Política nacional

Malos pensamientos

Jorge Nelson Chagas

Que el conocido comunicador Freddy Nieuchowicz Abramovich (a) Orlando Petinatti, deteste con toda su alma  a la izquierda no tiene absolutamente nada de malo  Cada individuo es libre de pensar como quiera y nadie tiene que coartar sus derechos. El problema es que él es un hombre público, presentador de un programa, “Malos pensamientos”, con un alto nivel de audiencia. Obviamente no todos sus oyentes son contrarios a la izquierda. Esto lo debería obligar a ser prudente, equilibrado y respetuoso con sus invitados izquierdistas.  Y en el hipotético caso que todos sus oyentes fueran partidarios de la coalición gobernante también debería actuar de esa forma, porque si él considera – legítimamente –  que sus ideas son mejores que las del otro, debe dejar que las exprese sin hostigarlo. Es la clave de un buen ejercicio del periodismo, ideologías aparte.

¿A que viene esta reflexión? Semanas atrás  Freddy Nieuchowicz Abramovich (a) Orlando Petinatti  tuvo una  entrevista con el dirigente de la Vertiente Artiguista Edgardo Ortuño. Intentó, vanamente, acorralarlo. Le salió el tiro por la culata. Sospecho que subestimó a Ortuño. Incluso se dio el lujo de hacer un chiste – no ofensivo – sobre el color de piel de su entrevistado. Felizmente la cosa no pasó a mayores. 

Pero hace unos días atrás, la entrevista a Juan Raúl Ferreira adquirió contornos más agresivos. Le preguntó si era un “traidor”, lo acusó de tener un título académico trucho y de cometer irregularidades como embajador. AL margen que sería bueno saber si  Freddy Nieuchowicz Abramovich (a) Orlando Petinatti posee pruebas concretas de semejantes acusaciones, la comparecencia de Juan Raúl es su programa era para hablar de un nuevo aniversario del retorno a Uruguay de su padre Wilson Ferreira Aldunate.  O sea que no jugó limpio con él. Esto es una cuestión de ética.

Si alguna vez alguien pretendiera coartar la libertad de Freddy Nieuchowicz Abramovich (a) Orlando Petinatti de expresar sus ideas yo me opondría con todas mis fuerzas. Jamás se me ocurriría pedir que lo censuraran.  Todo lo contrario. ¡Que siga adelante, sin traba alguna, con su exitoso programa!

Lo que sí me parecería más honesto de su parte es que dijera abiertamente que no actúa como un comunicador objetivo sino que en realidad es un aguerrido militante político oficialista.

Eso evitaría momentos tan desagradables como los vividos con Juan Raúl Ferreira y daños a su prestigio.

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