Política nacional

Medidas para la frontera: un paso firme hacia una política de Estado

Guzmán A. Ifrán

La frontera norte de Uruguay, particularmente la que comparte con Brasil, ha sido históricamente un territorio cargado de tensiones económicas, diferencias estructurales y desventajas competitivas. Los residentes de ciudades como Rivera, Artigas, Aceguá y Chuy conviven diariamente con una realidad binacional que, si bien enriquece culturalmente la región, también presenta profundas inequidades en términos de precios, tributos y oportunidades laborales.

En las últimas semanas, distintos relevamientos comerciales y comparaciones de precios han reflejado una diferencia alarmante: Uruguay es hasta un 80% más caro que Brasil en una serie de productos de consumo básico. Esta disparidad se traduce en una fuga constante de consumidores hacia el lado brasileño de la frontera, dejando a los comercios uruguayos en una posición extremadamente delicada. El fenómeno, lejos de ser nuevo, se ha agudizado recientemente, generando una presión social y política imposible de ignorar.

El gobierno nacional, encabezado por el ministro de Economía Gabriel Oddone, anunció una batería de cinco medidas específicas con el objetivo de mitigar esta situación crítica. Las medidas apuntan a dinamizar el comercio local, reducir la carga tributaria y facilitar la competitividad de los comercios de frontera.

Las medidas anunciadas incluyen:

– La eliminación del IVA mínimo y una reducción del IVA básico para las compras con tarjeta de débito en comercios ubicados a menos de 20 kilómetros de un paso de frontera.

– La extensión del subsidio total al arrendamiento de terminales POS para monotributistas y pequeños comercios.

– La habilitación a comercios minoristas para importar productos de la canasta básica sin tributos, siempre que estén dentro de un radio de 60 kilómetros del límite fronterizo.

– El aumento del descuento del IMESI en naftas del 24% al 32%, aplicable en frontera con Brasil.

– Una revisión mensual de estas medidas para ajustarlas a las dinámicas de precios y mercado en ambas fronteras.

Si bien algunos comerciantes señalaron que estas medidas son insuficientes y reclaman un enfoque aún más robusto, no puede dejar de reconocerse el valor del gesto y el reconocimiento, por parte del gobierno, de la especificidad de la situación fronteriza. Durante décadas, la respuesta del Estado fue la indiferencia, el tratamiento homogéneo del territorio nacional como si no existieran zonas con lógicas económicas propias. En ese sentido, este conjunto de medidas marca un cambio de paradigma.

Resulta clave interpretar este movimiento no como una solución definitiva, sino como el inicio de una política pública diferenciada que reconozca la singularidad de las fronteras. El país necesita una visión de desarrollo territorial que integre sus zonas limítrofes y que no las condene, como ha sucedido históricamente, a la marginación comercial y laboral.

Concluyentemente, saludamos las medidas anunciadas por el gobierno. Son pertinentes, atinadas, y abren un camino para la concertación de una política diferencial para la situación de la frontera, en especial la frontera seca. Esperamos que esta sea una verdadera política de Estado, que se mantenga en el tiempo más allá del signo político de quien gobierne. Los ciclos partidarios pueden cambiar, pero los problemas de la gente, de los comerciantes, de los ciudadanos que necesitan trabajo en las fronteras, permanecen.

Por tanto, es una muy buena señal la que ha dado el gobierno con estas medidas, que contarán con todo nuestro respaldo para su defensa, promoción, y, por sobre todas las cosas, su profundización y estabilización en el tiempo.

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