Invadir Gaza. O no.
Thomas L. Friedman (The New York Times)
Cuando la corresponsal del New York Times en Israel, Isabel Kershner, le pidió recientemente a un conductor de tanques del ejército israelí, Shai Levy, de 37 años, que describiera el propósito de la inminente invasión israelí a Gaza, dijo algo que realmente me llamó la atención: es “para restaurar el honor a Israel. Los ciudadanos confían en nosotros para derrotar a Hamás y eliminar la amenaza de Gaza de una vez por todas”. Eso atrajo mi atención porque, a lo largo de los años, he aprendido que cuatro de las palabras más peligrosas en el Medio Oriente son “de una vez por todas”.
Todos estos movimientos islamistas/yihadistas – los talibanes, Hamás, ISIS, Al Qaeda, la Jihad Islámica Palestina, Hezbolá, los hutíes – tienen profundas raíces culturales, sociales, religiosas y políticas en sus sociedades. Y todos ellos tienen acceso a un sinfín de hombres jóvenes humillados, muchos de los cuales nunca han tenido un trabajo, poder o una relación romántica: una combinación letal que los hace fáciles de movilizar para desencadenar el caos. Y es por eso que, hasta el día de hoy, ninguno de estos movimientos ha sido eliminado “de una vez por todas”. Es posible, sin embargo, aislarlos, disminuirlos, deslegitimarlos y decapitarlos, como lo ha hecho Estados Unidos con ISIS y Al Qaeda. Pero eso requiere paciencia, precisión, muchos aliados y alternativas que sean consideradas legitimas dentro de las sociedades de las que surgen estos jóvenes.
Por lo tanto, permítanme decir alto y claro lo que he estado diciendo en voz baja en mis últimas columnas: estoy con el presidente Biden cuando dijo en el programa “60 Minutos” que “volver a ocupar Gaza” sería un “gran error” para Israel.
Creo que una medida así podría convertir la humillante derrota táctica de Israel a manos de Hamás, con su barbarie inimaginable, en una crisis estratégica moral y militar a largo plazo, una que podría atrapar a Israel en Gaza, arrastrar a Estados Unidos a otra guerra en el Medio Oriente y socavar tres de los intereses de política exterior más importantes que Estados Unidos tiene en este momento: 1) ayudar a Ucrania a liberarse de Rusia para unirse a Occidente; 2) contener a China y 3) dar forma a un bloque proestadounidense que incluya a Egipto, a Israel, a los países árabes moderados y a Arabia Saudita, y así contrarrestar a Irán y luchar contra la amenaza global del Islam radical.
Si Israel entra en Gaza ahora, hará estallar los Acuerdos de Abraham, desestabilizará aún más a dos de los aliados más importantes de Estados Unidos (Egipto y Jordania) y hará imposible la normalización con Arabia Saudita, todos ellos enormes reveses estratégicos. También permitirá a Hamás incendiar realmente a Cisjordania y desencadenar una guerra civil entre colonos judíos y palestinos. En suma, favorecerá directamente la estrategia de Irán de succionar a Israel hacia un estiramiento de tipo imperialista, debilitando de esa manera a la democracia judía desde dentro.
El objetivo estratégico número uno de Irán con respecto a Israel siempre ha sido asegurarse de que Israel permanezca enredado en Cisjordania, que se vea arrastrado a volver a ocupar el sur del Líbano y, en sus sueños más febriles, que vuelva a ocupar Gaza. Un Israel así estaría tan debilitado moral, económica y militarmente que nunca podría amenazar al programa nuclear y a las ambiciones hegemónicas de Irán.
¿Qué debería hacer Israel entonces para garantizar que un ataque como el lanzado por Hamás nunca vuelva a ocurrir? Realmente no lo sé en este momento. Solo sé que sea cual sea la respuesta, no es movilizar a 360.000 reservistas israelíes traumatizados para lanzarse a una guerra urbana en uno de los lugares más densamente poblados del mundo. Esto aplastaría la economía israelí y su prestigio internacional.
Todos estos dilemas deben empujar al presidente Biden a agudizar su postura sobre la crisis.
Biden debe darse cuenta de que Benjamín Netanyahu no tiene la aptitud de gestionar esta guerra como un actor racional. Después de una derrota tan colosal, lo más poderoso y unificador que Netanyahu podría haber hecho era convocar nuevas elecciones israelíes en seis o nueve meses y anunciar que no se presentaría. Está terminando su carrera política y, por lo tanto, los israelíes pueden confiar en que cualquier decisión que tome sobre Gaza y Hamás ahora solo tendrá en cuenta el interés nacional israelí. No tendrá en cuenta su propio interés en permanecer fuera de la cárcel por cargos de corrupción – razón por la cual se aferra a los locos de derecha en su gobierno (que en realidad fantasean con que Israel vuelva a ocupar Gaza y reconstruya los asentamientos israelíes allí) – y podría perseguir una gran victoria militar a corto plazo que pueda entregar al electorado israelí como compensación por la debacle que acaba de suceder.
Como uno de los mejores escritores militares de Israel, Amos Harel de Haaretz escribió el viernes: “Hay una combinación inusual de personas en la cúspide de Israel. Por un lado, hay un primer ministro inepto, una figura casi shakesperiana que se enfrenta al peligro personal de una conclusión ignominiosa de una carrera discutiblemente brillante. Frente a él hay jefes militares que se sienten afectados y consumidos por sentimientos de culpa (…si tan solo Netanyahu se molestara en mostrar un poco de eso). No es la receta perfecta para tomar de decisiones de forma meditada”.
Si Israel anunciara hoy que por ahora ha decidido renunciar a invadir Gaza y que buscará más medios quirúrgicos para eliminar o capturar a los líderes de Hamás mientras intenta organizar un intercambio de los más de 150 rehenes israelíes y de otras nacionalidades que Hamás está reteniendo, no solo evitaría traumatizar aún más a su propia sociedad, así como a los civiles palestinos en Gaza, sino que también le daría a Israel y a sus aliados tiempo para pensar en cómo construir, junto con los palestinos, una alternativa legítima a Hamás.
Una medida así le daría a Israel mucho apoyo a nivel mundial y permitiría al mundo ver a Hamás como lo que es: el ISIS de los territorios palestinos.
“En el mundo actual, cualquier cosa que suceda en el campo de batalla se puede revertir en el ámbito de la información, por lo que la batalla del relato importa tanto como la batalla sobre el terreno”, dijo John Arquilla, profesor retirado de estrategia en la Escuela Naval de Postgrado. “Si Israel reacciona de forma exagerada en Gaza, agotará cualquier buen sentimiento residual existente hacia Israel, y esa es la gran apuesta de Hamás. Israel ha construido tanto, disfruta tanto y contribuye tanto al mundo, y tiene tanto más que aportar. Arriesgar todo eso en un acto de venganza o rabia que no alterará fundamentalmente sus dilemas estratégicos es excepcionalmente imprudente”.
Pero, como dije, si Israel aún decide que debe ingresar a Gaza para capturar y matar al liderazgo de Hamás, solo debe hacerlo si tiene disponible un liderazgo palestino legítimo para reemplazar a Hamás, para que Israel no se quede gobernando allí para siempre. Si esto llegara a ocurrir, todos los días en que el sol no brille en Gaza, el agua no fluya, la electricidad no funcione y el hambre o las enfermedades campeen, será culpa de todos los israelíes e incluso de todos los judíos del mundo. ¿Está Israel listo para soportar esa carga?
Si bien Biden tiene razón al apoyar a Israel, debe obtener respuestas claras de Netanyahu ahora, antes de que sea demasiado tarde: una vez que Israel derroque a Hamás, ¿quién gobernará Gaza? Si Israel tiene la intención de gobernar Gaza, ¿pagará por la reconstrucción de la infraestructura que está destruyendo? Y si no, ¿quién lo hará? ¿Durante cuánto tiempo tiene Israel la intención de permitir que la crisis humanitaria se desarrolle en el sur de Gaza? ¿Planea Israel construir asentamientos en Gaza? ¿Respetará Israel las fronteras de Gaza? ¿Tiene un plan para ayudar a reconstruir la Autoridad Palestina en Cisjordania?
La Autoridad Palestina de Cisjordania, bajo su presidente Mahmoud Abbas, es débil, corrupta y cada vez más ilegítima; no puede administrar Cisjordania, y mucho menos Gaza, que es lo que quería Netanyahu para poder decir siempre que no tenía ningún socio para la paz.
Pero esto no recae todo en Netanyahu. Gente, créanlo o no, los palestinos también tienen la posibilidad de actuar, y la corrupción que la Autoridad Palestina ha tolerado y el hecho de que Abbas haya desterrado al líder más eficaz que haya tenido jamás, el ex primer ministro Salam Fayyad, también es un factor fundamental, algo que todos los amigos de los palestinos deberían decir en voz alta y no solo culpar a Israel.
Pero dicho todo esto, y si quiere reemplazar a Hamás en Gaza, Israel tiene que repensar por completo cómo se relaciona con los palestinos en Cisjordania y, por lo tanto, con todo el movimiento de colonos. Si el movimiento de colonos continúa fijando los términos de lo que es permisible en la política israelí, se avecina otro desastre en Cisjordania.
¿Mi conclusión? Solo háganse esta pregunta: si Israel anunciara hoy que renuncia, por ahora, a una invasión total en Gaza, ¿quién se sentiría feliz, quién se sentiría aliviado y quién se sentiría molesto? Irán se sentiría totalmente frustrado, Hezbolá se sentiría decepcionado, Hamás se sentiría devastado, porque todo su plan de guerra habría quedado en la nada, y Vladimir Putin se sentiría abatido, porque Israel no estaría quemando municiones y armas que Estados Unidos necesita para Ucrania. Los colonos en Cisjordania estarían furiosos.
Mientras tanto, los padres de cada uno de los soldados israelíes y de cada uno de los rehenes israelíes se sentirían aliviados. Cada uno de los palestinos atrapados en el fuego cruzado en Gaza se sentiría aliviado, y cada uno de los amigos y aliados que Israel tiene en el mundo, comenzando con Joseph R. Biden, se sentirían aliviados. No tengo nada más que alegar.
Traducción: Daniel Rosenthal