Política Internacional

Entre soberbia y cinismo negociando la paz

Lorenzo Aguirre

Una propuesta de 28 items por parte del presidente Donald Trump para poner fin al conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, ha sido tomada “relativamente favorable” por el mandatario Vladímir Putin, al considerar que podría sentar las bases de un definitivo acuerdo de paz. Los articulados de referencia presentan en buena medida cruzar la línea roja, perjudicando a Kiev, pues, sin lugar a dudas se estaría cediendo gran parte del territorio. Donald Trump había concedido un plazo de 7 días – venció el pasado jueves – para que, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski respondiera al respecto, obligándolo a definir un rumbo, y de acuerdo a la elección, continuar contando, o no, con su “socio militar” Donald Trump. Pero el plan está siendo modificado por no contemplar reclamos de Ucrania, por otro la “Organización del Tratado del Atlántico Norte” apoya a Zelenski, y como si fuera poco, la diplomacia del Kremlin, expresa: “algunos puntos pueden considerarse positivos, pero de todas formas es necesario revisar y revalorar otros”. Mientras tanto, continúan cayendo bombas, y nuevas olas de drones y misiles rusos “decoran” el cielo de Ucrania.

En la Cumbre “G – 20”, llevada a cabo en Sudáfrica, tanto los aliados de Ucrania, como así también Canadá y Japón, no recibieron oficialmente la “propuesta de paz” estadounidense para ser considerada, hecho que los hizo sentir excluidos.

En el encuentro en Johannesburgo, si bien en alguna medida los líderes rechazaron articulados del “Plan de Paz Trump” – como la cesión del territorio del Donbás a Rusia -, por otro lado, manifestaron: “el texto goza de buena base, aunque necesitaría un trabajo adicional”, narrativa suscrita por el Presidente del “Consejo Europeo”, Antonio Costa, la Presidenta de la “Comisión Europea”, Ursula von der Leyen, el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, la Primera Ministra de Italia, Georgia Meloni, el Primer Ministro de Reino Unido, Keir Starmer, y el Canciller de Alemania, Friedrich Merz, entro otros.

Según el programa, el cese de hostilidades debería comenzar en el momento que, tanto Zelenski, como Putin, aceptaran el plan establecido. De forma inmediata se pondría en marcha las limitaciones exigidas a las Fuerzas Armadas de Ucrania – no más de 600.000 efectivos -, condicionantes que la dejarían vulnerable de otros ataques, más teniendo presente los “reacondicionamientos fronterizos”.

El presidente Trump tuvo que rectificar no solo su impuesta fecha límite para firmar el acuerdo, sino además revisar el plan y contemplar los intereses de Ucrania, a efectos de una versión más “significativa”.

Los emisarios, señalaron que “permitirían a Kiev mantener su ejército de 800.000 hombres”, pero el nuevo borrador no seduce al gobierno de Zelenski pues no responde a las condicionantes de territorio.

Teniendo presente el documento original, Moscú continuaría controlando Crimea, Donetsk, y Lugansk, como “espacios de facto” de Rusia, mientras Kherson, y Zaporiyia quedarían en stand by, que, “traducido al ruso”, significa reconocimiento también de facto.

 Como si fuera poco, la prepotencia de Donald Trump lo llevó a imponer que, Ucrania, debía renunciar a su solicitud de ingreso a la “Organización del Tratado del Atlántico Norte” – Vladímir Putin, siempre rechazó la entrada de Ucrania -, aunque “su bondad” “le permitiría” a Zelenski, mantener la esperanza que, Ucrania, pudiera llegar a ser “Estado Miembro” de la “Unión Europea”.

Posteriormente, Trump, otra vez tuvo que bajarse del caballo, pues los miembros de la “OTAN” – incluyendo Francia, Reino Unido, Alemania, Polonia, y Finlandia – señalaron que, la seguridad a Ucrania es parte integral de la estabilidad europea, y por lo expresado, se comprometieron a actuar conjuntamente en caso de existir violación a los criterios.   

A decir verdad, al presidente estadounidense le importa un “bledo” – parafraseando a Clark Gable, en “Lo que el viento se llevó” – los ucranianos, y la posición vulnerable que afrontan. El plan de referencia no mantiene igualdades, aunque el auto nominado y reclamante del “Premio Nobel de la Paz” demuestre su “sensibilidad” al adjuntar a sus exigencias el “Expediente para la recuperación de Ucrania”, con un apoyo de 140 mil millones de dólares provenientes de activos rusos que se encuentran congelados.

La Alta Representante de la Unión Europea para Política Exterior, Kaja Kalla, expresó: “el bloque debería continuar aplicando y aumentando las sanciones contra Rusia, para que, Putin, se siente a negociar un acuerdo, pues no da ningún paso respecto a un alto el fuego, y además incrementa su maquinaria militar”.

Finalmente, Kaja Kalla rechazó que Ucrania asuma concesiones para frenar la guerra, sino por el contrario: “tiene que ser Moscú quien sufra limitaciones”.

Por otro lado, el “Bond” de la “KGB” entabló conversaciones con Trump, a efectos de negociar el levantamiento de sanciones impuestas a Moscú, pero no faltó el instante para que, Putin, cínicamente advirtiera: “más ciudades ucranianas caerán bajo el control ruso”, perorata marcando la posibilidad de reiniciar una acción expansiva.

En mi opinión – aunque a muchos cause urticaria -, para Putin, y el Kremlin, todavía es “aventurado” conversar para lograr un acuerdo de paz, y está visto que no existe necesidad, ni interés, en ofrecer un final inminente.

A veces, sería potable ingerir algún suplemento dietario a base de fosfolípidos y vitaminas, para mejorar la función cerebral – especialmente la memoria – a efectos de tener presente que, la estructura de 28 puntos propuestos por Donald Trump, son un “refrito” de los aspectos conversados con Putin en la pasada “Cumbre de Alaska”, aunque el frío de Anchorage sirviera para “templar” algunos puntos del plan ahora convertido en prepotente texto impuesto, y con falta de equidad.

Indudablemente, el término del conflicto bélico depende de la aprobación de Ucrania, y también del consentimiento europeo, pues, el hundimiento de Kiev en buena medida es responsabilidad de la política europea, hecho que, en cierta forma, determinaría interminables incidencias, majaderos movimientos con expresiones ideológicas, y lejanas remembranzas para exacerbar en futuros prolongados tiempos.

Si el presidente Volodímir Zelenski, y la “Organización del Tratado del Atlántico Norte” aceptan las condiciones, el “Acuerdo de Paz” comenzaría al mismo instante de la firma, con una vigencia por 10 años, y estableciendo una “Comisión de Supervisión” conformada por socios europeos, y de Estados Unidos, observando el cumplimiento.

Si Zelenski no aceptara, Donald Trump dispondría retirar su apoyo, y el articulado favorecería al Kremlin, evidenciando a flor de piel figuras excéntricas, extremismo incómodo, y un centro desplazándose, dejando de estar en el medio.

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