minimizado  la reforma y se ha concentrado en la falta de participación de los docentes en las transformaciones. También el recién aprobado programa del FA apenas plantea críticas y propuestas de anular lo realizado y sus iniciativas son más banderas generales y el programa tiene un espíritu general similar a lo que se está haciendo. De hecho, sería difícil políticamente plantear derogar la LUC cuando esta fue aprobada en el Parlamento y ratificada por una votación popular, y cuando se carece de un proyecto coherente alternativo. En este escenario, las propuestas educativas estarán más centradas en los escenarios futuros que en las agendas del pasado más focalizadas en gobernanza, así como en los problemas existentes que la LUC y las políticas no hay encarado o no han podido resolver. Sin duda la agenda es amplia y persisten enormemente los problemas de deserción y baja titulación en la media y la superior, la baja formación docente y el estancamiento en términos de calidad. Pero también de temas futuros destacan como pendientes un sistema de aseguramiento de la calidad de la educación superior, el impulso a una mayor oferta pública y privada bajo modalidades virtuales que permita una mayor flexibilidad y libertad del derecho a la educación,  un ajuste de los programas a la nueva realidad del mercado de trabajo con un mayor protagonismo de sistemas de inteligencia artificial  y una descentralización y regionalización de la educación con un mayor empoderamiento del interior, que son finalmente los problemas educativos estructurales.

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