Política nacional

A no chuparse el dedo

Daniel Manduré

“Que vengan Cherro y Robert Silva de la mano a pedirnos la llave”

Esa es una de las tantas frases emitidas por los alumnos en un acta del 30 de marzo cuando se les solicitó puedan entregar la llave del pasillo en cuestión. Tan soberbio, como intransigente e irrespetuoso.

Se les explicó con claridad el tema  y la buena disposición de las autoridades de llegar a un acuerdo. En esa acta figura también la firma de todos los involucrados: autoridades de la enseñanza (3 inspectores), el director del instituto, la subdirectora y los representantes de los alumnos. Allí, en esa reunión se les brindó alternativas para llegar a un acuerdo. Incluso la subdirectora les propuso que, si el problema de no aceptar ir al subsuelo era por un tema de visibilidad, que eligieran un salón del mismo piso, que no había problema.

Los alumnos se negaron una y otra vez, diciendo que ya habían votado quedarse allí y que nadie los iba a mover, aduciendo incluso que el ceder hoy, era perder la lucha iniciada el año pasado.

Cuando se le solicitò apoyo al director, este dijo que estaba de acuerdo con los alumnos y que no iba a acatar dicha medida e incluso hizo referencia que en el pasado ya había tomado el mismo camino, de no acatar una orden de la jerarquía. ¿Qué otra cosa quedaba por hacer, ante esas respuestas?

A no engañarse, el problema de fondo no es el pasillo utilizado como espacio gremial, no es siquiera la sanción al director, el tema de fondo es la gran resistencia a la transformación educativa. Todo momento y situación van a ser propicios para instalar un ambiente de conflicto y caos, aún utilizando temas que en cualquier otra circunstancia y ante gente bien intencionada y razonable hubiera sido muy sencillo de resolver.

Esa transformación educativa también encierra una lucha por el poder, donde unos deben volver a ejercer el principio de autoridad que había quedado por el camino estos últimos 15 años y otros que ante la pasividad de esos últimos tres gobiernos hacían y deshacían a su antojo, excediéndose y extralimitándose en sus facultades y atribuciones y que hoy ven como ese poder se debilita. 

La manija contínua ejercida por actores políticos y sindicales está siendo demencial. Lo que uno escucha parece hasta salido de una obra teatral tragicómica. Donde se ha llegado a comparar esta situaciòn con momentos oscuros y trágicos por los que tuvo que vivir la república en la década del 70. Se habla de fascismo y autoritarismo. Todo por una simple mudanza. Es de no creer.

Solo basta ver cuánto tiempo le llevó al presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, hacerse presente en el lugar, para darse cuenta de la politización y especialmente de la partidización de un tema, que en sus inicios era de una sencilla resolución.

La excusa es el sumario al director, cuando cientos son las investigaciones y sumarios que se inician en el año y por diferentes razones en la administración pública. El grado de proporcionalidad de la medida y la justificación de ella, la dan las autoridades basadas en la normativa legal. El investigado tiene todas las garantías para demostrar y revertir cualquier resolución injusta que lo afecte, si demuestra que la razón y la ley lo ampara.

Imaginémonos si en cada uno de esos sumarios, iniciados por la administración pública en cualquiera de sus dependencias se adoptara la medida de ocupar y parar. Es de locos.

Un día deciden ocupar algunos alumnos, al otro día lo hacen algunos profesores, mientras tanto la inmensa mayoría, de unos y de otros, los que viven alejados de este barullo casi que irracional, ven perder un día màs de clase.

Acá nadie se chupa el dedo, todos saben dónde está la madre del borrego, aunque algunos prefieran mirar para otro lado.

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