Política nacional

Lito: un homenaje

Fátima Barrutta

Escribo esta columna en el mismo día en que Isaac Alfie, nuestro querido Lito, renuncia a la conducción de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto para reintegrarse a la vida empresarial.

Ya es digno de elogio en sí mismo el hecho de que un profesional altamente exitoso en la actividad privada haya aceptado una responsabilidad pública, poniendo el pecho nada menos que a la pesada herencia macroeconómica dejada por el gobierno anterior. Más aún, si se trata como en el caso de Lito, de un economista que cultiva el perfil bajo y que participa de la actividad política como servicio público, sin el más mínimo atisbo de ambición personal ni de figuración.

De Alfie podemos decir, sin exagerar, que le tocó jugar los partidos más difíciles y, aún con cancha embarrada, los ganó.

Porque como ministro e integrante del equipo económico del gobierno de Jorge Batlle (2000-2005) literalmente logró sacar al país de la mayor crisis de su historia, codo a codo con otro batllista inmenso como fue Alejandro Atchugarry.

Y porque en 2020, habiendo aceptado el cargo en la OPP con la condición de dedicarle solo dos años, se enfrentó a otra gran crisis, la de la emergencia sanitaria, y dio junto a la ministra Arbeleche un ejemplo al mundo de eficiencia y probidad en el manejo de tan compleja situación. Se quedó el doble de tiempo que había comprometido porque le tocó capear más temporales, como los de la influencia exógena de la guerra en Ucrania, la crisis hídrica y la disparatada diferencia cambiaria con Argentina.

Su control del gasto -usualmente criticado por quienes juegan a la demagogia con los recursos públicos- fue tan impecable, que todos los números de la economía hoy están mejor que en 2019 y Uruguay sorprende al mundo por un desempeño social y económico radicalmente diferente al desastre que padecieron los argentinos en el mismo período.

No ha sido la de Lito, como pretenden caricaturizarla los frenteamplistas, una gestión de recorte del gasto: su parámetro fue siempre el de la eficiencia.

También es absolutamente falso que haya sido una gestión más preocupada por los equilibrios macroeconómicos que por la justicia social: todo lo contrario. Hay que ver los énfasis que puso, como buen batllista, en las causas de los más vulnerables. Lo atestigüé directamente, porque tuve el honor de trabajar con él en diversas iniciativas de inclusión: programas de apoyo a las mujeres jefas de hogar de distintos departamentos del país, de reinserción laboral para privados de libertad, de protección de la tercera edad y un largo etcétera.

Ninguna de esas acciones fue hecha para la foto: nacieron todas de diagnósticos precisos y estrategias solventes, de quien sabe que el Estado no está para trancar la iniciativa privada sino para focalizar su apoyo en beneficio de los más débiles.

Es el país de oportunidades que nos legaron nuestros mayores y que Lito ha sabido defender y promover, después de un ciclo frenteamplista de mucha retórica pero escasa responsabilidad fiscal.

Por eso hoy, que ha decidido salir del escenario público con la satisfacción de la misión cumplida, es momento de reconocer en estas líneas su invalorable e insustituible aporte.

Para la próxima interna, él y yo votaremos por precandidatos diferentes, pero hay una sensibilidad batllista que nos unirá siempre.

Gracias Lito, por tus altos servicios al país.

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