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«Funes, el memorioso»

Daniel Manduré

En algún momento vamos a poder decir que lo peor ha pasado. Esperemos que ello ocurra en el menor tiempo posible.

De lo que si estamos seguros que ya nada será igual, ni en lo sanitario, económico, ni en el mundo del trabajo ni en lo social.

Mientras continuamos extremando nuestros cuidados, como tantas veces ha ocurrido, la humanidad espera ansiosa los resultados de uno de los principales escudos de protección, la vacuna.

En ese espinoso camino van quedando muchas vidas, familias destrozadas, miedos, angustia y mucho dolor.

Eso lamentablemente no lo va a poder cambiar nadie.

También llegará el momento del reconocimiento, agradecimiento y memoria.

Reconocer y agradecer a quienes han estado y siguen estando en esa primera trinchera de lucha.

A la comunidad científica y su invalorable aporte, honorario y desinteresado.

Pero también, cuando pasemos raya, será momento de tener memoria y recordar.

Donde se paró cada uno en los momentos de mayor incertidumbre y angustia.

Recordar a quienes se dedicaron a construir y a quienes solo intentaron bombardear los cimientos de quienes construían.

Quienes hacían y quienes solo criticaban.

Quienes adoptaron actitudes responsables y quienes no. Los gestos de grandeza que adoptaron muchos frente a la pequeñez de otros. La solidaridad que emocionaba frente al egoísmo que indignaba y rebelaba.

Nos ha servido para valorar lo importante y dejar de preocuparnos por las nimiedades.

Detenernos y apreciar cosas que tal vez pasaban como de largo por nuestras vidas, porque eran normales y que hoy adquieren un valor supremo…un abrazo, un beso, una reunión con amigos.

Solo se necesita un par de horas sin luz para sentirnos perdidos, una mañana sin agua para valorar la importancia de ese vital elemento, y también que limiten ese valor sagrado de toda sociedad democrática, como la libertad, para tomar conciencia de su verdadero alcance.

Aprendimos que libertad y seguridad no son enemigas. No deberían ser vistos como elementos contrapuestos o contradictorios. No se debe mal usar una para coartar la otra ni por el ejercicio de nuestro libre albedrío terminar afectando a otros. Ese libre albedrío tendrá sus implicancias éticas y morales si terminamos perjudicando a otros…por aquello de que mis derechos terminan donde comienzan los derechos de los demás.

Toda la libertad posible… siempre!! ejercida con responsabilidad.

Toda la seguridad necesaria cuando de velar por la salud e integridad de nuestros ciudadanos se trate.

Aquí comienza otro aspecto a valorar…la importancia de un estado presente. Mientras algunos siempre procuran su desintegración y reniegan de él, hoy queda en evidencia su importancia, cuando de velar por los más débiles y vulnerables se trate.

Apelar a la memoria para recordar de que lado estuvo cada uno.

Quien extendió la mano solidaria y quien solo mostró un puño crispado.

Quienes promovieron caceroleos a tres días de iniciada la pandemia, en los momentos de mayor incertidumbre.

Quienes gritaron cuarentena total y después negaron haberlo hecho.

Quienes piden toques de queda y medidas prontas de seguridad aunque las bautizen de otra forma.

Quienes exigan menor movilidad pero se niegan a votar leyes que las prohiben.

Quienes amenazan y extorsionan con aglomerarse si no les votan prórrogas para juntas firmas y derogar una ley que ellos mismos votaron en más de  la mitad de sus artículos.

Memoria para recordar quienes en el momento más delicado del país pidieron la renuncia del Ministro de Salud a pesar de su muy buena gestión.

Los que pidieron como la gran solución una renta básica por tres meses y que hoy a más de un año de pandemia de haberla aprobado estaríamos fundidos (esa película ya la vimos con los que gritaban default en el 2002).

Hay que recordar todo, incluso lo que decía el subsecretario de Salud del Frente Amplio unos días antes del fatídico marzo del 2020, antes de dejar el gobierno…»me preocupa más el dengue y el sarampión que el covid, porque es de muy baja mortalidad y menos contagiosa».

Hay que recordar todo…

Aquí es cuando queremos mencionar esa obra de ficción de Jorge Luis Borges: «Funes, el memorioso» y apelar a la memoria recordándolo todo.

Esa historia de Irineo Funes quien después de caerse de su caballo y recibir una gran lesión en la cabeza adquiere el asombroso talento de recordar absolutamente todo, con una prodigiosa memoria. Era capaz de aprender latín a la perfección con el solo hecho de realizar una ligera lectura de textos.

Memoria para recordar de que lado del mostrador estaba cada uno en los momentos más angustiantes.

Recordar como aprendizaje, para analizar. Tener memoria como instrumento valioso para dotar a la vida de sentido.

Esto ya va a pasar y que cuando suceda que nadie nos quiera distorsionar la historia, como ha sucedido en otros temas.

Pensar, analizar, razonar, pero también recordar.

Hagamos como «Funes, el memorioso» y recordemos todo…siempre.

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