Editorial

En el `83 y en el 2021

la verdad debe ser el mensaje

César García Acosta

Treinta y ocho años después qué nos dejó por mensaje el acto del Obelisco, y qué nos acerca hoy su nomenclatura política encubierta bajo el manto de una dictadura que, lejos de estar en aquél entonces debilitada, continuaba perpetrando por algunos de sus componentes actos de violencia tan crueles con muchas de las consecuencias de los reclamos que aún se hacen en materia de derechos humanos y delitos de lesa humanidad.

Es que, considerar tan sólo por pasión, qué fue bueno, malo o menos malo, como si no alcanzara con la mismísima dictadura, es como disentir con la realidad cuando algún trasnochado se empecina en decir más allá de los idiomas, que el crimen de una revolución es menos crimen porque su motivación es la de una sociedad y no del poder como todos sabemos que es.

Como espectadores privilegiados de la historia reciente transitamos las mismas calles de Montevideo y del país muy lejos de la libertad. Lo hicimos durante 13 años entre 1973 y 1985; cuando fuimos testigos presenciales, por ejemplo, del acto del Obelisco que ahora recordamos. Mirábamos de frente a algún profesor en la facultad cuando levantaba su voz en plena clase para decirnos –sin hacerlo expresamente- que el costo de la libertad radicaba en la destreza que lográsemos obtener defendiendo el estado de derecho sobre cualquier otro privilegio institucional al que pudiésemos acceder.

Lo que había en aquella proclama de Obelisco que por estos días recordamos, vista desde una foto aérea, era lógico que se autodenominara un “río de libertad”, simplemente sostenido por cúmulo de motivos con necesidades sociales.

Resulta claro que cada momento de la historia tiene su propia necesidad social; en cada instancia colectiva en la que la ciudadanía es llamada para expresar en las urnas su voluntad, lo que ocurre consecuentemente es la certeza de que habrá sabiduría para adoptar la decisión que sea necesaria, sin que existan las vacilaciones propias de la desinformación o del engaño.

La misión de los políticos de aquél entonces para encontrar las libertades entre tanto silencio de la dictadura, fue promover publicaciones como Opinar, Jaque, o la Democracia. Cada una de ellas buscó estampar en letra clara esa motivación social que no permitía la menor demora de pronunciarse de modo claro e inequívoco, porque la verdad y la justicia, eran elementos básicos y sustantivos de la legitimidad republicana que no admitían demora de tipo alguno para recuperarse.

Hoy estamos en tiempos de campaña como en 1983 y quizá sin saberlo: el Frente Amplio, desde la oposición al gobierno, ha buscado –y ha encontrado- como hacía la dictadura en el`83, la forma para poner en tela de juicio no una ley, sino un gobierno, y lo ha hecho apelando a su brazo articulador, el PitCnt, quien bajo la sombra del engaño, y como si fuera un acto de estafa social, asumió la votación de su partido en el Parlamento muchos artículos que ahora impugna apelando a la desinformación social.

Podrá parecer ridículo para los entendido algunos de los argumentos del Frente Amplio, pero piense el lector que cada uno de sus ataques no parecen convincentes cuando alegando rechazan la LUC en beneficio de la sociedad, sólo esgrimen ejemplos alejados tanto de la esencia como del alma de la ley.

En qué puede lesionar los derechos ciudadanos la LEGITIMA DEFENSA PRESUNTA Se presume que, salvo prueba en contrario, el policía actúa legítimamente. Si así no fuera, si portara su arma sólo para matar, sería tan evidente como que habría acciones violentas una tras la otra lo cual lejos de ocurrir, trascendería más rápidamente que lo hace twetter con las fakenews, o noticias falsas, que promueven en cada una de sus publicidades los antgobierno. La LEGÍTIMA DEFENSA es un recurso de la LUC que lo que intenta es que si un intruso invade una propiedad, o un comercio, la víctima pueda actuar no apelando  al «gatillo fácil» pero sí a su defensa sin el condicionamiento de la lesión del otro a costa de los honestos. Y la policía, en este contexto debe tener amparo. La RESISTENCIA AL ARRESTO Si alguien se resiste pone el foco del debate del cuál es el lado en el que debemos estar: en el de la víctima o en el del delincuente. Eso no fomenta la justicia por mano propia, sino que legitima algo que estaba desvirtuado que era el derecho del honesto a defender su libertad. Siguiendo con las normas penales en la LUC pintadas por el Frente Amplio y el PitCnt como el ejemplo de la derechización del país, el AGRAVIO A LA POLICÍA,  insultándolo o arrojándole piedras o agresiones similares,  es poner su rol de  instrumento de defensa ciudadana por sobre los derechos del potencial delincuente. Debe saberse que la policía es un garante social y no agente de violencia como sí lo es el delito. Por eso, la AUTOEVASIÓN en la que podían incurrir los presos y que hasta ahora no se penaba, debe ser limitada, tanto como la GRAVE COMPLICIDAD cuyo fomento se persigue aumentando la pena a los cómplices en tráfico de estupefacientes, rapiña, copamiento, secuestro y receptación. Junto con esto también procede que el recurso de las LIBERTADES ANTICIPADAS no proceda en casos de rapiñas, copamientos o extorsión.

¿Está mal? que haya un REGISTRO DE PERSONAS y que policía no pueda registrar a un sospechoso, ¿qué señal da le lay protegiendo al que delinque? Aquí hasta la LUC, de hecho, esto no se podía perseguir. La ley ha funcionado y nadie puede hablar de abusos.

Otra norma de respaldo para la policía es LA PROTECCIÒN DE LOS BIENS DEL ESTADO, Ahora no se puede más apedrear un patrullero o destruir una instalación pública. Como punto final al libertinaje la LUC determinó que la PRIVACIÓN DE LIBERTAD DE MENORES que como medida preventiva hoy tiene un máximo de 5 años, ahora puede ser por 10 años como excepción en los casos de homicidio intencional agravado, violación y abuso sexual agravado.

Al igual que cuando el pueblo inundó con el “río de libertad” aquél acto histórico que logro poner principio al fin de la dictadura, informar bien a la población para que decida en claro ejercicio de sus libertades y con apego a la realidad y la verdad, debe ser el único objetivo de la coalición republicana hasta que pueblo se pronuncie.

Tengamos presente que los motivos son la razón a defender, y para que esos motivos pueden ser defendidos hay que informar, explicar y convencer. Cuando el pueblo estuvo convencido no hubo margen para el engaño.

Compartir

Deja una respuesta