De que libertad hablamos
Daniel Manduré
La artista Eugene Delacroix exponente del romanticismo francés llevó al óleo “La libertad guiando al pueblo” representando en su obra la Revolución de Julio de 1830 en Francia, donde el pueblo se levanta contra la opresión del rey Carlos X. Una obra que simboliza la lucha por ese principio superior que es la libertad para una república y el papel preponderante del pueblo. Carlos X había suprimido el parlamento y tenía la intención de restringir la libertad de prensa. Me parecía importante realizar algunas reflexiones sobre el concepto de libertad con la imagen de esa obra pictórica al pie del artículo. Una obra que lo tiene todo. La mujer como centro de la escena empuñando la bandera y el gorro frigio como símbolo de libertad. Hombres, mujeres y niños de diferentes clases sociales pero todos iguales cuando de lo que se trata es de defender sus derechos. Con el concepto de libertad unido al de igualdad y justicia.
En el contexto de la historia la lucha por la libertad ha sido un valor principal. Hoy lo sigue siendo. Muchos han ofrecido su vida por defender la libertad frente al pensamiento único, sometimiento, oscurantismo, dogma, opresión o tiranía.
La libertad como valor ético fundamental. Rebelarnos contra quienes pretenden coartar ese derecho es casi que una obligación. Libertad de pensamiento, de expresión, de elegir, de decidir.
Las diferentes corrientes filosóficas en la historia han estudiado y debatido sobre el concepto de libertad, como valor supremo, su alcance y también sus límites. La ambigüedad en algunos casos, su interpretación en otros, también han sido temas de debate.
Spinoza decìa: “el hombre debe determinarse a sí mismo para actuar y pensar y para hacerlo, debe aplicar la razón”.
Rousseau por otra parte en su Contrato Social afirmaba: “la libertad consiste en no someter la voluntad de otros a la nuestra”.
La visión tolerante de Locke se basada en la libertad como factor indispensable al momento de expresar ideas como a creer en lo que se quiera.
El pensamiento kantiano creìa que las libertades y la autonomía al momento de tomar decisiones debían prevalecer por sobre otros aspectos. Basada en una moral laica donde el individuo piense por sí mismo y cuya única luz iluminando el camino sea la razón. Liberándose de cualquier atadura dogmática.
La noción de libertad también fue fundamental en la filosofía de Sartre quien afirmaba que: “el hombre está condenado a ser libre y es el único responsable de lo que decide”.
Para Stuart Mill la defensa de la libertad de pensar y de expresión era un aspecto prioritario en la búsqueda de la verdad.
Las ideologías totalitarias donde impera el autoritarismo, el personalismo exacerbado, la tiranía son su principal enemigo. Los populismos de cualquier signo, que muchas veces aparecen como salvadoras, como ese salvavidas en medio de un mar agitado, serán solo un espejismo. El remedio a veces suele ser tan malo como la enfermedad.
Aquellos que no creen en la libertad tergiversan la historia con relatos falsos, violan la laicidad, pisotean la libertad de expresarse, usan el poder para aplastar al resto. Buscan que todos piensen como ellos. Poseedores de una rancia intolerancia. Hablan de libertad pero no toleran a quien piensa diferente. Hablan en nombre del pueblo, pero lo atropellan. Portadores del pensamiento único. Aprueban y apoyan las elecciones libres, solo cuando el resultado los favorece. Su personalismo recalcitrante los hace creer que la historia nace con ellos. Su “sacro pensamiento” parece iluminar el firmamento. El pensamiento crítico es casi que un sacrilegio. Necesitan ovejas que sigan el rebaño y no ciudadanos que razonen.
En estos tiempos, en algunos casos con otro formato, sigue siendo la libertad un valor a preservar cuando vemos en hechos cotidianos quienes la pretender limitar, elegir por nosotros u obligarnos mediante amenazas a tomar decisiones que no queremos. Lo vimos cuando hace muy poco allanaron una radio y el domicilio de un periodista, violentando la libertad de expresión. Cuando al tratar el tema de la eutanasia se levantan voces donde otros pretenden decidir y elegir por mí. Cuando ocupando centros de enseñanza, impiden ejercer su libertad a quienes quieren ingresar a estudiar. Cuando en determinados gremios obligan a sindicalizarte sin respetar el derecho de quienes no quieran hacerlo.
Libertad a los medios para expresarse libremente, libertad de elegir una muerte digna, libertad de sindicalizarse o de no hacerlo, libertad de hacer paro o de no adherirse, libertad para profesar una religión, para dudar o para no creer. Siempre libertad.
Ni el estado, otros individuos, corporaciones, ni una fuerza divina pueden decidir por nosotros. Nada ni nadie puede suprimir mi libertad de pensar, de expresar o de elegir. La libertad individual como derecho intransferible. Aún a riesgo de equivocarnos. Yo y solo yo libre para tomar mis decisiones, siempre y cuando con ellas no afecte el derecho o la libertad de otras personas. Siempre dentro de la ley y la Constitución. Esgrimiendo nuestra principal arma: la razón. Nunca la libertad podrá confundirse con libertinaje, los límites son claros, nunca haciendo apología del odio por ningún motivo, ni religioso, político, racial o de otro tipo.
La libertad como esencia de la dignidad humana.
Algunos hablan de libertad y apoyan dictaduras, otros dicen “la libertad avanza”, pero cercenan derechos. Eso no es libertad.
Hoy la libertad parece estar asediada por la era de “lo políticamente correcto” donde las prohibiciones y las cancelaciones comienzan a acorralarnos. Esa corrección política que parece salirse de control, cuando en nombre de justas reivindicaciones se van a extremos inesperados. Donde se intenta formatear mentes, limitando la creatividad, reprimiendo pensamientos y en resumen recortando libertades. Lo vemos en la cultura, el humor, la música y hasta en el lenguaje. Los que pretenden indicarnos lo que decir y como decirlo, lo que escribir y como debo escribirlo, en lo que creer, lo que leer y lo que escuchar. Censuran palabras, prohíban canciones, reversionan cuentos. Una gran tribunal inquisidor parece pretender dominar nuestra existencia. No todo lo que se diga nos va a gustar ni lo vamos a compartir. Es allí cuando debemos ejercitar la tolerancia, como valor inexorablemente unida al concepto de libertad. La libertad a veces puede llegar a incomodar y está bien que lo haga. Porque nos hará pensar. Nada más libre que eso.
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La libertad ya no solo como una expresión individual, sino como un respeto profundo y tolerante a la diversidad de pensamiento.
Creo que este es el momento apropiado para recordarlo.
Porque como expresa Delacroix en su obra, la libertad debe guiar al pueblo.
