Política nacional

Carolina Cosse, apóstol de la mentira

Daniel Manduré

Parece ser la elegida, la enviada, la que marca el camino, la que día a día nos ilumina. La que nos enseña el rumbo. Su poder obnubila. Todos deben rendirse a sus pies…y allí quedarse Todo lo ve, todo lo sabe, todo lo soluciona, porque todo lo puede. Su palabra es casi santa. Ella es la verdad. La única, la de la oz y el martillo. Sería un sacrilegio contrariarla. Tampoco lo permitiría.

Vino a salvarnos. Darle pan a un pueblo hambriento y hacer el agua para el sediento. La que propaga la doctrina.

Todos la persiguen, nadie la entiende, es víctima de la incomprensión.

Todo lo tiene permitido. Puede mentir, puede hacer conferencias de prensa manipulando información y dando una lectura parcial de un informe, ocultando lo medular. Puede adoptar posturas actorales con falsas emociones. Puede hacer mención a acuerdos con organismos internacionales pero del que no existe prueba documental que lo demuestre. Porque recuerden: ella es la salvadora. Es capaz de todo.

No importa si crea alarma pública, difunde miedo o usa a los sectores más sensibles de la sociedad, porque es ella, la única.

Puede hablar de “respetar la sensibilidad de la humanidad y la historia de un pueblo que sufrió un holocausto imperdonable” cuando se refiere a la decisión presidencial de fundir el águila del Graf Spee y está bien. Pero nada dice de los otros grandes asesinos de la historia, abrazándose a ellos, con fuerza y convicción, porque la oz y el martillo la protegen. Recuerden, ella lo puede hacer, es la elegida.

A ella se le perdona todo, incluso construir el Antel Arena, triplicando su costo cuando dentro de su fuerza política había quienes decían, como Astori, que esa obra debía detenerse e invertir ese dinero en el agua.

Ella todo lo puede, para ella todo vale. Victimizarse cuando no le aprueban un supuesto préstamo por U$S 100.000, cuando esa cifra es la que ingresa en las arcas municipales que ella administra en poco más de una hora en un día.

Puede hablar de todo, criticar todo y dejar de lado sus competencias esenciales, esas para las que fue votada. Puede hablar de su preocupación ambiental y no dedicarse a limpiar cañadas, arroyos, ni desobstruir cloacas. Puede haberse dedicado a hablar de la Luc y no hacerse cargo de la basura, en una ciudad cada día más sucia. Puede querer dar cátedra en seguridad e instruir sobre donde se deberían colocar cámaras y no iluminar las calles ni podar. Puede pedir préstamos para todo, aunque recaude 2 millones de dólares por día, casi 100 mil solo en multas de tránsito. Puede poner reparos a la propuesta de un tranvía de la costa a pesar de que es una promesa incumplida durante los 33 años que lleva gobernando su fuerza polìtica. Puede hablar de transparencia, aunque haya “metido por la ventana” en contrataciones directas a 5 custodias del expresidente Vázquez.

Ella es la única que puede exigir dialogo, aunque se niega una y otra vez a concurrir a los órganos que la convocan.

Una congregación de seguidores la protege, la aplaude, la venera. Los que en momentos de la peor crisis gritaban default. Los mismos que decían que los niños comían pasto, los que después usaron el hambre inflando cifras de ollas populares. Los que intentaban encerrarnos en cuarentena total e implantar el miedo en tiempos de pandemia. Los que fundieron Ancap, los de Pluna, los de la regasificadora. Los mismos que criticaron a los Caif cuando se crearon, para años después hacernos creer que ellos fueron sus creadores. Los que se opusieron a la ley forestal en 1987 para luego, cuando gobernaron, continuar y disfrutar de sus beneficios. Esos mismos que gritaban NO, al pago de la deuda externa y luego la pagaron religiosamente.

Mientras que los creyentes y sobre todo los eruditos en temas bíblicos aún discuten si verdaderamente existió Junia, un apóstol mujer.

En este milenio parece haber llegado la nuestra.

Carolina Cosse, apóstol de la mentira.

Corran que llegó.

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