“¡Libertad o con gloria morir!”
Ronald Pais
Laura desayunó temprano, sola. Aún más temprano ya había desayunado su esposo y se había marchado al trabajo.
Subió las escaleras y despertó a sus hijos adolescentes. Volvió a bajar y, mientras ellos iban al baño, empezó a prepararles el desayuno. Encendió el televisor del comedor y si bien no veía la pantalla desde donde estaba, podía oír a la periodista que daba cuenta de otro anciano ex militar que había sido encarcelado por hechos ocurridos hace más de 50 años, cuando ni siquiera Laura había nacido.
Los hijos bajaron, venían riéndose entre ellos, se sentaron a la mesa y la más chica reclamó. “¡Mamá: ¿dónde vamos a ir para festejar mi cumpleaños de 15? Acordate que las opciones eran Bariloche o Buzios.”
Laura movió la cabeza y pensó que para un viaje o fiesta tendría que pedir un préstamo.
“Cuando vuelva tu padre hoy, hablaremos. Y ahora, ¡apúrense que van a llegar tarde!”
Seguramente los chicos irán a estudiar y escucharán al Profesor hablando de la igualdad de género y lo necesario que es modificar la Sociedad patriarcal y de egoísmo capitalista en que vivimos.
En el otro extremo de la ciudad, Ana vuelve a cebarse un mate. Tiene el televisor encendido en el mismo canal que Laura y cuando escucha la noticia de un nuevo encarcelamiento, lanza una exclamación de alegría y zapatea con los pies: “¡Bieen! ¡Otra basura menos!”
Julián, un chico de 17 años que acaba de aparecer le dice:
”¿Qué te pasa mamá? ¿Por qué tan contenta?”
” Otro milico en cana. Otro torturador que recibe lo que merece”, le contestó mientras le alcanzaba el mate.
Julián no dice nada. Se come un bizcocho y recuerda. Ha escuchado lo mismo muchas veces. La mira y recuerda cuando, siendo más chico, su madre, su padre y hasta su abuelo – todos comunistas – lo llevaban a actos, manifestaciones y al Comité Central.
“Los que están aquí son tus camaradas, tus amigos, tus hermanos. No te olvides”, le dijo su padre una vez.
“Cuando gobernemos nosotros, vamos a terminar con todas las injusticias”, le dijo su madre otra vez, en medio de una manifestación.
Fueron miles de mensajes como estos a lo largo de su vida. Es que ellos siempre fueron de la clase trabajadora no de los oligarcas explotadores. Y no se puede traicionar ni a la clase ni al Partido porque pasarías a ser un paria a quien no perdonarían ni tu familia ni tus camaradas.
Muchas veces Julián tiene dudas. Parece que las cosas no son tan así como se las han contado. Sus compañeros cubanos y venezolanos del Delivery en el que trabaja le han dado otra versión de lo que ha hecho el comunismo en sus países. Muy lejos del romanticismo justiciero, muy cerca de la miseria, la prisión y la muerte.
Su madre le interrumpe los pensamientos.
”No te olvides que el viernes tenés que hacerte tiempo para ir a la movilización de COFE. Tratá de llevar a alguien más”. “Ahh! Y el Domingo tenemos que ir a la feria a juntar firmas para el plebiscito”.
Julián asiente con la cabeza, toma su mochila, dice “Chau” y se va.
Seguramente esta noche, mientras miran el informativo de Canal 10 para estar al tanto de las últimas noticias y de lo que dicen los varios voceros del Frente Amplio o del PIT CNT que aparecerán, sus padres le comentarán de algún otro deber o de los argumentos críticos a alguna medida del gobierno que ya les habrá hecho llegar el Partido.
Hoy de noche, en cambio, Laura, su esposo y sus hijos, mientras ven Gran Hermano, charlarán sobre a dónde viajarán en vacaciones. O del próximo recital al que los chicos también quieren ir. Y el esposo comentará sobre el partido de fútbol al que irán con el vecino el Domingo.
A ellos no les gusta hablar de política. Los políticos son todos iguales.
Ni de Historia. Tampoco aquellos que construyeron la patria ni los que la salvaron de ser otra Cuba, figuran en sus conversaciones.
Ni siquiera se han interiorizado de por qué hoy se habla de “prisioneros políticos en plena Democracia”
Si en alguna circunstancia se ven obligados, cantan el Himno Nacional, pero lo hacen automáticamente, pensando en otra cosa.
Nunca asumieron que los enemigos de la Libertad siguen allí y nunca cejan en tratar de avanzar. Ellos, por el contrario, continúan navegando en la comodidad y la indiferencia. No hacen nada para detenerlos y es probable que tampoco lo hagan.
Seguramente porque muchos venezolanos tuvieron una actitud similar, aquel país está cómo está.
Repiten, pero realmente nunca entendieron el verdadero significado de las primeras estrofas del Himno, que ellos creen, son de otros tiempos.
“Orientales, la patria o la tumba.
Libertad o con gloria morir”