Historia

La raíces del golpe militar

Jorge Leiranes                  

Siguen acuerdos y turbios negocios Tras la tregua de junio del 1970, pactada entre Tupamaros y Nacionalistas [básicamente Herreristas] surgió una suerte de alianza secreta, entre ambas formaciones. Situadas en posiciones antagónicas, sostenían puntos de vista claves, concordantes, que viabilizaron la inaudita  relación.

Cuando -dos meses antes- en la noche del sábado 4 y la madrugada del domingo 5 de abril, un grupo armado del MLN, actuando como si fuesen una unidad de fuerzas especiales, atracaron la fastuosa residencia de la familia Mailhos, comenzó para la insurgencia una nueva fase, que en un principio se creyó signada por Abundia [la diosa de la fortuna en la de la mitología romana].

En la casona de 8 de Octubre 2285 en esquina con 18 de Julio, propiedad de Luis Eduardo Mailhos Queirolo, funcionaban las oficinas de la empresa tabacalera, en las que trabajaban unas quince personas -entre ellas, desde hacía seis años, Roberto Barbeito Felippone, un joven de poco más de veinte años, apodado “el negro Darío”, de carácter muy reservado- y el matrimonio de caseros integrado por José y Araceli.

En la tardecita del sábado, Barbeito, llamó por teléfono a Araceli para avisarle que pasaría por la casa a retirar algo que había olvidado. A las 9 de la noche llegó el joven acompañado de una pareja. En cuanto la casera les abrió, rápidamente la redujeron y encerraron junto a su marido en una habitación. Por la entrada de garaje de la calle Colonia inmediatamente libraron el acceso a un camión, con el resto de la banda extremista. Por horas -los integrantes de la Columna 10, liderados por Efraín Martínez Platero, bajo la coordinación operativa de Mauricio Rosenkof y con la pericia técnica del ingeniero Juan Almirati Nieto- estuvieron picando las paredes hasta poder desmontar la pesada caja de caudales. Ya próximo al amanecer, raudamente salieron en el camión rumbo al enterradero previsto: una chacra de Camino de los Viñedos y Cuchilla Grande [hoy Germán Barbato]. Según cuenta Diego Fischer en su libro, Las monedas de Mailhos, “cuando lograron abrir la caja fuerte se encontraron con un tesoro mucho mayor al esperado. Se repartieron el botín entre los seis integrantes del comando…”. Organizado por la Columna 10, entregado por un empleado con 10 años en la empresa: Roberto Barbeito Felippone, “el Negro Darío”

En su edición del lunes el diario EL PAÍS, informaba del audaz atraco, cuantificando lo robado en 100 millones de pesos [25 mil libras, transmisores, y máquinas]. Con el paso de los días se fue sabiendo que lo hurtado ascendía a un valor aún mayor, se estimaba en 100.000 dólares en efectivo, 50 kilogramos de oro en lingotes [incluidos dos lingotes d 13 kilogramos cada uno] y 25.000 libras esterlinas, además de los libros contables de la empresa.

El Robo del Siglo El asalto a la familia más rica del Uruguay -denominado, la burra, por los Tupamaros- pronto la prensa nacional e internacional, que profusamente se ocupaba del caso,  lo pasó a llamar el Robo del Siglo. Sin embargo, las repercusiones derivadas de la divulgación de las cifras contables de la tabacalera, no fueron menos paradójicas, que las características del saqueo. A poco de conocerse lo sucedido el Ejecutivo decretó -bajo el régimen de Medidas Prontas de Seguridad- la detención y posterior reclusión del dueño de las libras, por la comisión de delitos económicos, de posible defraudación tributaria y un conjunto de medidas tendientes a impedir la negociación de las libras y lingote.

Simultáneamente el MLN, hacía llegar a la casa del juez Grille, acompañado de los libros contables sustraídos, un frondoso informe elaborado por el economista, miembro del movimiento, David Alberto Cámpora Schweirzer. Días antes, la familia Mailhos había hecho llegar al Penal, la propuesta de un donativo de 100 millones de pesos a cambio de los libros; oferta que la Dirección del MLN rechazó, por considerar que el Movimiento debía tener una “conducta intachable en su honestidad y moral revolucionaria”.

La fortuna sustraída en oro lejos de ser la panacea que habría de financiar la mentada revolución, se convirtió en una difícil encrucijada de caminos, dado lo complicado que era convertir el oro en dinero. Varios lingotes fueron vendidos en casas de cambio de Montevideo, pero pagando una comisión que rondó el 10%. Según contó al periodista César di Candia -Marcos Gutiérrez, hijo del diputado nacionalista Héctor Gutiérrez Ruíz- el propio legislador se encargó, en principio, de colocar algún lingote, “hubo un acuerdo político por el cual mi padre les consiguió un contacto para vender uno o dos lingotes”.

El destino del oro de los Mailhos, ha sido desde entonces, tema de especulaciones varias. Se supo de una contribución importante del MLN al movimiento guerrillero boliviano, también del deseo -de la banda de Aníbal Gordon [cuando el asesinato de Michelini y Gutiérrez Ruíz]-  de apoderarse de las libras, que suponían en poder de los legisladores uruguayos. Pero ha sido, sin duda, el financiamiento -por más de un año de El Debate- con la venta de lingotes, la versión más firme -confirmada por varias fuentes anónimas y conocidas- el destino principal del cuantioso botín aurífero de la familia Mailhos.

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