Mentiras Peligrosas
Ricardo Acosta
En el teatro político uruguayo, Carolina Cosse ha demostrado ser una protagonista singular, desafiando las normas de la verdad con una serie de declaraciones que han dejado a muchos perplejos. Una vez más, la ingeniera vuelve a ser noticia. Esta vez, por unas declaraciones tan sorprendentes que ya no sabemos si reír o preocuparnos. En su último episodio, se lanzó con todo afirmando que faltan medicamentos en Uruguay. Hasta aquí, nada raro. Lo curioso es que lo hizo… ¡fuera del país! Quizás pensó que los uruguayos no nos íbamos a enterar.
Recientemente, Álvaro Delgado defendió la gestión de medicamentos del gobierno, afirmando que se había alcanzado un «récord de inversión en medicamentos para ASSE» y que se implementó un sistema de control digital de stock, una mejora significativa respecto a gestiones anteriores. Por su parte, Leonardo Cipriani, presidente de ASSE, ha admitido que la situación actual es parte de una «herencia maldita», señalando la necesidad de mejorar los sistemas para evitar faltantes. En una declaración impactante, Cipriani reveló que se destruyeron 250 kilos de medicamentos vencidos, subrayando así los desafíos que enfrenta el sistema de salud pública.
Sin embargo, a pesar de las aclaraciones del gobierno, la declaración de Cosse parece más un intento de dramatizar una situación que todos los uruguayos conocen bien. Al realizar afirmaciones tan contundentes fuera del país, se presenta un espectáculo que distorsiona la realidad y desvía la atención de los problemas reales en lugar de contribuir a la solución. En lugar de ofrecer un análisis constructivo, su enfoque se asemeja más a una performance política destinada a generar inquietud y confusión.
La gravedad de la afirmación no es menor.
No estamos hablando de un comentario sin importancia, sino de algo que toca la vida de miles de personas. Y es que, si hay algo que nos enseña la política, es que la mentira repetida muchas veces puede terminar siendo tomada como verdad. Claro que con Cosse, este truco parece haberse convertido en su especialidad.
Hablemos un poco de la mitomanía, ese «arte» de deformar la realidad. No es algo exclusivo de los políticos, pero algunos parecen haberlo perfeccionado. Este fenómeno, que comienza como pequeñas mentiras piadosas, puede terminar en grandes epopeyas de ficción.
Y aquí es donde Carolina ha demostrado una habilidad particular. Desde los costos del Antel Arena, que al final parecieron multiplicarse como panes y peces, hasta sus alarmantes declaraciones , con llanto incluido, sobre fetos deformados por la calidad del agua durante la sequía. Este tipo de comportamiento no solo socava su propia imagen, sino que también erosiona la confianza en la política uruguaya en su conjunto. En un país donde la verdad debería ser el pilar de la democracia, estas «mentiras peligrosas» amenazan con desdibujar los límites de la responsabilidad política.
Y si hablamos de insólitos, no podemos olvidar aquella vez en la que pintó semáforos de verde para, supuestamente, promover su «ABC» de campaña, aunque al ser consultada, dijo que «no tenía nada que ver». O cuando afirmó que terminaría su mandato en la intendencia… pero luego decidió irse en busca de nuevas aventuras, dejando atrás la promesa. Al parecer, en el mundo de Caro, la coherencia es un lujo que no todos podemos darnos.
Cosse tiene algo peculiar: aparece poco en la campaña, y cuando lo hace, parece tener el don de dejar el ambiente cargado. Sin ideas frescas o innovadoras, sus intervenciones han sido tan raras como confusas. Incluso en temas importantes como el plebiscito de la seguridad social, en el que primero firmó, luego no sabía si votaría, y finalmente dejó todo en un limbo. Una verdadera maestra del «no compromiso».
Lo más sorprendente es que estas contradicciones parecen no tener consecuencias. ¿Es que acaso los uruguayos ya nos hemos acostumbrado a sus piruetas discursivas? Mientras tanto, el Frente Amplio parece seguir una línea similar, dejando que sus votantes decidan por sí mismos en temas clave como el plebiscito. Existe una teoría que sugiere que, si un candidato se presenta como parte de este partido, muchos lo apoyarán sin cuestionar su capacidad. Es como si estuviéramos todos en una gran improvisación, sin guión, y donde cada uno decide su final.