Final de un largo camino
Marcelo Gioscia
El domingo 24 de Noviembre pasado, se vivió una tranquila jornada, donde nuevamente nuestro país ofreció a la región y al mundo, un ejemplo de democracia. A escasos sesenta minutos de haberse cerrado las urnas, los datos del escrutinio primario, mostraron quién había resultado electo en el balotaje.
Se confirmó la ventaja del Frente Amplio -que supieron anunciar casi la totalidad de empresas encuestadoras- y la Coalición Republicana debió reconocer su derrota. Al final de un largo camino electoral, el Soberano se había pronunciado, y en todo el territorio nacional con las mayores garantías, cada una de las comisiones receptoras de votos supo cumplir con su trabajo, bajo el control de la Corte Electoral y de los Delegados de cada una de las fórmulas que llegaron a esa instancia. No fue necesario dilatar más los anuncios, y los militantes de cada sector recibieron por un lado, con euforia y alegría su victoria y por otro, con tristeza y desazón, la amarga comprobación de no alcanzar el triunfo que anhelaban. El clima fue benévolo durante casi todo ese domingo, y el viento y la lluvia intensa, dieron un baño importante a quienes, luego del discurso de la fórmula agraciada, celebraban -en el lugar previamente asignado- la reconquista del poder, luego de su revés electoral de 2019. Las muestras de júbilo se manifestaron en las principales ciudades de nuestro territorio, mientras en la sede de quienes resultaron vencidos, se reconocía públicamente el triunfo del adversario. Allí poco a poco, los espacios quedaron vacíos y se desmontó la estructura en la que se había previsto pudiera celebrarse, si otro hubiera sido el pronunciamiento del Cuerpo Electoral. Ambos grupos de ciudadanos fueron protagonistas de un suceso histórico y al final de “la fiesta” (al notable decir y cantar de Juan Manuel Serrat) por cierto…con sentimientos muy distintos, cada quien volvió a su rutina cotidiana -alejada de la fanfarria, los gritos y excesos (algunos destemplados) propios del momento- “y con la resaca a cuestas, vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a sus riquezas y el señor cura a sus misas”, con la certeza de integrar grupos muy disímiles, pero ambos con la sana esperanza de un mañana mejor para todos. Nuestro país merece un futuro donde siga reinando la libertad, donde se premien los logros basados en el esfuerzo y el trabajo, nuestro país requiere del concurso de todos, donde las promesas se cumplan. Porque una de las características de nuestra marca país, es el cumplimiento de nuestras obligaciones, aún en circunstancias tan adversas como las que nos tocó vivir en la crisis financiera del 2002. Necesitamos fortalecer el criterio de la libertad responsable, para seguir profundizando formidables cambios que -pese al revés electoral- la Coalición Republicana ha impulsado. La ciudadanía no alineada políticamente -que en definitiva ha sido la que inclinó la balanza- sabrá aquilatar en su momento, si su opción fue la correcta, y quien en verdad le hubiera brindado mayores garantías de certeza. A retemplar los ánimos y a seguir, las departamentales están allí nomás.