Política nacional

Maestros del doble discurso

Marcelo Gioscia Civitate

Ha tomado estado público la intención de este gobierno de Coalición Republicana de permitir el acceso a la información contenida en los archivos de la dictadura militar que padeciera nuestro país desde junio de 1973 a 1984, y no se alcanza a comprender la cerrada oposición del Frente Amplio a que tal medida se concrete. Han pasado más de cincuenta años del golpe de estado, en el que se disolvieran las cámaras legislativas, se proscribieran a los legisladores así como a políticos y a los Partidos Políticos y se estableciera un “estado de excepción”. Sabido es que, los principales “cuadros” de los grupos terroristas, que sembraron con su actuar violentista el camino de ese golpe militar, se encontraban en prisión desde 1972 y que en rigor de la verdad histórica, ninguna de sus balas se lanzaron contra los militares. Todo lo contrario, sus acciones fueron dirigidas contra las instituciones democráticas, que si bien se encontraban débiles, habían hecho de nuestro país un Estado de Derecho, muy distinto a la realidad institucional de nuestros vecinos rioplatenses y latinoamericanos.

La aventura en que se embarcaron los movimientos de tupamaros y de grupos afines a ellos, aplaudieron el quiebre de la institucionalidad, instando a jóvenes estudiantes y a trabajadores a apoyar a los militares golpistas por considerarlos “peruanistas”. Fueron muy escasas las voces “de izquierda” que inicialmente no apoyaron ese golpe de estado. Los excesos y violaciones a los derechos humanos  en que incurrirían las fuerzas armadas desde su soberbio ejercicio del poder, les permitió luego a estos grupos, instrumentar un relato en el que se presentaron, como los “defensores de la democracia y de los derechos humanos” así como “víctimas de la dictadura militar” y tanto ellos, como sus familiares, hasta comenzaron a percibir reparaciones económicas por tales atropellos. Cabe preguntarse ¿cuál es la razón real para oponerse a la apertura de los archivos? Cuando además se garantiza la reserva de los datos personales y sensibles de los protagonistas. ¿Cuáles son los datos que no conviene conozcan los investigadores? Sabido es que “la verdad es hija del tiempo y no de la autoridad” y por ello, finalmente saldrá a luz. Mientras se cruzan ofensas y agravios por este tema, cualquier lector medianamente atento, tiene derecho a cuestionarse la razón de esa cerrada oposición. ¿Es que quedarán al descubierto pactos y maniobras con los golpistas que no les interesa que se difundan? Maestros del doble discurso, presentarse como los casi únicos “defensores de los derechos humanos” les ha dado réditos políticos, además de los económicos… y si salen a la superficie asuntos comprometedores que se mantuvieron ocultos, tal vez sería el fin de estos relatos, que lejos de la “verdad verdadera”, solo buscaron llevar aguas para su molino. En otro orden, pero también vinculado a ese ejemplo de doble moral, la reciente censura que intentó aplicar la directora del Teatro Solís al artista Claudio Rama, exigiéndole para el uso de los espacios que solicitó utilizar, un “lenguaje inclusivo”, nos muestra a las claras la verdadera intención de aplicar una política totalitaria, la que felizmente quedó al descubierto. Ambas conductas son ciertamente inadmisibles en la construcción del Estado de Derecho en el que pretendemos seguir viviendo.

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