¿Queriendo «botijear” al presidente?
J. M. Llantada
No es bueno atribuir intenciones, Y en todo caso, las mismas deben presumirse positivas. No obstante, la carta pública al Presidente del Dr. Pedro Bordaberry transita tardíamente por lo obvio; destaca lo que ya todos saben que ha hecho este presidente joven, aguerrido y sereno; que, con la libertad como norte y la prudencia como norma, ha llevado ejemplarmente el timón en una crisis mundial que golpeó duramente al país, a quince días de asumir el gobierno.
Al pasar, Bordaberry critica los cuadros de Argimón, habla de los salarios de Salto Grande sin conocer que la nómina de CTM, pasó de U$S 19,8 millones en 2.017, con una reducción excepcional por las limitaciones de la pandemia a U$S 17,2 en 2.020, y ahora tiene una previsión de U$S 19,1 para 2.021, (la más baja de los últimos 5 años).
Recordemos que Luis Lacalle Pou estuvo solo cuando las papas quemaban y el aceite de la sartén estaba prendido fuego, y no necesita ahora auxilio de “bomberos literarios” tardíos.
Ahora; cuando el horizonte se despeja, los motores empiezan a ganar potencia, y a fuerza de vacunas y disciplina de libertad responsable, el Uruguay “puntea” hacia la recuperación, (que será vigorosa, como la de 2.003/4), no tiene caso venir a proponer recetas; y a hacer reflexiones futbolísticas, comentando la salida de ministros incompetentes, (del Partido Colorado), que por añadidura la ciudadanía celebra como gestos de firmeza presidencial.
Decía que no es bueno atribuir intenciones; pero cualquiera diría que al presidente lo quisieron “botijiar” por carta.
Es verdad que es joven, que no “se la cree”, que tiene un estilo sencillo, pero es también quién durante 10 años se preparó concienzudamente para ganar la presidencia, empezando por ganar dos veces la interna de su partido, negoció y formó una coalición republicana y democrática, capaz de enfrentar y derrotar a la coalición de las izquierdas y luego, puesto a bailar “con la más fea”, no solo no dio un solo paso en falso, sino que hizo parecer, (la marca de los campeones), que era sencillo.
No creo que el presidente necesite consejos epistolares públicos: es más, creo que quien renunció el liderazgo de su partido en el momento más difícil, no debiera practicar ese tipo de literatura.