La nomenclatura: entre el homenaje, el manoseo y las posturas elitistas
Daniel Manduré
“Que le pasa a la izquierda que les encanta estar en el centro de la ciudad?, ¿Qué elitistas se han vuelto!” “Estamos todos locos”…de esta forma respondía el arquitecto Arana al ser consultado por la propuesta que desde las propias filas frenteamplistas se hacía para que una calle céntrica de Montevideo (Río Negro o Paraguay) llevara el nombre de Mario Benedetti.
Agregaba Arana, quien se opuso siempre al cambio de nombres en el nomenclátor, que como amigo de Benedetti y afiliados a un mismo sector político (Vertiente Artiguista) conocía muy bien el odio de este a los cambios de nombres. El propio Benedetti hubiera rechazado esta propuesta, terminaba diciendo Arana.
De igual forma, tampoco prosperò la iniciativa del ex Intendente Daniel Martìnez para que la histórica calle Andes al sur de 18 de Julio pase a llamarse Germàn Araùjo, ex senador frenteamplista y reconocido comunicador.
De esta manera y con este recordatorio pretendemos comenzar analizando la iniciativa de la Intendente Cosse relacionada con el cambio de nombres para seis calles céntricas de Montevideo. De acuerdo a la propuesta, calles como Magallanes, Minas, Gaboto, Río Negro en el tramo sur de 18 de Julio y la calle Policía Vieja dejarían paso a referentes de la cultura popular uruguaya. Ellos serían: Carlos Albin (Pirulo), Lágrima Rìos, Marta Gularte, Rosa Luna, Gloria Meneses y Virginia Brindis de Salas.
La opinión que podemos brindar, una más entre tantas, nada tiene que ver con la justicia de los nombres propuestos. Todos ellos, de una manera u otra, merecedores del reconocimiento popular. Representantes del carnaval, cantantes, coreógrafos, bailarinas, músicos, poetas, hasta integrantes de café concert y hasta de la troupe ateniense. Por ser representantes de nuestra cultura y luchadores por la igualdad y los derechos en momentos que no era fácil hacerlo. Eso no está en juego ni en discusión, por lo menos para mi. Pero creo que llegó el momento de frenar los cambios de nombres de las calles montevideanas o de cualquier otro lugar del país.
La nomenclatura de la ciudad aunque pueda parecerlo no es un tema menor, debería formar parte de una estrategia común cuando nos imaginamos la ciudad que queremos. Lo edilicio, lo ambiental, lo estructural y también su nomenclatura formando parte de un todo. Está incorporada a nuestra propia identidad. Forma parte de lo que somos como nación. La coherencia, el legado de un pueblo, su rica historia marcada a fuego en nuestra memoria. Para ello no es necesario cambiar nombres de calles, entreverar a la gente, crear más confusiones en la denominación de las que ya existen. ¿O acaso para reivindicar derechos, fortalecer igualdades y apostar a la diversidad es necesario estar presente en el centro de Montevideo?.
Es como dice Arana una iniciativa elitista la de Cosse, además de oportunista y demagógica (eso lo digo yo). Una propuesta para la tribuna, oportunista, populista y contradictoria, porque intentar reivindicar a referentes de la cultura popular en el centro de la ciudad tal vez no tenga tanto de popular como intenta esbozar la intendente.
Porque no elegir esas calles sin nombre (oficial 1 , calle b, pasaje c, senda 4) de las tantas que existen en Montevideo. Hay barrios nuevos, humildes, cuyas calles llevan el nombre de referentes de la música popular uruguaya (Zitarrosa, Carbajal, Santiago Chalar) no necesitaron estar en el centro para su reivindicación. Otros barrios con el nombre de árboles y plantas autóctonas, otros con animales y peces, que guardan cierto criterio, coherencia y uniformidad.
Cada vez que surge este tema, uno de los argumentos más fuertes es sostener y recordar cambios en el nombre de calles que se hicieron en el pasado. Ello no quiere decir que porque se hicieran en el pasado estuvieron bien y hay que continuar haciéndolo. En algún momento hay que poner punto final al cambalache y frenarlo.
Se le debe buscar en Montevideo para la reivindicación de éstos referentes calles o espacios públicos sin denominación, de los tantos que hay en la ciudad.
Al final Cosse lo que está logrando en esa carrera electoral desesperada, con propuestas como esta, más que homenajear y reivindicar personalidades es permitir que se manoseen la memoria de las personas involucradas y sobre todo de sus familias que hoy ven un debate acalorado y no siempre con la altura y el respeto debido.
Nunca me opuse a propuestas en la nomenclatura por razones ideológicas, filosóficas y menos aún de raza o elección sexual. Si me opongo, como me opuse, a propuestas reñidas con los valores democráticos y de libertad.
Nunca hubiera entregado por ejemplo la llave de nuestra ciudad al dictador y asesino Daniel Ortega. No es un mérito lo mío, ni merece reconocimiento alguno…pero creí necesario decirlo cuando vemos quienes se oponen al cambio de nombre pero que en realidad lo que ocultan es una oposición vedada a los nombres manejados. Lo mío no va por ahí.
Decía María Emilia Pérez Santarcieri, presidente de la Comisión asesora, que dicha comisión nunca fue consultada.
Seguramente porque ya conocían cual iba a ser la repuesta. Decía Santarcieri que varios de los nombres propuestos, a los que no se opone, ya habían sido planteados por esa comisión, pero que quedaron en la nada en los últimos gobiernos departamentales. También aclaraba y recordaba que por ejemplo ya existe una plaza con el nombre de Rosa Luna.
Creo que de todas las propuestas expresadas la única que debería prosperar en el lugar sugerido es el de la poeta de raza negra Virginia Brindis de Salas, porque el planteo de cambio es por una calle sin denominación concreta, calle 17 metros en Barrio Sur. Esta escritora y poeta afrodescendiente fue la primera mujer negra en publicar un libro en toda América Latina. Amiga de Juana de Ibarbourou y con reconocimientos a su obra de personalidades de la talla de la propia Gabriela Mistral.
Estoy a favor de los nombres, no de los lugares propuestos, salvo en el último caso que acabo de explicar.
Hacer campaña con la construcción de un Antel Arena triplicando su valor real, gastos excesivos en publicidad durante su gestión en el organismo de las telecomunicaciones, siendo la presidente que por lejos gastó en ese rubro. Ahora sale con una propuesta que la hace aparecer como propia y novedosa pero que ya Pérez Santarcieri se encargó de desmentir.
Cosse sabe muy bien que la última palabra la tiene la Junta Departamental, sería bueno que no use a los colectivos para su campaña.
De sus declaraciones da por hecho algo que no es tal.
Son necesarias mayorías especiales para su aprobación.