Política nacional

I.A.V.A. entre la rica historia y el dogma

Daniel Manduré

¡Que mal que estamos! Una controversia que debería tener, si todas las partes ponen lo suyo, una rápida y sencilla solución. Una leve brisa a la que algunos de los involucrados transformaron en un gran tsunami.

Se les comunicò a los alumnos que el único lugar posible para construir una rampa de acceso para personas con problemas motrices era el pasillo que hoy utilizan ellos como espacio de reunión gremial. Que elijan un salón cualquiera, en el mismo piso, ya que se habían negado a ir al subsuelo donde inicialmente se les propuso, pero también se negaron.

Si ellos aceptaban, el problema terminaba. Es una situación de solidaridad, empatía y sensibilidad, que va a facilitar el ingreso a personas con diferentes discapacidades. Por el contrario, algunos alumnos se atrincheraron allí y decidieron ocupar el edificio.

No solo negaron mudarse, sino que encadenaron y colocaron un candado que ni siquiera el director, autoridad máxima de la institución, contaba con una llave. El que además se negó a solicitarle a los alumnos que revean su postura, incumpliendo las directivas de secundaria, autoridades de las que depende jerárquicamente

Allí las autoridades de la enseñanza le inician un sumario para investigar la situación, considerada grave. Con separación del cargo y retención del 50% de sus haberes. Un proceso administrativo que ofrece garantías y que el propio director podrá revertir si logra demostrar que la ley y la normativa vigente lo ampara.

Un lugar, con una gran trayectoria académica, declarado monumento histórico nacional, el único en toda la Anep en esa condición. Es importante recordar que en él se albergan, además, otras dependencias con valores únicos, como la Biblioteca Central de Secundaria, con valiosas colecciones, como un ejemplar de “El Quijote” del siglo XVI y una colección completa de la Revolución Francesa. Además de su riqueza arquitectónica.

Lamentablemente ese espacio utilizado por los jóvenes con fines gremiales no hace honor a esa rica historia. Se encuentra en un estado deplorable.

Valores subvertidos y relatos distorsionados como corolario de una situación tan triste y vergonzosa como ridícula.

La libertad nunca es libertinaje. El ejercicio de la autoridad no es autoritarismo.

 Mis hijos hasta no hace mucho eran adolescentes. Comparto la natural rebeldía que los caracteriza y que nosotros teníamos a esa edad. Intento entender sus nuevas formas de expresión, de ver y definir sus movimientos culturales y artísticos. Los valoro y hasta los comparto. Hasta puedo entender ese espíritu que ellos denominan “revolucionario” y que algún joven mencionaba en su relato ante medios de prensa.

Lo que nunca va cambiar más allá de generaciones diferentes son algunos valores, como el respeto y la tolerancia.

El desastroso estado en el que se encuentra ese espacio gremial, de abandono y mugre nada tiene de cultural, artístico y menos aún de revolucionario.

Lo único que ha logrado todo esto es fomentar los radicalismos, esas posturas que se nutren del enfrentamiento, de concepciones dogmáticas y hasta totalitarias que buscan cualquier conflicto, para transformarlo en una gran causa nacional, casi que de vida o muerte.

Como siempre en estos casos, el hilo se corta por el lado màs débil, una amplia mayoría de estudiantes, miles y miles en todo el país, que quedan sin clases. Con un inescrupuloso Fenapes que agazapado, siempre aprovecha situaciones como esta para pegar el zarpazo.

Por ese camino vamos muy mal.

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