Uruguayos, batllistas
Ricardo J. Lombardo
Hartos de décadas de un Estado omnipresente, corporativo y corrupto que los llevó a la peor situación económica y social de su historia, a fines del año pasado los argentinos decidieron volcar el péndulo hacia el otro extremo y eligieron a Javier Milei, un libertario, anarcocapitalista, minimalista del Estado y promotor sin concesiones de la actividad privada. A raíz de eso, el país vecino se ve inundado ahora de permanentes referencias a autores que hasta ahora parecían proscriptos por la intelectualidad como Rothbard, Von Hayek, Milton Friedman y todas las corrientes afines a las ideas que predominan en el actual gobierno. Incluso el presidente Milei, que es profesor de economía, aprovecha cada ocasión de dirigirse al público para dar lecciones de economía neoclásica, con todas las implicaciones que de ello derivan.
Por eso sorprendió que ayer, en un evento organizado por la Fundación Libertad en Buenos Aires, al cual estaban invitadas personalidades afines de todo el mundo, el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou, en lugar de sumarse a la ola libertaria, señalara la necesidad de un Estado fuerte (no grande) para promover la libertad del individuo.
Según el diario La Nación de Buenos Aires, dijo Lacalle:
“No todos podemos disfrutar de la libertad. Acá, seguramente casi todos se vayan en auto, duerman calentitos, tus hijos estudian y mañana tiene laburo, y tienen salud decente. Ahora, qué difícil gozar de la libertad individual si se vive en un rancho, si no se tiene acceso a una buena salud, si mis hijos no estudian y por ende no tienen una luz al final del camino para esforzarse”, sostuvo ante un auditorio que lo aplaudió – con cierta “timidez”- ante esa expresión.
“Tenemos que tener un estado fuerte para que el individuo pueda gozar del ejercicio de la libertad”, enfatizó y destacó la importancia de “ser firme con las ideas y suave con las personas”, agregó, además de destacar los valores de “la tolerancia y la libertad de expresión.
Frente al impacto de sus palabras –siguió La Nación- el mandatario reparó en que “un Estado fuerte no quiere decir grande” y remarcó que, por el contrario, “no tiene que tener mucha dimensión”. “Un Estado fuerte significa instituciones fuertes, para eso tiene que haber una clara separación de poderes. Tiene que haber una democracia fuerte”, resaltó y puso como ejemplo que en el país que gobierna la existencia de un sistema democrático fortalecido se debe a los partidos políticos.
Agregamos nosotros en este posteo, que de esta versión de La Nación, si uno no conociera el ascendiente de Lacalle, su pertenencia ancestral al Partido Nacional, diría que se trata del mensaje de un presidente batllista.
Es que las ideas de José Batlle y Ordóñez, así como su obra, han penetrado por todos los sectores de la sociedad e impregnado todas las ideologías. El Uruguay es, en términos de su definición, una República Batllista y todos nos sentimos orgullosos de ello (aunque muchos prefieran no decirlo).
Hace pocos días el Partido Colorado demandó ante la Corte Electoral a dos sectores del Frente Amplio por proclamarse batllistas, siendo que ese nombre está registrado por la colectividad de la Defensa.
Todos parecen moverse para apoderarse de esas ideas, de una u otra forma.
Paradójicamente, el triunfo del batllismo como ideario en toda la sociedad, es el principal problema que tiene el Partido Colorado hoy en día. Las ideas republicanas, de libertad y de protección social que inspiró Batlle y Ordóñez, a esta altura son de todos. Casi que hay una equivalencia entre ser uruguayo y ser batllista, como lo acaba de demostrar la exposición del Presidente Lacalle Pou en Buenos Aires.
Por más precandidatos que tenga, el fortalecimiento del partido como sustento de la república, que caracterizó a los colorados por más de un siglo, se va diluyendo en una generación a la que le quitaron las banderas y no tiene la imaginación y la creatividad para levantar versiones más modernas y actualizadas de las viejas aunque vigentes ideas de Don Pepe.
El Partido Colorado parece hoy una madre que ha parido tantos hijos, que se ha quedado sin alma.