Política nacional

Un nuevo tiempo

Guzmán A. Ifrán

La redacción de este artículo de OPINAR me encuentra en las postrimerías de la carrera hacia la primera magistratura del Uruguay, de la cual hoy desconozco los resultados finales. Sin perjuicio de lo cual ya tengo -como tenemos todos- información suficiente para realizar un balance del proceso que por estas horas llega a su corolario, tan significativo para el Uruguay y su gente. En ese marco hablaré de lo que me ha parecido- en términos generales- la campaña electoral de esta segunda vuelta, la performance de los candidatos, de los partidos que respectivamente los respaldan, así como de las proyecciones que hasta el momento han aventurado analistas y consultoras.

LA CAMPAÑA. La campaña en general ha sido chata, sin mayores movilizaciones por parte de las fuerzas políticas que acompañan a uno y otro candidato, aunque con distinciones y excepciones que abordaré una vez que me adentre en la caracterización conductual de cada una de ellas en particular. En términos de contenido ha sido una campaña pobre, muy pobre. Por parte del candidato de lo que se podría denominar “el cambio”, que es la posición de todo aquel que en su carácter de retador de la fuerza gobernante propone un camino político alternativo al vigente, en este caso Yamandú Orsi, se escucharon algunas medidas concretas a tomar en caso de ser electo Presidente de la República, es cierto. Pero como también es cierto que absolutamente ninguna de ellas despertó mayor entusiasmo o algarabía. Es decir que no hay expectativa por el cumplimiento de un horizonte de medidas que haya movilizado emocionalmente a nadie. Ejemplos como “aumentar en dos mil efectivos policiales las fuerzas de seguridad” sólo corroboran y refrendan lo antedicho. En el caso del candidato oficialista pero -a priori y paradójicamente retador- a juzgar por las encuestas, Álvaro Delgado, tampoco se escucharon propuestas disruptivas que exalten el sentir popular y lo movilice a votar. Creo que debería haberlo hecho. Igualmente, de su parte es más justificable, en tanto y en cuanto es el candidato que representa, ofrece y hasta ha vendido eficientemente la continuidad del gobierno actual. En lo referente a las instancias de debate, intercambios y comunicación con la gente ya sea en forma directa o algún formato periodístico mediante, la campaña también tuvo gusto a poco y no colmó las expectativas generales. Sí se vio un gran despliegue publicitario con fuerte financiamiento, primordialmente por parte de la campaña frenteamplista y en particular en las redes sociales, absolutamente coptadas por publicidades cortas de Yamandú Orsi anunciando medidas y llamando a votar.

LOS CANDIDATOS. Los candidatos tuvieron performances razonablemente aceptables. Ninguno se destempló como lo hiciera vergonzantemente el Ingeniero Daniel Martínez la campaña pasada, ni destrató periodistas, ni hizo propuestas demagógicas fuera de los márgenes que por consenso social siempre le perdonamos a todo ser humano que se encuentra en una campaña electoral. Considero que ambos fueron respetuosos entre sí y con la gente, hablaron con claridad y lograron mostrar un perfil acabado de sí mismos, que hizo de insumo suficiente para conocer -así sea a trazo de brocha gruesa- a quien estaremos votando este 24 de noviembre. Álvaro Delgado se mostró sólido y sensible, superando su desempeño de la primera vuelta. Yamandú Orsi sorprendió con una rapidez que pocos esperaban, a juzgar por su escasa participación pública en la campaña de octubre, y pienso que logró también revertir y con contundencia la caricaturización de su persona que algunos trasnochados procuraron infructuosamente instalar. Ninguno descollante. Los dos dignos y prolijos.

LOS PARTIDOS. Lógicamente el Partido Nacional traccionó con todos los medios a su alcance para darle visibilidad a la campaña oficialista y tener presencia en las calles. En el interior del país lo logró con mucho mayor efectividad que en Montevideo, por cierto. El Partido Colorado volvió a demostrar también por qué es -y por varios cuerpos, ya kilómetros- la segunda fuerza política de la Coalición Republicana. Se movilizó en todo el país, levantó en alto la bandera nacional pero, a diferencia de elecciones anteriores, también la Colorada. Demostración que en las bases aún permanece intacto el amor y respeto a la simbología que la dirigencia pretende cada vez más diluir en la de una Coalición Republicana que se presente como lema único en las elecciones nacionales del próximo período electoral. Probablemente, la burrada más grande en términos de análisis político y electoral que se pueda cometer. Pues la Coalición Republicana como proyecto político armonizador de diferentes compatibles (y no como lema fusionista normalizador de distintos) sólo votó lo que votó en octubre porque tenía cinco candidatos a Presidente que traccionaron votos por sí en representación de sensibilidades, perfiles y representaciones políticas variadas. No lo ven. Pero si cometen el error histórico lo harán, dejando así expuesto un razonamiento lineal y simplista que no resiste el menor análisis. Y su resultante será, para los promotores, probablemente la vergüenza política quizá más grande de sus carreras. El Frente Amplio muy lejos estuvo de las movilizaciones de las que su potencialidad es capaz. Se vieron mucho menos banderas de Otorgués en casas y autos que en campañas anteriores. Significativamente menos. ¿Será ello la sensación térmica de un resultado final que quizá nos sorprenda? Hoy no lo sé. Espero que sí.

LAS PROYECCIONES. Las proyecciones de votos de las distintas empresas consultoras no han tenido variaciones significativas en el último tramo de la campaña, pero si se analiza la tendencia en el escenario encuestado de ballotage, de un año a esta parte, el crecimiento sostenido de Delgado y la baja de Orsi es un dato evidente y objetivo, llegando, en este tramo final de la campaña, a un empate técnico. ¿Le habrá dado a Álvaro Delgado el tiempo para dar vuelta definitivamente la expectativa inicial y hacerse con la primera magistratura? Lo sabremos en muy poco. Lo cierto, es que al momento de escribir esta nota es una incógnita que convoca la ansiedad del autor, así como de gran parte del Uruguay, que encontrará a la próxima edición de OPINAR ya con nuevo Presidente. A quien le deseamos desde este espacio de reflexión democrática, y sea quien sea, el más sincero anhelo de éxitos en su gestión. Pues su suerte será la de todos, tal y como con todos es nuestro compromiso político desde la sensibilidad batllista más allá de las diferencias.

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