Política nacional

Mercosur, entre elecciones

argentinas y Santiago Peña

Lorenzo Aguirre

Luego de veinte años de negociaciones majaderas que nunca llegaron a puerto para firmar de una vez por todas el tratado comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, el presidente de Paraguay, Santiago Peña (Partido Colorado, conservador, derecha, anticomunista), expresa no continuar las negociaciones si las partes involucradas no llegan a un acuerdo antes del próximo 6 de diciembre, momento en el cual, Brasil, traspasará a Paraguay la presidencia del Mercosur. La manifestación por parte del mandatario paraguayo en realidad no presiona a la Unión Europea, más bien podría interpretarse como advertencia al presidente Lula da Silva, quien es dueño de una amplia cuota de oposición a suscribir el acuerdo, hecho que, en cierta forma lo limita para convertirse en líder de nuestro bloque comercial. A decir verdad, su posición ideológica lo coloca como “figura primordial indiscutida” gracias a la condescendencia y poca firmeza por parte de muchos representantes antagónicos que pretenden no dar una imagen radical, aunque el cinturón pierda firmeza, y se les caigan los pantalones. Por otra parte, es oportuno recordar que, a comienzo de año, la Unión Europea presentó nuevas condiciones, estableciendo normas ecológicas en las cuales señala que, los productos agrícolas en zonas forestales, talados ilegalmente en la región amazónica, no podrán gozar de beneficio comercial.

El presidente Lula da Silva está dejando correr el tiempo, pues sabe perfectamente que, Santiago Peña, no tiene suficiente fuerza dentro del bloque sudamericano, en varias ocasiones ha sido ambivalente, y su palabra no es protagónica frente a la Unión Europea.

La demora de Lula da Silva es parte de su estrategia, pues el próximo año en el viejo continente se instala nueva Comisión Europea, habrá renovación en el Parlamento, y por más edulcoraras palabras diciendo poseer serio interés en concretar acuerdos, Francia, Austria, y Países Bajos sufren compulsiva alergia en relación al Mercosur, mientras el resto de la Unión busca mantener un balance interno, pero al mismo tiempo permite en cierta forma endurecer las exigencias.

Asimismo, todo está suspendido en el aire porque llegan las presidenciales argentinas; si gana la izquierda, las negociaciones serán potenciadas, o no, a través de Argentina y Brasil, mientras si las elecciones dan como resultado un cambio radical de gobierno, el triunfo de Javier Milei quizá provocaría una nueva tensión dentro del Mercosur, y obviamente Argentina podría poner distancia respecto a Brasil.

El hecho que, en más de veinte años no se llegara a acuerdos, deja bien claro el poco interés de ambas partes, además de proyectar la inexistencia de credibilidad de los protagonistas.

El inepto presidente Alberto Fernández, ahora habla respecto a la necesidad de demostrar la honorabilidad de su gobierno, poniendo la firma final al acuerdo, “porque el Mercosur, siempre tuvo solidez entre sus miembros”.

Sería del caso fortalecer y ajustar “la” neurona, recordando que, Uruguay, puso en conocimiento a los miembros del “Mercosur”, el interés de negociar con China a través de contratos bilaterales, y también abordar el “Acuerdo Transpacífico” con Australia, Nueva Zelanda, y sus socios, Canadá, Brunéi, Japón, Malasia, México, Chile, Perú, Singapur y Vietnam, pero, a través de una estrategia diplomática elucubrada por Alberto Fernández, se advirtió a nuestro país que, tanto Argentina, como Brasil y Paraguay, aplicarían el máximo rigor jurídico a efectos de evitar el quebrantamiento de normas estructurales al Mercosur, y enviaron un comunicado – firmado por los cancilleres –, el cual, rezaba: “Argentina, Brasil, y Paraguay, se reservan el derecho de adoptar las eventuales medidas necesarias a efectos de defender los intereses en los ámbitos jurídicos”.

Todo el “asunto” – por parte de los “ofendidos” del Mercosur –, en buena medida se movió dentro de un plan izquierdista apoyado por un periodismo bastardeado, con comunicadores flechados políticamente – muchos ignorantes funcionales, otros con aura cretina acompañando una idiocia inenarrable – que nunca se pusieron a leer ni la solapa de algún libro útil para despegarse un poco la dormidera, y dejando en evidencia que, ya no cabe un tonto más, pero todos los días nace uno, que va alimentándose de un fetichismo primitivo, y se aúna con otros, a progresistas izquierdistas remasterizados.

Ahora, la Unión Europea tiene prioridades que atender, más teniendo presente – como señalábamos – los cambios sustanciales en el Parlamento Europeo, y la atención puesta en las nuevas propuestas internas respecto al funcionamiento. Por lo expresado, los 27 miembros están abocados a la forma en la cual se podría ampliar la sociedad, pues existe una larga lista de candidatos para adherirse – muchos de ellos “interesantes potenciales” -, más allá que se pone en juego concepciones de política exterior, medidas para sancionar a Rusia – pero los artículos de reglamentación indican requerir respaldo unánime -, entre otros temas no menores, como la congelación de activos.

Hace unos años, concretamente en 2019, la Unión Europea y el Mercosur llegaron a un acuerdo, pero aparecieron otras demandas por ambas partes, especialmente desde el bloque del viejo continente, donde señalaban exigencias en materia ambiental, las cuales fueron catalogadas de inaceptables por parte del grupo sudamericano.

El problema radica en la existencia de una presión manifestada en ese tipo de acuerdos, conllevando a un sinnúmero de posibles sanciones, y en particular, para Argentina, y Brasil, se trata de una “proyección neocolonial” sobre países en “vías de desarrollo” – antes denominados “subdesarrollados”, y después, para edulcorar y manipular relaciones, denominados “emergentes” -, aunque por supuesto no se piensa en la proyección geoeconómica, geopolítica, como tampoco en establecer un acercamiento en momentos de transición tecnológica y también energética.

En lo personal, pienso que cualquier acuerdo – tendrá ganancias, y de las otras, de ambos lados, pero lo importante es saber cuánto pierde el Mercosur – pautará un crecimiento tímido, y seguiremos con los famosos foros de diálogos – acompañados con un buen scotch – más allá que, la Unión Europea, pretende tener influencia y poderío en nuestro continente porque la penetración de China, en materia económica, la convirtió en socio cinco estrellas.  

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