Politica Nacional

Las críticas de Pedro

Daniel Manduré

Pedro nunca se fue del todo. Ha estado emitiendo su pensamiento en sendas notas de prensa.

Apoyando decisiones del gobierno en varias oportunidades, cuando no todos lo hacían.

Lo ha hecho seguramente con convicción, en el acierto o en el error y sin el calorcito de un cargo que lo motive. 

En sus últimas apariciones públicas lo hizo para defender a la exvicecanciller Carolina Ache y discrepar con decisiones del gobierno, señalando especialmente a Bustillo, hasta pedir su renuncia.

Más allá de destacar la persona de bien y la capacidad que sin dudas tiene la joven dirigente Carolina Ache y el gesto digno y nada usual en política de dar un paso al costado, no me voy a referir sobre el tema concreto.

Si lo voy a hacer, sobre lo que para mí es el tema de fondo: el derecho a la discrepancia.

El derecho que tienen los hombres libres a expresar su opinión. 

Es muy común que se confunda en política la lealtad a una causa con la obsecuencia.

De héroe a villano, de referente a traidor, de príncipe a mendigo. Esa facilidad que nos adorna a los uruguayos de transformar la opinión que tenemos sobre un ciudadano en un abrir y cerrar de ojos. Todo va a depender si coincide con nosotros o discrepa.

Lo ubicamos en un pedestal y abundan por doquier las alabanzas a sus expresiones cuando coincidimos con ellas. Dirigentes de la coalición que inundaban las redes sociales compartiendo notas editoriales de prensa de Pedro.

Hablando de su claridad y elocuencia.

Todo adjetivo parecía insuficiente al momento de venerarlo, casi transformándolo en un ser celestial.

Todo ello hasta el momento que comete la “osadía” de discrepar. En un abrir y cerrar de ojos el héroe pasa a ser villano, pretendemos bajar de un hondazo a quien nosotros mismos subimos a un pedestal.

No es así, o por lo menos no debería ser así. Ni héroe cuando coincide ni villano cuando discrepa.

Pedro es un ciudadano dando su opinión, que por supuesto, por el peso político que indudablemente aún tiene, no es cualquier opinión.

Se especula sobre su cambio de postura que para mi no es tal.

Lo que acá se debe tener claro es que formamos parte de un partido de hombres libres, donde no hay o por lo menos no deberìa haber lugar para la opinión única o monocorde.

El apoyo a una coalición, que yo comparto y respaldo, no pasa por decir a todo que sí.

Hay un compromiso basado en un programa de gobierno que es real y con el que hay que cumplir. Eso no está en dudas.

Pero el compromiso no incluye todo, no incluye amordazar nuestro pensamiento.

Yo no sabía que integrar la coalición republicana, a la que reitero, yo apoyo, incluía castrar la opinión.

Apoyar la coalición republicana no significa abandonar nuestra identidad.

He escuchado atentamente a dirigentes colorados, alguno con nombre y apellido y otros que escudados en el anonimato y a los que la prensa menciona como “fuentes coloradas que prefirieron permanecer en el anonimato” que le salieron a Pedro con la plancha al medio del pecho.

Con apreciaciones, adjetivos y especulaciones que no comparto.

El Partido Colorado necesita de todos.

Ojalá que Pedro Bordaberry retorne a la militancia activa, las encuestas lo muestran como favorito, aún alejado.

También necesita de muchos otros hombres que sean posibles candidatos. Necesita a los Tabaré Viera, Robert Silva, Gabriel Gurmèndez, Adrián Peña, Andrés Ojeda, Washington Abdala, Flores Silva y tantos otros que aporten a la causa.

Un partido efervescente, que debata, que discrepe, hacia adentro y hacia afuera.

Un partido con batllistas, con colorados y batllistas, con colorados no batllistas, que no cierre puertas, con brazos abiertos para recibir simpatizantes de otras colectividades o independientes. 

Un partido que no le tenga miedo a la discrepancia.

La discrepancia bien entendida enriquece, la obsecuencia, denigra.

Un partido que aporte ideas.

Unido en la diversidad.

El que quiera un partido monocorde, de pensamiento único, obsecuente, donde sus dirigentes por miedo a perder un cargo repriman su opinión deberían mirar hacia otro lado.

Ese no es el partido que yo quiero, ese no es incluso, el partido que futuras coaliciones van a necesitar.

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