Política nacional

Carpintería y la divisa colorada

El 19 se setiembre se conmemoraron 189 años de la batalla ocurrida en las costas del arroyo Carpintería, cuando se enfrentaron los ejércitos de Manuel Oribe y Fructuoso Rivera. En ese momento surgieron las divisas: los oribistas lucieron la divisa blanca y los acaudillados por don Frutos, la colorada, cortada del forro de los ponchos (la celeste original desteñía y se confundía con la blanca). El nacimiento de la divisa colorada en este contexto se diferencia de la blanca que había sido creada por un decreto de Oribe del 10 de agosto de 1836 que obligaba a todos los ciudadanos a portar una vincha blanca con la inscripción “Defensores de la Leyes”.
Entre Oribe y Rivera había varias controversias: una se vincula con las diferencias de sus tiempos artiguistas, y las más recientes a la acérrima crítica de Oribe sobre la gestión gubernamental de Rivera entre 1830 y 1834, acusándolo de malversación de fondos públicos, y el vaciamiento de los fondos del Estado. Como contracara Rivera ostentó un gran prestigio social que cuando dejó la primera magistratura se mantuvo intacto.

Yendo a los perfiles históricos de estas controversias existentes que derivaron en la antesala de la “guerra grande”, en un contexto posible se observa a Rivera con una fuerte cuota de poder, ejerciendo el cargo de Comandante General de la Campaña, para el cual había sido designado inmediatamente de cesar como presidente, por su sucesor en la Presidencia interina. Oribe era la autoridad constitucional en Montevideo, pero Rivera mantenía su poder político y militar en el interior del territorio.

Oribe, por su parte, enfrentó una situación muy dificultosa en la Hacienda Pública. En abril de 1835, declaraba que los cofres del Erario se encontraban vacíos, y que las rentas impositivas habían sido afectadas por anticipado, en garantía de deudas contraídas por el Estado, que alcanzan un monto de enorme peso para el Tesoro. El Ministro de Hacienda, Juan María Pérez, dispuso emitir Bonos del Tesoro para conseguir dinero de inmediato, establecer impuestos sobre la actividad industrial y comercial y sobre la propiedad inmueble, y reducir en un día cada seis meses los sueldos de los empleados públicos.

Una revisión de las cuentas del Gobierno de Rivera, a cargo de la “Comisión de Cuentas” del Poder Legislativo constituyó un aspecto de ruptura esencial: y se dictó un decreto de amnistía en beneficio de los partidarios de Lavalleja que se habían sublevado contra Rivera. La Comisión que investigó la administración del gobierno de Rivera, determinó que durante su gobierno habían existido importantes irregularidades y fraudes en perjuicio del Estado. Rivera, desde su cargo de Comandante General de la Campaña, se quejó de la falta de garantías del proceso político y eso provocó que Oribe intensificara sus contactos con caudillos riograndenses. Esto generó a Oribe dificultades diplomáticas con el Gobierno de Brasil.        

Otros, también con muy buenas razones, ubican el nacimiento del “coloradismo”, no como divisa sino como una visión política. En 1820, cuando Rivera da una magistral lección de verdadero realismo político, y pacta el armisticio con el invasor lusitano, logra una concesión estratégica: la preservación del Ejército Oriental. Si Rivera no hubiera pactado con los portugueses, la derrota se hubiera producido de todos modos y el Ejército habría sido aniquilado y disuelto por el ocupante. La preservación de la milicia oriental fue un factor crítico para lograr la expulsión de los brasileños tiempo después. Sin Ejército la Cruzada de los 33 hubiera sido un gesto romántico destinado al más rotundo fracaso militar.

Julio Herrera y Obes y Francisco Bauzá,  en 1832, luego de una fallida revolución contra el presidente Rivera derivó en que “El Partido Colorado nació en 1832 con ocasión de la revolución que entonces estalló contra el General Rivera. (…) Su programa es el mismo de entonces: el engrandecimiento político, moral y material del país. Y adopta y proclama como medios conducentes a la consecución de tan gran fin el imperio de las instituciones, la realidad de las libertades públicas y la efectividad de los derechos y garantías individuales; la libertad de imprenta, la libertad de reunión y la libertad de sufragio”.

La construcción histórica da cuenta concluyente de que en la Batalla de Carpintería nació la divisa colorada. Desde ese momento, los colorados así se denominan, iniciando la gesta de —como reza el artículo 1° de nuestra Carta Orgánica— “una colectividad política democrática fundada por Fructuoso Rivera, afirmada en la gesta de la Defensa de Montevideo, renovada por los ideales de justicia social de José Batlle y Ordóñez y organizada sobre la base del respeto a todas las tendencias”.


Hoy, como ayer, pero más que nunca, seguimos en lo mismo: “el imperio de las instituciones, la realidad de las libertades públicas y la efectividad de los derechos y garantías individuales; la libertad de imprenta, la libertad de reunión y la libertad de sufragio”.

Con José Batlle y Ordóñez al frente del coloradismo el partido se renovó y socializó, logrando adhesiones que durante 90 años lo pusieron en la cima del gobierno. Hoy esa historia debe recrearse y hasta reconfigurarse para preservarse. Los desafíos nos llaman otra vez a razonar cono Rivera con el perfil social y reformista de don Pepe Batlle.

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