EditorialPolítica nacional

Conexión Ganadera

y “El país de la cola de paja”

César García Acosta

Mientras el Uruguay real mira para el costado, la crisis financiera cuasi bancaria llamada CONEXIÓN GANADERA, amenaza con un «aquellarre» tan insospechado como el del «país de la cola de paja» de Mario Bnedetti. Con uno de sus creadores suicidado (Gustavo Basso), y el otro, el canallesco «encantador de serpientes» (Pablo Carrasco), un libertario radical -todavía en libertad- más allá de conocerse su esquema de estafas que montó para engañar usando «vacas» como excusa para la especulación financiera. En la puerta del Juzgado de Concursos ubicado en la calle San José, en pleno Centro de Montevideo, unas 50 personas con carteles de protesta por el engaño ganadero, escracharon al empresario financiero ganadero Pablo Carrasco,  quien el jueves compareció ante la Justicia por la causa de Conexión Ganadera ante un eventual concurso judicial en su contra, del que pretende salir negociando la entrega de campos por la que transitan miles de cabezas de ganado que, aunque jamás le pertenecieron, lo enriquecieron.

La mayoría de los carteles pedían “cárcel” para el empresario que es también investigado por la justicia penal por la operativa que su emprendimiento dejó en evidencia. La estafa que alcanzó a unos 4.300 inversores reveló la existencia de un “esquema Ponzi” de estafa piramidal, en la que se abonaban intereses fijos asegurados, con destino incierto de los capitales originaros, fraguándose el destino de sus fondos, los que lejos de destinarse a la compraventa de ganado en pie, derivó en una operativa descontrolada hasta para el Banco Central del Uruguay.

El fuego cruzado que se ha producido dificulta arribar a la verdad como punto de partida para la Justicia.

Precisamente el juzgado la causa de la muerte de Gustavo Basso se archivó al entenderse que hubo suicidio. La pericia del automóvil marca Tesla realizada en el Reino Unido al módulo del airbag del Tesla siniestrado, prueba que segundos antes de que chocara con la máquina vial que estaba sobre la ruta 5 estacionada, el acelerador de auto era presionado al 38% de su capacidad máxima, pero unos metros antes del lugar de los hechos, su conductor, el empresario Gustavo Basso, apretó abruptamente el pedal llegando a casi el 90%. Con respecto al volante de auto la pericia indica que no se movió ni un grado y que, durante todo el trayecto hasta chocar, iba en una posición tal que dejaba al tren delantero en posición recta. La hipótesis de que Basso pudo haberse dormido mientras conducía, se desbarataron porque no es posible haber acelerado tan rápidamente y sin mover el volante del Tesla. Se probó que en ningún momento el auto frenó o disminuyó la velocidad, y tampoco se activó el piloto automático que podría haber provocado que el vehículo frenara a tiempo. Esto se dio porque el Tesla que manejaba Basso activa la función cuando se conduce entre los 30 kilómetros por hora y los 140. En forma concluyente la Justicia accedió a la información que la velocidad final del vehículo a la que colisionó fue de 211 km/h y cinco segundos antes transitaba a 205 km/h.

Esto reafirma otros caminos que deberán indagarse, como por ejemplo el que encamina la actitud de Basso hacia otras vías de investigación: ”…A mí me llama un productor de Paraguay y me dice: ‘soy la persona que habló con Gustavo Basso, yo le dije que, si no me devolvían lo que habían tocado, que dijera a cuál de las hijas le mataba’. Y Basso le dice, ‘bueno, te cambio mi vida por la de mis hijas y mi socio te va a pagar’. Y ahí fue que evidentemente se suicidó”, relató.

​La cita es una opinión de Felipe Caorsi, asesor financiero que ha estado investigando el caso de Conexión Ganadera. En su relato asegura que un productor paraguayo le confesó haber amenazado a Gustavo Basso, diciéndole que, si no le devolvían el dinero, elegiría a cuál de sus hijas mataría. Ante esto, Basso respondió: «Bueno, te cambio mi vida por la de mis hijas y mi socio te va a pagar». Posteriormente, Basso quedó judicialmente probado que se suicidó.

Consultado sobre si informó sobre este llamado a la justicia, Caorsi aseguró que “lo mencionó cuando realizó la denuncia por amenazas”.

El Banco Central (BCU) emitió un comunicado aclarando su rol supervisor y las acciones tomadas en relación con este tipo de empresas. El contrato de capitalización ganadera figura con la que se entiende que trabajan estas empresas de fideicomiso, no entran en el marco regulatorio del BCU.

La conclusión de Ricardo Giovio, contador contratado por Conexión Ganadera, es que, “al final del día, es un esquema Ponzi” y que marcará un “antes y un después en materia de regulaciones”, ya que “se cayó la empresa más grande del país en un rubro importante y estos son los números más grandes después de la crisis bancaria [de 2002]”.

Camilo Silvera, abogado de inversores de Conexión Ganadera, sostuvo que “los privados confiaron en que el Estado iba a realizar los controles” y que el BCU “va a tener que intervenir”, ya que la figura con la que trabajan estas empresas, el contrato de capitalización ganadera no entra en su marco regulatorio” y esto “no es una actividad pura y exclusivamente ganadera. Acá se prometía una renta fija en un producto variable y se pagaba un interés. Si eso no es una actividad financiera, no sé lo que es”.

La Fiscalía Antilavado, por su parte, investiga las denuncias contra Conexión Ganadera. El caso había sido asignado a Delitos Económicos, pero cambió de sede porque un integrante de ese equipo está entre los afectados por la presunta maniobra.

Conexión Ganadera fue una empresa uruguaya con más de 25 años de trayectoria en el sector agropecuario fundada en el año 2000 por Pablo Carrasco y Gustavo Basso, con el fin de captar inversiones para la compra y engorde de ganado que, al venderse, prometían rendimientos entre el 7% y el 11% anuales.

Durante más de dos décadas, la empresa atrajo a numerosos inversores, incluso muchos inversionistas sin experiencia en el sector agropecuario, con inversiones que oscilaban entre 15.000 y 50.000 dólares. Este modelo de negocio consistía en la oferta de cuatro productos diferentes a los socios, uno de ellos “bonos ganaderos”.

El monto mínimo para participar en un negocio eran 15.000 dólares; en ese caso (inversiones en terneros) la renta fija anual era de 7% y los contratos se renovaban cada seis meses.

En las inversiones de ganado para engorde el monto mínimo era de 20.000 dólares, con plazos de entre 12 y 18 meses y rentabilidad de 8%.

En el caso de los animales de cría (vacas preñadas o recién paridas) se ofrecía un bono ganadero que se renovaba cada dos años; la inversión mínima era 25.000 dólares y la rentabilidad anual llegaba a 9%.

Finalmente, el llamado “pool ganadero” requería una inversión mínima de 50.000 dólares, con contrato a dos años y una rentabilidad anual variable (entre 9% y 11%).

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