Alerta naranja
Ronald Pais
_“Somos una empresa moderna, rica. Ustedes son el Estado quebrado, dominado por incompetentes. Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados. Ustedes tienen calibre 38. Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo»._
(Marcola, Líder del PCC BRASILEÑO)
El destacado columnista chileno, Tomás Mosciati, de BIO BIO TELEVISIÓN ha hecho una crónica espeluznante del secuestro y asesinato de Ronald Ojeda, un refugiado político venezolano que fue teniente del ejército de este país.
Su crimen dista mucho de ser un delito común. Intervinieron al menos tres equipos en el proceso – se calcula que unas 15 personas – y los que llevaron a cabo el rapto vestían uniforme de la Policía de Investigaciones chilena con toda su parafernalia, utilizaron 3 vehículos y cuando sacaron a Ojeda violentamente y en ropa interior de su apartamento fue exhibido delante de uno de los autos para que lo fotografiaran. Después de muerto lo sepultaron bajo una losa de hormigón en un asentamiento ilegítimo donde viven muchos venezolanos y haitianos que prestaron su consentimiento o fueron cómplices del entierro del cadáver.
Una de las tesis es que la orden de matarlo vino desde Venezuela porque Ojeda le estaba dando información a la DEA sobre los vínculos del ejército venezolano con el narcotráfico.
Tanto Ojeda como su esposa vivían modestamente, él trabajaba para una pequeña agencia de seguridad privada instalando cámaras y ella en un pequeño negocio de estética femenina. Como la esposa no tenía dinero para pagar el entierro algunos amigos y una empresa fúnebre costearon el mismo.
El Presidente Gabriel Boric no hizo llegar ni un saludo de condolencias a los deudos.
Después de muchos años, Chile vuelve a un crimen con presuntas connotaciones políticas e ideológicas. Aparte de los perpetradores otras muchas personas están involucradas. Veremos si el asesinato se aclara pero no parece que ello vaya a suceder con el actual gobierno de Chile.
El caso viene a cuento porque hay orden de aprehensión contra Walter Rodríguez Pérez, que ya habría salido del país y que tiene vinculaciones con el Tren de Aragua (organización criminal venezolana). También trabajó para Tarek El Aissami que fue Gobernador de Aragua, Ministro y Vicepresidente para el Área Económica de Venezuela. O sea, primera figura de la dictadura venezolana que tuvo que renunciar acusado de desfalco.
Para ilustrar al lector: quienes han investigado el asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci ocurrida en Colombia (apareciendo mencionado como involucrado nuestro conocido compatriota Sebastian Marset) atribuyen participación en el hecho a dos organizaciones delictivas que se han internacionalizado: el PCC (Primer Comando de la Capital) brasileño y el Tren de Aragua venezolano.
Todo esto viene a cuento porque no sólo el Tren de Aragua ya está operando en Chile, sino que fuentes judiciales de aquel país han confirmado que bandas venezolanas están dominando barrios completos de Santiago a través del Delivery.
También se ha confirmado que el PCC ya está operando en Chile y se dan nombres y apellidos de delincuentes chilenos que ya están en su nómina.
Actúan estas organizaciones en Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia, Brasil, Paraguay y Argentina. En esta última se suman los carteles mexicanos de la droga.
¿Estamos vacunados los uruguayos contra estas organizaciones?
Seguramente las autoridades dirán que no hay evidencia de su presencia en nuestro país pero, tampoco teníamos aftosa hasta que nos la trajeron, tampoco teníamos dengue hasta que nos lo trajeron y tampoco teníamos chikunguña y ahora sí.
Seamos honestos: las fronteras uruguayas son más que permeables, son un colador. Tanto por las terrestres, fluviales o marítimas, cruza cualquiera, cuando quiere.
Ya hemos visto lo que sucede con la droga en nuestros puertos sin scanner adecuados.
Todos sabemos que no se ha logrado tener pleno dominio sobre las cárceles y que desde ellas se continúa delinquiendo.
Falta la chispa que encienda la sindicalización de presidiarios o delincuentes, que fue como nacieron estas mafias sanguinarias, pero ello puede suceder si no se recobra el pleno control de los presidios.
No hay duda que ante este peligro de contagio de organizaciones delictivas poderosas que mediante la intimidación, la violencia o la corrupción logran sus objetivos somos “población de riesgo”.
Renunciemos a la idea de una “política de estado” en esta materia. El Frente Amplio siempre ha estado ideológicamente contra cualquier medida tendiente a frenar la delincuencia y eso no cambiará.
Una buena propuesta para los numerosos candidatos a presidente que han surgido puede ser solicitar a los legisladores y cargos políticos ejecutivos – siendo el gobierno al que más le corresponde hacerse responsable – a desterrar esa consigna de que “en año electoral no pasa nada” y seguir avanzando en medidas y propuestas concretas para implementar ya, ahora, en beneficio de la tranquilidad de la gente. El delito puede ser derrotado y Bukele lo ha demostrado aunque muchos se nieguen a reconocerlo. Hay mucho para hacer y si no se hace la advertencia cambiará. No para verde. Ni siquiera para amarilla.