Historia

JULIO MARÍA SANGUINETTI:

Historia  reciente, política  e ideologías

Jorge Nelson Chagas

Nunca imaginé que un simple comentario sobre mi asistencia, el martes 28 de febrero,  a la presentación de un libro del Dr. Julio María Sanguinetti sobre los sucesos de febrero de 1973 pudiera desatar pasiones tan enconadas tanto en Facebook como en comunicaciones privadas que he recibido. El tema derivó hacia “la teoría de los dos demonios”, el escuadrón de la muerte, la ley de enseñanza, la estrategia de Henry Kissinger,  el Plan Cóndor, la ley de Caducidad e incluso, hay quién expresó que Sanguinetti me tenía  “obnubilado”… (¿?) La biblia y el calefón. 

Sinceramente estoy sorprendido. Expresé textualmente: “Excelentes exposiciones de Sanguinetti y Alfonso Lessa. Todavía queda mucho por investigar de esa etapa amarga de la historia nacional. Cada día aprendemos algo nuevo”. Usé el término “excelentes” – y no me arrepiento de haberlo hecho –  porque el oírlas me hizo pensar mucho sobre febrero de 1973. Se me plantearon varias interrogantes y advertí que todavía quedaban puntos oscuros por indagar. Eso es todo. No leí aún el libro, así que no puedo abrir opinión sobre su contenido. 

Parece que una parte importante de los uruguayos no hemos podido superar el pasado reciente. Los años 60-70 pesan en la memoria y reaccionamos instintivamente según nuestras creencias político-ideológicas.  ¿Qué podemos hacer los historiadores ante esta realidad? Me estoy convenciendo que no basta con ayudar a los ciudadanos de a pie   a comprender lo sucedido. Creo que debemos ir más allá y explicar, de la mejor manera posible, cuál es la función de los historiadores. Dicho en otras palabras: explicar cómo trabajamos. Cuáles son las claves de nuestro oficio. Busquemos un ejemplo práctico: el papel de Sanguinetti en el  pedido de renuncia a Bordaberry en febrero de 1973.

Yo conozco al menos tres testimonios de los protagonistas de ese hecho. El primero es del propio Sanguinetti. En el libro de Alfonso Lessa “Estado de Guerra” afirma que él era contrario a solicitarle a Bordaberry la renuncia “Yo aprendí con Luis Batlle, hace mucho, que los presidentes salen caminando el día que entregan la banda o con los pies para adelante”  (Pág.192).  Ahora bien, el propio Bordaberry  en el libro de Miguel Ángel Campodónico  “Antes del silencio” expresa que “el doctor Sanguinetti me pidió que renunciara” .Bordaberry reconoce que Sanguinetti lo negaba, pero él lo recordaba muy bien. “ Yo no tengo deseos de polemizar con Sanguinetti, digamos que uno de los dos está equivocado” (Pág. 96).  Existe una tercera versión, Wilson Craviotto en su libro “La verdadera historia jamás contada” no menciona a Sanguinetti, pero relata que la lista 15 no había salido a la calle a defender a Bordaberry -como sí lo había hecho cuando Jorge Batlle estuvo preso- y  “también jugaba a la renuncia” (Pág. 194).   

Ahora  bien, aquí tenemos tres testimonios de protagonistas de hechos ocurridos tiempo atrás y dos de ellos contradicen al otro. ¿Qué actitud debe asumir el historiador frente a ello?  Lo primero: ir directamente a las fuentes de la época. En historia es fundamental comprender que los hechos suceden en un tiempo y espacio determinados. Por eso debemos ser cuidadosos con los testimonios que desde este presente relatan episodios ocurridos bajo un contexto diferente al actual.

Veamos: cuando estalló el conflicto el diario Acción- que respondía a la 15- tuvo una posición claramente institucionalista. Incluso elogió la actitud legalista de la Armada. Según informó Acción en la noche del jueves 8 de febrero, legisladores del sector llegaron a Casa de Gobierno y se entrevistaron con el presidente. Entre ellos se encontraba Sanguinetti que habló con Bordaberry. Sin embargo, la idea de la renuncia de Bordaberry circuló profusamente dentro del Partido Colorado.

El lunes 12 el rumor que los legisladores quincistas y reeleccionistas le habían  pedido a Bordaberry que renunciara, anduvo por los pasillos de las redacciones. El Día informó, el día 12, que ambos grupos colorados habían demandado su alejamiento del cargo para luego rectificarse (Pág.1 y 2).  La Mañana también publicó la noticia el día 12 (Pág.3). Sin embargo el día 13 Acción informó que “para evitar algunos equívocos”, reafirmaba que Unidad y Reforma seguía respaldando a Bordaberry. “En cuanto a la conversación que mantuvo el diputado Sanguinetti con el Presidente (…) fue un diálogo personal y amistoso” (Pág.2)

O sea que todo indica que la famosa conversación de Sanguinetti con Bordaberry fue la noche del jueves 8. Es muy sugestivo que Acción se refiera a ese punto. Los trascendidos sobre qué le habría dicho Sanguinetti al presidente fueron demasiado potentes para que no mencionaran el tema. Estaban obligados a pronunciarse.

Por cierto, está la crónica que el propio Sanguinetti publicó en el diario La Opinión de Buenos Aires, en ese mismo tiempo, dónde admite que le sugirió a Bordaberry “como amigo” que abandonara el cargo.

¿Qué debe hacer el historiador con esta información? Muy sencillo: tratar de comprender lo que pasó.

Mi opinión: Es imposible que Sanguinetti haya actuado sin conocimiento de la lista 15. Unidad y Reforma quedó en una situación muy delicada. Atrapada entre la lealtad institucional hacia un presidente  que no tenía votos propios  ni vocación política, además de no actuar bien con ellos cuando la prisión de Jorge Batlle, y una rebelión militar (que parecía tener un tufo peruanista), que buscaba evitar. No podían pedirle formalmente la renuncia, pero sí intentar una gestión personal y reservada para convencerlo de irse. ¿Había otro  que reuniera las condiciones personales y políticas de Sanguinetti para intentar esa movida tan delicada…?            

A mi juicio esto es lo que sucedió y explica lo escrito por Sanguinetti en La Opinión de Buenos Aires. Cuando la gestión fracasó y se conoció lo hablado, la lista 15 no podía dejar colgado del pincel a Sanguinetti. Pero, sin desautorizarlo frontalmente, dijo que había sido una charla cordial entre amigos.   

Y bien. Más de uno me podrá decir que es injustificable que Sanguinetti años después cambiara su propia versión de los hechos. Señores y señoras, ¡Sanguinetti es un político! La política y la historia no congenian. Tampoco la historia congenia con las ideologías Me animo a decir que son tres enemigas.

Somos los historiadores los que debemos – dentro de nuestros límites –  ayudar a comprender,  no juzgar, los hechos históricos, aún los más polémicos.

Compartir

Deja una respuesta