La nueva universidad de los Gremialistas
Claudio Rama
Históricamente existen muchos tipos de universidades por su gobernanza (poder y gobierno), por las características de sus sectores dirigentes así como por sus objetivos institucionales y su rol en las sociedades, permitiendo apreciar roles y funciones diferenciados, así como también niveles de eficiencia. Desde la universidad de investigación de Humbolt o la universidad profesional y republicana de Napoleón, las universidades estatales de los países socialistas, las universidades regionales alemanas e incluso las de América Latina, o las universidades religiosas o corporativas alrededor del mundo, la diversidad institucional ha sido la tendencia creciente. También ha habido una evolución y en América Latina pasamos de las universidades coloniales y religiosas de la evangelización a las universidades públicas de los doctores luego de la independencia, para conformarse el arquetipo durante el siglo XX de la universidad autónoma con variados niveles de cogestión.
Esa larga transición llevo también desde el monopolio universitario a sistemas universitarios diversos con múltiples tipologías.
También se pasó del gobierno a cargos de burócratas públicos a elites profesionales para finalmente derivar en nuevas formas endogámicas corporativas de internas del poder. En ese camino también se pasó por las universidades populares como las que impulsó el APRA en Perú o más cercanamente por las llamadas universidades revolucionarias de los 60 bajo la hegemonía de los movimientos estudiantiles y las radicalizadas capas media de entonces. En ese proceso también destaca la conformación de un tipo de universidad pública cuya gobernanza era correa de transmisión de los partidos populares o de movimientos radicales de izquierda o inclusive de guerrilleros.
Cuando a fines de los setenta se produjo el caos universitario y la masificación descontrolada, pasamos de la universidad monopólica cogestionada pública a un sistema universitario binario público y privado con un creciente peso de las lógicas de mercado.
En este escenario también se fragmento lo público entre viejas universidades autónomas politizadas y centradas en la absorción de las demandas de acceso con una gobernanza corporativa y nuevas universidades más elitistas, especializadas, más centradas en la calidad y con nuevas formas de gobernanza.
Pero en el nuevo contexto público, las universidades e instituciones de educación superior también han ido pasado desde una gobernanza colegiada académica, al gobierno dominado por los gremios y sindicatos educativos.
Así, en muchos países, las universidades de izquierda públicas ya no son gobernadas por las elites académicas, ni son cadenas de transmisión de los partidos políticos, sino responden a lógicas corporativas de sus gremios y sindicatos internos y con creciente autonomía de otros actores y cuyos fines son cada vez más lejos de la diversidad o la calidad. Son militantes gremiales, resultado del endogenismo académico e institucional financiado con recursos públicos, con decreciente atención a la eficiencia y calidad, que impulsa estructuras académicas no basadas en los méritos sino de esas fuerzas corporativos que organizan las formas de ascenso y distribución de beneficios.
En este escenario de gobernanza gremializado los estudiantes participan a través de la gratuidad y creciente cantidad de becas, con una educación con decrecientes exigencias de calidad, en tanto son el brazo operativo de la lucha por los presupuestos y los salarios docentes.
De las viejas corporaciones académicas de docentes apalancadas en la reputación profesional, se ha paso a protagonismos universitarios de dirigentes gremiales justadores de votos, repartidores de favores y militantes de jornada completa en la “nomenclatura” weberiana de gestión de rectores académicos de prestigio o gestores experimentados se ha pasado al gobierno de los centros educativos superiores por sindicalistas y mediocres docentes.
En México se diferenciaba los gobernantes entre príncipes, gerentes o políticos, como tipologías del gobierno universitario y la gobernanza a medida que las instituciones se hacían más complejas y grandes, pero hoy se está pasando a una nomenclatura universitaria gremial que escala en las instituciones al amparo de los votos y políticas clientelares.
Ellos han terminado gobernando las universidades e imponiendo una nueva lógica sindical dentro del triángulo de regulación de TROW que fijaba al mercado, la academia y el gobierno como los pivotes del gobierno.
En Uruguay la cogestión, la falta de políticas de calidad y la autonomía de los sistemas educativos han derivado claramente en la universidad de los Gremios.
El nuevo rector de la UDELAR, el presidente del CFE, de la UTU o el de la ANEP son parte de esta nueva clase de gobernantes educativos cuyo currículo dominante son cargos y carreras gremiales, con un poco más o menos de dependencia de estructuras partidistas de la izquierda, también a su vez gremializadas y sindicalizadas.