Última edición, entre petardos, sin incienso, ni mirra
Lorenzo Aguirre
El solsticio llegó en penumbras y San Juan el Evangelista descorrió lentamente las “puertas cósmicas” mientras diciembre se marcha taciturno dejando paso al dios Jano – mirando un pasado vapuleado y un futuro incierto, complejo, pleno de dificultades – con su mensaje de esperanza en el “por … venir”, y la humanidad se aferra a una fe ciega, que, quizá, no la lleve muy lejos. Estos últimos días me resultaron fatales, en los cuales, al no tener los compromisos de siempre, entré en una especie de apatía, y cansado del cansancio que produce el descanso opté no quedarme en la soledad que tanto me gusta, y desarmonizarme en el aturdimiento del shopping. Café por medio, observé el apocalíptico comportamiento de gran parte de transeúntes en los “corredores del pecado”, sedientos de la bacanal, perdiéndose ante la atracción demoníaca, y adorando la tan “odiada sociedad consumista”, como asimismo a su “imagen yanqui”, don “Santa Claus”, para muchos, viejo Republicano pro Reagan, encarnación “marketinera” al servicio de una cofradía corrupta que se “engulle” a los niños, y luego los maneja a través del capitalismo.
Para no abandonar el endeudamiento, cierto sector de la comunidad ha liberado a modo de fuga, sus tarjetas de créditos, adentrándose a pura cuota – entre mimos y exabruptos – hasta avanzados meses del próximo año, el cual, en pocas horas, llegará fatigado y retorcido por los pasados trescientos sesenta y cinco días que, sin lugar a dudas, no han sido de paz, ni amor.
Al parecer, en los shoppings, el “nivel de venta” fue muy bueno, y entre los productos más demandados figuraron, smarphones, y “televisores inteligentes” de más de 42 pulgadas – los otros, los de 24 … ¡son “tontos”! – que, en poco tiempo, quedaron “discontinuados”.
Lo mismo ocurrió con los frízeres, y equipos de audio de “mediano y largo alcance”, pero no en el rubro vestimenta con “ponencias básicas”, “casual”, de “colores de estación” – según el patético vocabulario de la moda -, a los cuales se volcó un stock compulsivo para no llegar a “discontinuados”, como asimismo con “básicos de alternativa”, para tarjetas de crédito, que, en el transcurso de días, atacarán el hígado de sus respectivos titulares, hasta el próximo Black Friday.
Así, entre “tablets”, “Smartphone multitareas”, “sistemas Android”, miles de megas pixels, pantallas LED de 42´, 56´ … ¿y 729´? …, perfumes made in Francia, y whisky escocés, como también remeras italianas, pantalones españoles, blusones turcos, sacos pakistaníes, entre otras cosillas, algunas personas se comieron abundantes y generosas colas … – ¡perdón, preferiría decir filas! … es más discreto … ¿no? – en los probadores de tiendas, para más tarde acabar abalanzándose sobre asientos de pizzerías, a efectos de conquistar a modo de “la carga de la bridada ligera” – ¡mis respetos a Errol Flynn! -, el baluarte donde devoraron panchos, húngaras, y muzzarellas con todos los gustos, haciéndolas “decolar” de la garganta, con litros de cerveza, a la vez que intercalaron “pensamientos sofistas”.
Un día después, el niño Jesús fue recibido con diez minutos compulsivos de petardos y un ceremonial “místico” – a modo de avant – premiére al exótico quinto pecado capital – donde algunos atontados por el alcohol, le dieron la bienvenida, hecho que, al pequeño Nazareno – aturdido y asustado ante tanto engendro terrícola -, lo removió en su humilde pesebre, quedándole claro, gracias al “tráiler” vivido, que, a partir del próximo 1º de enero, mejor ni asomarse por Nueva York …
Pues, si, estimados lectores; 2025 se aleja envuelto en polvareda y jinetes de oscuridad dejándonos un mundo con 56 conflictos bélicos – ¡reportados por el “Comité Internacional de la Cruz Roja”! -, entre los que se encuentra, Sudán, contra Sudán del Sur, Burkina Faso, Nigeria, epicentros de insurgencias yihadistas, Cuerno de África, Somalia, y las denigrantes acciones de grupos como Boko Haram, sin contar guerras civiles con crisis humanitarias, y otros “chiches menores” llevando a un registro numérico por encima de 100, evidenciando los valores de alienígenas que, las Almas de bien, deben soportar.
Pero, bueno … al parecer navegamos una especie de “dualidad de esperanza”, optando por sucumbir un tiempo más por estaciones plagadas de voluptuosas corruptas ninfas pretendiendo arrastrarnos a orgías de codicia, o colocar la proa de nuestra Alma frente al viento, para así dejarnos llevar por el torbellino que nos catapulte una y otra vez, hasta que, el peso de nuestra esencia, tenga la virtud de flotar.
A decir verdad, la “Esperanza” también está ligada a pasiones aflorando a cada instante, y en medio de ambiciones, conquistas, poder, fama, y soberbia, muchas veces no claudicamos porque no queremos perder esa “edulcorada sensación tan especial” aunque tengamos que vivir entre conspiraciones, conjuros, atravesando indignidades espirituales, desestabilizaciones psíquicas, físicas, para terminar, pese a todo, en un final sin final, con enfermedades y muerte.
Renunciar a todo, sin recibir nada a cambio, haciendo lo que debemos por el deber mismo, desechando la engañosa frase “el que siembra, recoge” – ¡no siempre es así! -, es un sutil, etéreo, molesto, descafeinado y alérgico camino.
Estamos en tiempos solsticiales; en apenas cuarenta y ocho horas adentrándonos en 2026, y quizá, para muchos, sería oportuno reflexionar por una “Cruz Interior” – común a todas las tradiciones – que ilumine el sendero, dando paz a nuestro espíritu, y cuando lleguemos a la cena de nochevieja, compartir el “pan”, porque todos, en alguna medida, somos hombres de necesidades espirituales.
Si pudiéramos mantenernos firmes, esperar pese a estar fatigados, seguir soñando, agradecer lo poco o mucho que nos ha dado la vida, y transitar por “Dimensiones Noéticas”, empezaríamos a triunfar al darnos cuenta que somos irrelevantes, y talvez, “nuestra Esperanza” nos permitiría junto a rituales y liturgia de avatares, acercar los “Cielos, a la Tierra”, dándonos cuenta que, lo importante no es el destino, y si lo pensamos en profundidad, tampoco el camino, más bien quienes nos acompañan, porque con ellos nos embriagamos de conocimiento, riqueza para el Alma, y entonces encontramos el verdadero valor de los logros.
¡Buen fin de año!