Política nacional

Batlle – Rodó y las falsas oposiciones

Daniel Manduré

Desde hace un tiempo se pretende instalar una especie de tribunal censor dedicado a evaluar las condiciones que deben reunir los ciudadanos para definirse como batllistas. Van pasando de a uno frente al impoluto tribunal que va dictaminando en forma implacable de que lado están.

Por supuesto que ese tribunal que todo lo juzga, porque todo lo sabe, puede señalar con dedo acusador al otro, pero nada dirán, de sus propias mochilas pasadas, que en algunos casos, están plagadas de profundas contradicciones.

Ahora parece haberle llegado el turno a José Enrique Rodó.

Con ceño fruncido y tono imperativo aunque con argumentos enjutos y anémicos pretenden indicar que quien se sienta batllista no puede admirar a Rodó y quienes pretendan reconocer la brillantez intelectual de Rodó no pueden definirse como batllistas.

Lo plantean con tanta contundencia y determinación, que si me toman distraído hasta puedo llegar a creerles.

Pero tranquilos muchachos, créanme que la cuestión no viene por ahí.

Para ellos debe ser una cosa o la otra, el tribunal no permite ambas. O se está con Batlle o se está con Rodó.

Esa simplificación extremista y hasta dogmática, basada incluso en debilidades conceptuales o verdades a medias.

Esa falsa oposición donde se presentan dos puntos como las únicas opciones posibles, cuando en realidad existen más.

Tratan de desmerecer a quien adopte otra postura, tornando contradictorio lo que en realidad no lo es.

No está en discusión la revolución social transformadora de Batlle. Pero tampoco debería estarlo los aportes de Rodó a la sociedad y a la cultura.

Se llega hasta a dar a entender ciertos planes macabros para reflotar la figura de Rodó y desprestigiar a Don Pepe…una verdadera locura.

Hoy hablamos de Rodó porque se cumplen 150 años de su nacimiento y nada más justo que el Día del Patrimonio llevara su nombre. A ese escritor, ensayista, periodista, político, filósofo y con el lema «las ideas cambian el mundo». De la misma manera que en 2008, también perteneciente a la generación  del 900, se denominó el Dia del Patrimonio Carlos Vaz Ferreira, con el lema «Uruguay, país de pensamiento».

Buscan fantasmas donde no los hay.

¿Que Rodó discrepó en algunos temas con Batlle? Si discrepó y hasta con dureza. Con el retiro de los crucifijos de los hospitales públicos y con respecto al sistema colegialista en el que tanto creía Batlle. Lo hizo sin especulaciones, conspiraciones ni traiciones, lo hizo de frente, con argumentos y con honestidad  intelectual.

¿Esto intenta ser una defensa a Rodó? Ni cerca de eso, solo se trata de reivindicar el derecho a pensar diferente.

Rodó no solo votó decididamente a Batlle en dos oportunidades sino que fue defensor activo de varias de sus leyes. Hizo una gran defensa del proyecto del ley de las 8 horas frente a quienes se oponían.

Hizo lo propio con la ley que creaba los liceos departamentales, decía Rodó en ese sentido:»el poder del estado es reaccionar contra la centralización absoluta en la que hasta hoy permanece la enseñanza oficial».

El cambio producido con la creación de liceos por todo el país, con cuño batllista, fue formidable y defendido en forma brillante por Rodó.

Siempre tuvo como centro el trabajo obrero y hacia allí van dirigidos sus principales discursos, realizando un gran alegato sobre el trabajo obrero en Uruguay.

Rodó era gran admirador de Rivera. Bregó por la integración latinoamericana sobre todo en la cultura y la educación, un visionario si hoy observamos el funcionamiento del Mercosur.

La valentía de Rodó, por su peso intelectual, enfrentando la inmensa figura de Batlle, al reves de lo que algunos piensan, solo terminó por jerarquizar la obra de Batlle.

Rodó que con aciertos y errores como todos los mortales fue un idealista, cuyos valores alumbraron a las futuras generaciones.

La riqueza de lo diverso, esa efervecencia que crea la confrontación de ideas es la que hace grande a los partidos políticos. No hay partido que sobreviva si en su interior no confluyen vertientes diferentes.

El que quiera partidos únicos, con ideas únicas y posturas únicas debería mirar hacia otro lado.

No se puede ignorar la influencia de Rodó, que ha trascendido fronteras.

Hablar de Rodó no opaca la figura política más grande de la historia del Uruguay, la engrandece.

¿Se puede ser Batllista y admirar a Rodó?

Claro que si.

Soy batllista por convicción y admiro a Rodó, lo admiro más allá de concordancias o discrepancias y aunque algún tribunal censor no me lo permita.

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