Política nacional

Cambiar para bien

Fátima Barrutta

Días pasados participamos en un seminario dedicado a un tema tan actual como preocupante: la situación de la mujer afro fronteriza en el marco de la pandemia.

El evento se realizó en sintonía con el Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora.

La emergencia sanitaria dejó un saldo de inmenso dolor. Muchos perdimos a familiares y amigos y todos, sin excepción, sentimos una angustiosa incertidumbre respecto al futuro.

La economía se enlenteció por el cese forzoso de la actividad y, con ella, el sustento tanto de los cientos de miles de trabajadores informales que había en el país, como de otros tantos micro y pequeños empresarios, que estaban insuficientemente cubiertos por un Estado más extractor que estimulador del emprendedurismo.

Este impacto negativo se acrecentó aún más entre las madres jefas de hogar, heroicas sostenedoras de hogares monoparentales a los que aportan el único ingreso.

Veníamos de un tiempo en que el emprendedurismo se veía con cierto desdén, sin comprender que aquellos que se arriesgan detrás de sus sueños de crecimiento, son quienes más aportan al bienestar colectivo, generando nuevas fuentes de trabajo y contribuyendo con el Estado.

Veníamos de un triste tiempo en que algunos altos dirigentes políticos se mofaban del viejo paradigma batllista del amor al trabajo, al esfuerzo como motor de movilidad social.

Un expresidente que decía que la gran virtud de los uruguayos consistía en que éramos «unos atorrantes».

 Y mientras tanto, en cada rincón del país, mujeres solas luchaban por abrir un futuro para sí y para sus hijos, un futuro que solo podía pasar por el trabajo denodado y la esperanza de progresar.

Pero llegó el cambio de gobierno y volvió una sintonía real entre la gente que quiere superarse y una conducción política que la incentiva a hacerlo.

Un gobierno que se impuso la meta primordial de generar trabajo genuino. Al respecto, puede ser indicativo recordar las palabras del director de la OPP, Ec. Isaac Alfie, en el Foro de Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible en Tiempo de Crisis, de julio de este año: «desde el inicio (el gobierno uruguayo) elaboró un plan de retorno a la actividad, ponderando los riesgos de salud y la creación de empleo, consciente que es el empleo la variable central a la hora de combatir la pobreza».

Al respecto, importa poner la lupa en la realidad de las mujeres afrodescendientes. Según el censo de 2011, mientras el desempleo entre mujeres no afrodescendientes era del 8,4%, el de aquellas trepaba al 12%.

Actualmente, estamos trabajando junto a la Intendencia de Rivera en un proyecto de construcción de identidad y capacidades de la población afrodescendiente, para el desarrollo económico territorial y cultural en el departamento de Rivera. La elección del territorio no es casual.

Rivera es el departamento con mayor proporción de población afrodescendiente del país, que según el censo de 2011 era del 17,3% y solo en su capital, alcanzaba el 32.5%.

Los grandes gobiernos se prueban por su capacidad de corregir vulnerabilidades con medidas eficientes.

Este gobierno de coalición no utiliza las injusticias sociales para hacer demagogia. Las combate de verdad, sin falsos posicionamientos y con un equipo de trabajo que pone razón y corazón en el sentido final de la política, que no es otro que cambiar para bien.

En esto vibra el alma del batllismo: una ideología republicana y liberal que mueve a la acción en beneficio de los injustamente desfavorecidos.

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