Política nacional

Un mundo distópico, la neolengua y el totalitarismo

Daniel Manduré

Siguiendo los pasos de la hoy ministra española de Igualdad Irene Montero del grupo Podemos que en 2018 utilizaba en un discurso el: “portavoces y portavozas” y de la inefable Intendente Carolina Cosse que en una presentación oficial, hace solo unos cuantos días, se esforzaba por destrozar nuestros oídos con su “integrantes e integrantas”, la actual Directora del Teatro Solís hace su aparición estelar para censurar todo aquello que se aparte del lenguaje inclusivo.

Claudio Rama, ese prestigioso ciudadano, ensayista, abogado, profesor, economista, especialista en temáticas educativas, un experto en políticas de educación a distancia, un coleccionista de máscaras etnográficas solicitó le sea concedido el Teatro Solís para exponer su obra “Vidas Encajonadas”, esculturas en cajas, que describen acciones de la vida cotidiana y cada una es acompañada por un texto. La respuesta de las autoridades encabezada por Malena Muyala fue condicionar la misma si se ajustaban los textos que acompañaban sus obras a las políticas de lenguaje inclusivo, tanto en lo que se refiere al lenguaje oral, escrito y visual.

Si uno observa la obra de Rama y los textos que la acompañan, no hay nada, pero nada, que advierta el más mínimo dejo de discriminación o indicio que afecte de alguna manera la justa lucha por la igualdad.

Parecen decisiones escapadas de una de esas obras distópicas de Bradbury, Aldous Huxley o de Orwell, que en Fahrenheit 451, Un mundo Feliz o 1984 respectivamente, describían ese mundo imaginario, caótico e indeseable y al que parece que Muyala nos quiere empujar.

En especial y ya refiriéndonos a la obra de Orwell, esa utilización de lo que se denominó la “neolengua” esa forma de obligar a hablar de determinada manera, con el objeto de dominar el pensamiento de los individuos y anular su libre expresión.

Llevarnos a prepo a hablar y escribir de determinada manera, aunque ello signifique el destrozo del lenguaje llegando incluso al ridículo.

Orwell utilizó como modelo para esa neolengua la propaganda nazi y soviética, Muyala parece que también. Fascismo puro.

Lamentable como abusiva decisión, una censura a la creatividad, una ofensa al lenguaje, una cachetada a la libertad de expresión.

Una clara discriminación.

Los pedidos de explicación de Claudio Rama donde solicitaba entender a que se referían, no tuvo eco, como tampoco se accedió a otorgar la audiencia solicitada por Rama con la directora del Solís.

Recuerdo un antecedente, en un tiempo distinto y con características diferentes, pero censura al fin, cuando en 1986 se censura una muestra del artista Oscar Larroca, catalogándola de pornográfica. Trajo un gran debate en la época. El intendente de ese momento, Elizalde, la prohibió, para que luego la ministra de Educación y Cultura, Adela Reta, de su mismo partido, haciendo justicia, la permite realizar en la Biblioteca Nacional.

Muyala no actúa sola forma parte de una perspectiva absolutamente ideologizada de toda la administración municipal, desde hace ya demasiado tiempo.

Parecería que no hay que guiarse más por el diccionario de la Real Academia Española, ahora hay que manejarse por el diccionario de la neolengua, el manual de lo políticamente correcto, el de la “integranta” de Cosse o el “portavozas” de la española Montero.

El manual de la idiotez que algunos nos pretenden imponer.

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