Editorial

¿Federalismo?

César Garcia Acosta

Se realizó en Florida el encuentro «Descentralización y Federalismo en Uruguay del Siglo XXI» organizado por el MPP, en el que comparecieron los expresidentes José Mujica, y los intendentes Carmelo Vidalín (Durazno) y Yamandú Orsi (Canelones). También estaba Juan Giachetto (ex intendente de Florida). La idea es imaginarse un país más dinámico.

Si se pone el foco del análisis en la mejor forma de administrarse, difícilmente pueda llegarse a un consenso sobre el objetivo final, porque si el debate ideológico propuesto por el MPP es `federalismo vs. Centralismo´, y en el poder durante 15 años estuvo en manos de los frenteamplistas, difícilmente pueda justificarse por qué hicieron tan poco para que los gobiernos de cercanías hayan mejorado sus performances institucionales, y el Estado –como centralizador- haya cedido al menos un poco su inmenso poder.

Los tupamaros –parte medular el MPP- se levantaron en armas a fines de los años sesenta entre otras cosas por temas como éste. Veían al Estado como un pulpo que todo lo acaparaba y a Montevideo como el parásito del país. Esta dicotomía es la que abrió la brecha “campo/ciudad” que aún no encuentra respuestas válidas para justificar sus motivaciones, las que no pueden obviar la existencia de un núcleo básico de expectativas confluyentes de modo vertiginoso en las ciudades capitales.

Yamandú Orsi dijo al referirse a la descentralización que traer el pensamiento artiguista sirve para marcar el rumbo, ya que Artigas dice que la capital no debía estar en Buenos Aires, pero tampoco en Montevideo. Dijo que el país surgió de una manera muy centralista y fue la causa de que Aparicio Saravia luchará para también para descentralizar el país. Dijo que se creó «una patria con un país muy escorado» sobre la costa, con una visión, por ejemplo, en el tren, que fue muy extrativista, por la forma en que fue creado. Orsi habló sobre cómo ha evolucionado el papel de las intendencias «las cuales hoy realizan tareas infinitas» hasta con salvavidas o seguridad con la instalación de cámaras de vigilancia. Los gobierno departamentales son la pista de aterrizaje de todas las políticas» sostuvo. También destacó el rol del Congreso de Intendentes dónde los jefes comunales «se paran todos frente al gobierno nacional, sin importar su color político».

Carmelo Vidalín, por su parte, recordó que se conmemoraba un nuevo aniversario de la muerte de José Artigas, lo cual era una fecha propicia para «encontrarnos ciudadanos de diferentes partidos para intentar acortar la grieta, que algunos pretenden que exista cuando debemos hacer eventos de estas características para pensar en un futuro venturoso». Emocionado dijo que homenajeaba a Andrés Arocena, Juan Justo Amaro y Carlos Enciso «porque con ellos Dios me dio la oportunidad de trabajar en el Congreso de Intendentes». Vidalín dijo el tema que la descentralización viene desde la época de los romanos y después lo tomaron los españoles, pero más tarde ellos volvieron al centralismo.

Explicó que desde 1935 no ha existido una modificación a la ley orgánica municipal. El intendente de Durazno recordó los cambios políticos que se han registrado y como han ido afectando las intendencias y en los fondos que reciben desde el gobierno central. “Yo soy de los que recaudo de verdad» dijo Vidalín. Acotó que “a nosotros, los intendentes, nos gusta decir que los gobernantes de la capital están de frente al mar y de espaldas al interior. Pero cuando me hago un análisis verdadero de consciencia, me cuestiono, y digo: ¿y yo no estaré de espaldas al interior de mi departamento, que es aquel que permite que los que estamos en la ciudad tengamos las ventajas que otros no tienen? Me lo cuestiono muchas veces. Entonces, tenemos que trabajar mucho, sin importar quién esté en el gobierno -porque los tiempos electorales están mucho más adelante-.”

La verdad es que siento un aprecio muy fuerte por Orsi y Vidalín, pero esperaba mucho más de este debate que los tiene a los dos al frente de muchas de las decisiones intergubernamentales que suceden o no. No alcanza con criticar al país en su estructura institucional –semifederalista en mi opinión- para dejar entrever que si fuera de otra la realidad, federalista, por ejemplo, sería mejor.

Pero todo se agrava ante la falsa dicotomía del país enfrentado, el mismo de la “tierra purpúrea”, ese que despojado de la fe de las mayorías, hace prevalecer sólo el interés de las ciudades en perjuicio del resto del país.

Por cierto que todo esto da para mucho más, pero como síntesis del Uruguay que tenemos, alcanza con decir que si queremos cambiar debemos apelar a mejorar los derechos constitucionales que le otorgan al gobierno nacional el manejo del 96,67% de los ingresos del Estado provenientes de impuestos, mientras que a los 19 gobiernos departamentales –juntos- sólo les asignan en 3,33%.

¿Puede alguien ante estos porcentajes sostener que el federalismo es la solución para todos los males? ¿Puede un ex presidente afirmar que es propenso a las transformaciones de un Estado, cuando no hizo nada  para revertir las cosas cuando tuvo el mando?

Decían los tupamaros “patria para todos o para nadie”, pero jamás propusieron cuando llegaron al gobierno transformaciones tan marcadas como la de variar significativamente estos porcentajes. Tampoco hicieron la revolución agraria ni aplicaron impuestos a los capitales.

No hay gobierno sin recursos, pero mucho menos habrá ideas sin el sinceramiento necesario para que más allá de los números circunstanciales, dejen claro que el tema es no querer perder el poder.

Como punto final: no veo a nadie en el actual gobierno (y tampoco en la oposición), que quiera ceder una mínima cuota de poder para descentralizar. Quizá por eso se habla mucho del tercer nivel de gobierno, el municipal, pero se dice muy poco que se debería transferir desde el gobierno nacional en favor de las Intendencias primero, para recién después empoderar al eslabón más débil de la cadena gubernamental.

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