Política nacional

No puede haber duda

Julio María Sanguinetti

El próximo domingo se definirá la elección presidencial. Al día siguiente se cumplirán 40 años de aquella lejana jornada de 1984 en que la ciudadanía nos honró y nos responsabilizó a la vez con la transición hacia la democracia. Tiempo de muchas esperanzas, pero también muchas angustias y muchas preocupaciones. Hoy para nosotros, colorados y batllistas, se nos da de nuevamente el destino de votar un candidato blanco, consolidada como está la idea de una coalición republicana.

Hemos tenido con los nacionalistas muchas diferencias en la historia, la lejana y la cercana. Ellas se han ido zanjando, pero persisten sensibilidades distintas.

Nuestro internacionalismo, hasta nuestra concepción vallista del Estado, no es la histórica del nacionalismo, aunque este haya aceptado ahora la presencia de las empresas públicas. Nuestro legislamo republicano nos ha enfrentado también en tiempos cercanos, pero esas diferencias, hoy armonizadas, lo que importa son los puntos de contacto, lo que hacen que hoy Álvaro Delgado no es un candidato blanco. Es de origen blanco, pero lo votamos los colorados como candidato de la coalición.

¿Por qué? Porque la coalición representa, en primer lugar y fundamental, el republicanismo, la soberanía ciudadana. Esto no es una abstracción. El Frente Amplio es un partido político, sí, pero lo condiciona y hasta lo subordina una organización gremial, una estructura corporativa proclamadamente inspirada en ideas clasistas.

Esto llega al punto de que acaba de rechazarse su nefasto proyecto de seguridad social, 62% contra 38%, y esa misma noche, en una retorcida contorsión ideológica, se retorna al punto de partida. El compañero Abdala dice que, de algún modo, ahora hay que atender al 38%. En una palabra, 38% en la democracia del viejo comunista Abdala, a quien respeto como comunista, lo conozco, es un hombre serio, pero dogmático, es un religioso el comunismo.

Ahora, a él no lo votó nadie. Al eventual presidente del Frente sí lo votaría la gente, pero el que iba a mandar era el otro. La prueba está que hoy mismo, hoy mismo, hoy mismo, se vota 62% a 38% y ellos ahora dicen que el 38% vale más que el 62%.

Es increíble. La coalición también asume las reglas de la economía de mercado. Dentro de ellas, bueno, expresa la pandemia, expresa todo.

Hoy hay 100.000 empleos formales más que en el 2019. El salario real está un 2% por encima de lo que estaba en el 2019. El Frente entregó al gobierno con un 11% de desocupación.

¿Y qué le había pasado al Frente? En sus primeros 10 años se benefició de la mayor bonanza de precios internacionales de medio siglo, se lanzó aventuras disparatadas como el gas Sayago, perdió 800 millones acá, 200 allá, y cuando en el 2015 los valores internacionales volvieron a la normalidad, ya no hubo más respuesta. Las únicas inversiones que hubo fueron en las cosas que dejó el vallismo funcionando, las zonas francas y la forestación. Esa es la realidad.

Pero hablan de justicia social. Justicia social cuando entregaron con los resultados educativos peores de la historia, no lo digo yo. Danilo Astori lo decía, nunca hemos puesto más plata y nunca nos ha ido peor en los resultados.

Esta coalición emprendió una transformación educativa e hizo muchas cosas. Está a mitad de camino, hay que seguir, por supuesto, pero ahora dejar todo sin efecto como proponen, todo sin efecto y volver para atrás. Entonces estas son las cosas que están en juego.

La seguridad pública. Bueno, fue uno de los mayores desastres del Frente. No podemos olvidar cuando la figura mayor de la policía, el comandante mayor de la policía, dijo que íbamos camino al Salvador y que habíamos caído en la anomia, dijo, porque ya la ley no la cumple nadie.

La anomia de que la ley no se cumple. Bueno, ese equipo es el mismo que tiene el Frente hoy. Por eso mismo es que lo mismo que se les ocurre hoy a través es abrir las cárceles.

Ahora le llaman desprisionalización. Dicen que hay que desprisionalizar.

Bueno, es un trabalengua, pero lo que quiere decir es menos prisión, más libertad para los delincuentes. Bueno, todavía vuelven con esa monserga. Estas son razones muy fuertes.

Un colorado, un batllista no puede tener dudas. Alguien que votó a Ojeda no puede tener dudas. Porque somos eso. Somos republicanismo, somos ley, somos progreso. Nosotros no dudamos en condenar a una dictadura sea de derecha o de izquierda. Condenamos a Fidel y condenamos a Pinochet a la vez.

El Frente Amplio es al revés. Si la dictadura es más o menos de izquierda, bueno, ya no es mala. ¿Cuánto le ha costado reconocer que Venezuela es dictadura? Se atrevieron ahora a regañadientes a decirlo después de la farsa electoral y que el compañero Lula da Silva terminara acusado por Maduro de servir a la CIA.

No, no. Nosotros todavía creemos en el ciudadano. Todavía creemos que hay una reserva de razonabilidad del ciudadano uruguayo que lo va a llevar a eso.

No puede haber dudas. Un colorado no puede tener dudas. Un ciudadano demócrata tampoco.

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