Política nacional

El desgaste de la investidura presidencial

Daniel Manduré

Es muy notorio, ha pasado una y otra vez, como los más altos voceros del gobierno salen a defender a determinados jerarcas, confirmándolos en tal o cual cargo a los que luego terminan removiendo o apoyar ciertas medidas adoptadas, para que al poco tiempo, reculando en chancletas, tener que dejarlas sin efecto.

Sucedió con la ex ministra de vivienda, la ex vicepresidenta de la ANP, el ex director de colonización o con los obscenos aumentos de gerentes y adjuntos a gerencia que se intentaban realizar en ASSE, mientras que el controvertido Danza estaba de vacaciones. Se podía ver como quedaban en falsa escuadra una y otra vez intentando maquillar con declaraciones posteriores lo que eran grandes pifiadas del gobierno. Ese ha sido, entre otros resbalones importantes, el factor común en lo que va de este primer año de “gestión”.

Marchas y contra marchas, idas y venidas, apoyar para luego desapoyar.

Es tal el desgaste en tan poco tiempo que cuando alguien del gobierno sale a apoyar a algunos de sus jerarcas o a reafirmar ciertas decisiones, que todos comienzan a apostar cuanto tiempo se va a mantener firme esa decisión.

La credibilidad del gobierno va quedando en tan poco tiempo, absolutamente mancillada.

Pero lo que más preocupa es cuando por el asesoramiento desafortunado por decisión propia o por ambas es el presidente Orsi quien comienza a encabezar conferencias de prensa, que dejan a la propia investidura presidencial en una posición muy incómoda.

Desde cuestiones que pueden parecer menores hasta otras de mayor gravedad, pero que en su sumatoria, forman un combo que no le hace bien a la propia institucionalidad. Un desgaste tan inapropiado como innecesario.

Primero lo vemos encabezando una conferencia de prensa sobre la situación de la Biblioteca Nacional. Todos coinciden al terminar dicha conferencia buscando pasar en limpio lo que allí sucedió y la respuesta fue coincidente: Nada. No pasó nada, no se dijo nada. En la conferencia de prensa del 20 de octubre pasado se repite lo mismo que en la fecha del 26 de mayo, fecha de su desgraciado cierre. Mucha expectativa, mucho marketing y ninguna concreción. Sin plan alguno. ¿Era necesario usar la investidura presidencial para anunciar la nada misma?

Luego sale a apoyar con supuesta contundencia, confirmándolo en su cargo una y otra vez, al presidente de ASSE Álvaro Danza, cuando hoy parece ser que esa firmeza tiene la solidez de un flan. Porque era evidente desde un primer momento que Danza no podía seguir en su cargo en su actual condición. Solo la testarudez y soberbia del gobierno no lo quería ver. Otra vez: ¿Era necesario desgastar la investidura presidencial defendiendo lo indefendible?

Si no les gusta que se diga que lo arrastran o lo empujan a tomar determinadas decisiones, nosotros nos preguntamos: ¿no hay nadie en su entorno que le diga que el camino no es ese?

Y su salida, la más grave de todas, es la conferencia de prensa donde con bombos y platillos, muy suelto de cuerpo, flanqueado por sus “edecanes administrativos” Sánchez y Díaz, el propio presidente haya llevado la voz cantante, hablando de “estafa y de fraude” en el caso Cardama, anunciando unilateralmente la rescisión de un contrato por un supuesto incumplimiento sin que sea la justicia quien se haya expedido al respecto. Todo ello ocurre mientras quien debía tener el protagonismo principal, la ministra de defensa, observaba sentada en primera fila tan triste escena. Una ministra que será interpelada, pero que hasta ese momento ha hecho mutis por el foro.

Por supuesto que en este caso como en todo los otros hubo que salir a maquillar tan desafortunadas improvisaciones. Pero el daño ya estaba hecho.

Una investidura presidencial utilizada para no decir nada, para defender lo indefendible o para ocupar delicados espacios que corresponden a la justicia.

Un desgaste innecesario, inapropiado y sin lógica alguna.

Cuando se equivoca Yamandu Orsi para la mirada de todos ya no se equivoca el dirigente frenteamplista, perteneciente al MPP tupamaros, se equivoca el presidente de la república, el que nos representa a todos. Cuando toma decisiones apresuradas o improvisadas no queda en falsa escuadra el, deja en falsa escuadra a la republica toda. Si mañana el país, por sus desatinos, queda embretado en juicios millonarios no responderá su bolsillo ante eso, ni el de su fuerza política, será el bolsillo de todos nosotros los que queden comprometidos.

Nunca debió colocarse al presidente en esa posición. La investidura presidencial debe protegerse. Nunca debe quedar debilitada ni desgastada. Hoy por la sumatoria de estos errores, sobre todo de este último caso, comienza a quedar comprometida.

El prestigio de la institucionalidad debe protegerse siempre. Es una de las condiciones más importantes como garantía de la estabilidad institucional. La debemos respetar quienes ejercemos de una u otra manera su oposición política, los medios de comunicación al informar con absoluta libertad, pero con respeto, la ciudadanía toda, pero también es una obligación de su propia fuerza política y del propio presidente Orsi. Las intempestivas últimas salidas del presidente no se corresponden con ello.

Esto último parece no haberse entendido. Y eso además de preocupante es lo verdaderamente grave.

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