Indicadores, estadísticas y gestión
Zósimo Nogueira
“Estrategia” define la manera de describir cómo se va a hacer la cosa. Es menos específico que un plan de acción. Es el procedimiento a través del cual se toman decisiones con la finalidad de cumplir un objetivo y alcanzar una o varias metas. Es el arte de dirigir las operaciones militares, su planificación, o el conjunto de reglas que buscan una decisión optima en cada momento. Son las acciones planificadas que ayudan a tomar decisiones y a conseguir los mejores resultados. Orientadas a alcanzar un objetivo. La “Valoración”, por su parte, ocurre cuando hay interés político de resaltar logros o errores habrá visiones encontradas y manipulaciones numéricas que tienen un valor diferente según del lado que se mire. Visto esto parece que, a nivel de la justicia penal, para elaborar y analizar esas estadísticas se debiera cursar una licenciatura de diseño en Facultad de Arquitectura. Y para según ese diseño, saber cómo procesar los indicadores a considerar. Es algo así como el uso de las matemáticas que varía según el contenido de las sumatorias.
Realizamos cálculos porcentuales acertados cuando decimos que de tantas denuncias de tal modalidad delictiva cuantas fueron judicializadas con condenas o sentencias, pero eso no es sinónimo de esclarecimiento
Ahora menos que antes; el sistema de juicios abreviados con sus regateos por falta de contundencia en las pruebas pone una sombra difícil de quitar.
Un claro ejemplo son en los juicios por tráfico, comercio o consumo de estupefacientes o los delitos contra la propiedad de rapiña y hurto, ¿Hubo violencia en las personas, o solo en las cosas? Como las estadísticas, muy manipulables. Manejables a conveniencia.
¿Con que comparamos, para qué periodo de tiempo?
Presentar estadísticas, es ni más ni menos que la especialización en la venta de un producto.
Actualmente: ¿a qué se apunta? A promover a la figura del Ministro o ensalzar las estrategias aplicadas y gestión de los mandos policiales. Son cosas diferentes.
Se ha unido en demasía la “Institución política Ministerio del Interior” con la “Institución Policía”.
Está claro que una condiciona a la otra, pero solo en el grado que el mando político lo determine.
Se implementaron en el país, como método para investigar delitos y asignar eventuales responsabilidades un sistema en demasía práctico, tecnificado, con poco o mucho pienso según los intereses de quien administra los recursos y medios probatorios.
Cámaras y ADN son las estrellas. La eterna lucha por protagonismo y los roles mal interpretados. Perito vs investigador.
Lo pericial es indiciario, la prueba requiere de darle sustento, de confirmaciones a lo pericial.
Vemos en el Dr. Martinelli compromiso con la misión asignada, el esfuerzo permanente para estar en el lugar y hora indicado.
Su juventud y estado físico le permite más que a sus predecesores ver con sus ojos la realidad. Sin restar protagonismo a los mandos policiales; más bien, los alienta.
El tiempo que lleva al frente del Ministerio del Interior aún es poco para elevarlo a la categoría de “mejor Ministro” como algunos dicen.
En las administraciones coloradas tuvimos Ministros de gran valía, Opertí, Hierro, Stirling.
Hierro luego de su pasaje por el Ministerio fue candidato y electo Vicepresidente y Stirling dejo el ministerio con el más alto grado de aceptación ciudadana; fue candidato a Presidente.
Ahí le fue muy mal, pero se salía de la peor crisis económica de la historia de nuestro país. Seguramente la performance del Ministro Martinelli es superior a sus colegas de esta administración y mucho más a la frenteamplista.
Lo felicito por esas apariciones en lugares de procedimientos y unidades policiales, sin despotismo, viendo aciertos y errores; necesidades, carencias y fortalezas etc.
Eso debe ser una constante de todos los mandos policiales respecto a sus subalternos. Responsabiliza, compromete y forma espíritu de cuerpo. Que su ejemplo sea tomado.
Sobre las Administraciones del Frente Amplio.
Se hizo mucho, pero se equivoco y tuvo malos resultados. Sobre intenciones es imposible saber. Solo de resultados.
Muchos de los cambios se hicieron para acompañar criterios y formatos del Norte, adecuar la actividad policial al gran cambio programado y ejecutado sobre el sistema procesal penal.
Hablaban de la nueva policía. Ya de inicio cambiaron el azul por el negro en la mayoría de los uniformes.
Habilitaron la sindicalización, aumentaron el sueldo y conquistaron a gran parte del personal, en especial al subalterno.
Disolvieron unidades emblemáticas de la policía y las seccionales pasaron a ser meras oficinas receptoras de denuncias, se crearon las nuevas zonas operacionales y el azul y la palabra policía perdieron visibilidad, ahí tenemos esas unidades disfrazadas de centros logísticos.
Se hizo una hábil purga de los mandos superiores promoviendo retiros so pena de pérdida de derechos en los haberes de retiro, con el argumento de vínculos con el periodo dictatorial en donde la policía solo fue un obsecuente miembro del sistema.
Estos malos resultados en materia de seguridad fueron determinantes para un cambio de gobierno en base a una serie de propuestas de posicionarse en el terreno, reducir los niveles de delito con eficacia del accionar policial.
Los homicidios, el crimen como medio de vida. La violencia.
Difiero con los resultados de ese enfoque dual que se pregona, comunión de ex presidiarios con quienes viven del delito. Que les pueden dar a cambio.
¿Absolución, consejos? No es una tarea sacerdotal, ni verificable ni confiable.
Se sustenta en una planificación a ejecutar en el terreno cuya verificación y resultado surge del relato de los protagonistas. Cuanto de cuenta musas y perogrullo no verificable.
Si hay una figura despreciable en el ámbito criminal es el soplón, el informante, batidor, el “buchón” y cuando alguien es perjudicado o simplemente sospecha de que ha sido objeto de una “buchoneada” el “sospechado” la pasa mal, en la calle, en la cárcel, donde sea.
Esa intermediación del interruptor está muy próxima; es más, habilita a jugar a dos puntas.
Lo que realmente tiene un alto margen de éxito es el trabajo con el liberado y con familias vulnerables afectadas por la prisión del proveedor.
Manejar como indicadores de inseguridad al número de homicidios, es relativo.
Lo real es el grado de violencia y la mayor o menor eficiencia del estado en la protección de derechos civiles. Sentirse seguro.
Hay homicidios múltiples y dentro del mismo evento delictivo, los hay intencionales, casuales o accidentales. Ultra-intención.
Hay balaceras y atentados fallidos sin muertes. Hay accidentes que no lo son, y hasta heridos y muertes para desviar la atención. Rapiñas y hurtos con muertes para confundir y ahuyentar sospechas. Se plantan ideas y se plantan pruebas.
Todas estas triquiñuelas del delincuente y de las pruebas sobre delitos están en el cotidiano y son favorecidas por el actual sistema procesal que cambio la suspicacia y sagacidad policial por pruebas de laboratorio o asientos electrónicos de imágenes, y sonidos.
El nuevo formato de colección y evaluación de pruebas eleva de categoría a lo que un buen investigador solo le da valor indiciario.
Un sistema haragán que incrimina con el mínimo de trabajo, aceptando confesiones sin las debidas comprobaciones, o acusando y condenando con pocos elementos.
El sospechoso encauzado marcha preso por juicio abreviado. Amenazas, regateos, acuerdo y el juez solo baja el martillo. “aprobado”
También debiera considerarse que cuando a un delincuente habitual se le prueban ciertos delitos oculto otros. Por ende hay autores de delitos no declarados que están presos.
Ciertamente que la inseguridad no es una sensación; pero el miedo, los cambios de hábitos y falta de credibilidad en el sistema, no denunciando por insatisfacción de la respuesta es reflejo de inseguridad.
Los números indican que estamos mejor, no se nota. Vayamos por más.