Política nacional

Embajadores y Embajadas

Jorge Nelson Chagas

Permítanme que les cuente sobre Julio César Cesano, conocido por sus amigos como el “Tato”. Un hombre negro, nacido en el seno de una familia humilde del barrio Tres Cruces. La diosa fortuna – que juega mucho en el destino de los mortales – hizo que el padre ingresara a trabajar como chofer de un conocido político del Partido Nacional.  Esto le permitió obtener una recomendación para ingresar al servicio diplomático. Empezó desde muy abajo y tuvo que estudiar muchísimo, preparar exámenes muy difíciles y aprender idiomas. Obviamente su nivel cultural se elevó al cubo. Además, que su lenguaje y conducta – incluso la vestimenta – adquirieron un modo muy formal, estricto, siempre ceñido a un riguroso protocolo.

Corrían los años ’60 y las “líneas de color” en la sociedad uruguaya estaban muchísimo más marcadas que en el presente. Muchos blancos consideraban que el “Tato” no iba a poder lograrlo y no pocos negros, se mofaban de él.  Pero, contra viento y marea, el “Tato” se recibió y comenzó una carrera diplomática intachable que tuvo su culminación cuando fue nombrado Cónsul en Miami.  De haber nacido unas décadas más tarde, muy probablemente, hubiese llegado a ser designado Embajador en algún país. Pero cada uno es hijo de cierto tiempo histórico y debe sobrellevar, lo mejor posible o lo mejor que pueda, las mentalidades de la época en que le toca vivir.

¿A qué viene esta narración? En el día de ayer la Cancillería de la República resolvió que Mario Ángel Silva Castro será quien represente a Uruguay en Etiopía, África, como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario.  La oposición puso el grito en el cielo argumentando que no se siguieron los procedimientos constitucionales requeridos y además, Silva Castro, no cuenta con la preparación requerida. Sólo tiene primaria completa y no ha actuado en el mundo diplomático. Incluso anda circulando en las redes un video de la senadora Graciela Bianchi donde critica severamente esta decisión.

Pues bien. En lo personal considero que un Embajador debe tener una sólida formación no sólo intelectual, sino que debe conocer al dedillo todo el andamiaje administrativo –burocrático del mundo diplomático si quiere tener éxitos en sus objetivos. De lo contrario, está condenado a la inercia.  

Desde las asociaciones afro se afirma que tal designación apunta a retomar los lazos con África, ya que “es un derecho y una necesidad para la comunidad afrodiaspórica y para todo el país, proyectando desarrollo y memoria”.  Estoy totalmente de acuerdo, pero para lograr esa meta se necesita una sólida preparación. No basta con voluntad y buenas intenciones.

Una persona que sólo tiene primaria completa no es inferior a nadie. No significa que no sea educado, honesto o carezca de capacidad de aprendizaje. Tal vez Silva Castro sí posea las condiciones para el cargo. El problema es que lo ideal hubiese sido que se presentara ante la Comisión de Venias del Parlamento y detallara, minuciosamente, cuál será su plan de trabajo para establecer conexiones comerciales y culturales no sólo con Etiopía sino con  el resto de África. Al no hacerlo deja flotando en el aire la sensación de que, en realidad, es un nombramiento por criterios estrictamente políticos, cuando no raciales. Es un activista afro de toda la vida y se lo busca premiar. En definitiva, ¿no fue este el argumento central de la senadora “Mae” Susana Andrade?

En fin… puse el ejemplo del “Tato” – amigo de mi familia – porque en un tiempo que no estaba en Uruguay el tema de la equidad racial en la agenda pública, demostró que era posible llegar a donde uno se lo propusiese.

Creo, humildemente, que si la comunidad afrouruguaya quiere continuar avanzando y sentirse orgullosa de quienes llegan a posiciones destacadas – como puede ser una embajada – debe preocuparse por tener gente altamente preparada para ello.  Preparación requiere vocación, esfuerzo, dedicación.

Lo político no debe estar por encima de lo jurídico, ni tampoco de los méritos.

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