Política nacional

Respetar pronunciamiento popular

Marcelo Gioscia

En las pasadas elecciones nacionales, ninguno de los plebiscitos puestos en consideración de la ciudadanía obtuvo su aprobación, ese pronunciamiento debe ser respetado, ya que supuso una expresión de voluntad. De ambas consultas, la que sin lugar a dudas resultó más significativa -por todos los efectos y las consecuencias económicas, financieras y políticas que hubiera tenido- fue  la que planteaba la reforma de la seguridad social.

Esta consulta, a la que se llega por aplicación de un instituto de ejercicio de democracia directa, previsto en nuestra Constitución como es el plebiscito, promovida por el PITCNT, en forma por demás demagógica, sin explicar fehacientemente la norma que se pretendía reformar, recibió el rechazo del sesenta por ciento de los habilitados a votar. Sin embargo desde el mismo domingo, quien preside ese Plenario, se manifestó a favor de persistir en la derogación de la ley, por razones clasistas e ideológicas, ya que entre otras cosas, no admite que las AFAPS sigan “lucrando” con los aportes de los trabajadores (y por eso se proponía eliminarlas, cuando durante los quince años de gobiernos frentistas las mantuvieron), pero lo que resulta preocupante, es que su candidato presidencial -que busca a como de lugar, el cuarto gobierno de su fuerza política- siga insistiendo en la “necesidad de un diálogo social” con aquellos que no alcanzaron a derogarla por ese mecanismo. Tal vez su posición “dialoguista” obedezca a un interés personal, ya que dentro de los que votaron el SI de la papeleta blanca, existen potenciales votantes a su favor en el balotaje del 24 de Noviembre. Insistir en esa derogación, cuando ya se pronunció el Cuerpo Electoral en forma libérrima, supone seguir sembrando una peligrosa semilla que –como ya ocurrió con la Ley de Caducidad en su momento- augura una posible derogación, si llega a triunfar en el balotaje, que atenta contra la voluntad soberana ya expresada en este caso. Perteneciendo a la fuerza política que se atrevió a desconocer dos plebiscitos contra aquella Ley (superando en arbitrariedad a los propios militares golpistas, que sin embargo, respetaron el NO expresado en las urnas por la ciudadanía, ante la reforma constitucional que nos quisieron imponer en 1980) la posibilidad existe. Debemos estar más que atentos. Ya que a nuestro leal entender, estos “diálogos sociales” no pretenden otra cosa que abonar el terreno de una derogación, que felizmente no se logró en la pasada consulta popular. Hubiera sido un verdadero caos, y nuestro país se hubiera visto inmerso en un torbellino de inconvenientes de todo tipo, que hubiera puesto en juego no sólo la estabilidad del sistema previsional, sino hasta el propio grado inversor de nuestro país, dentro de las finanzas internacionales. Por este motivo entre otros, la opción que tomemos en el balotaje, por una u otra fórmula, no resulta menor, va mucho más allá de los propios candidatos, supone optar entre dos sistemas muy diversos entre sí, que conducirán los destinos de nuestro país en los próximos cinco años. Nuevamente, el Cuerpo Electoral sabrá inclinar su balanza en favor de quien representa un gobierno que ha sabido tomar acertadas decisiones, auténticamente en favor de la gente, sin mezquinos cálculos electorales, apostando a la “libertad responsable” y al cuidado de las finanzas públicas, sin descuidar los planes de asistencia social, salud y vivienda;  ni menos, lo destinado a las necesarias obras públicas de infraestructura, en todo el territorio nacional, y que hacía años se reclamaban. Se tendrá que optar entre, un sistema liberal, republicano y democrático, que apunta al desarrollo individual basado en el trabajo, frente a una opción de tipo populista colectivista, donde los gremios pretenden imponer criterios de “distribución igualitaria”, que sólo han generado pobreza, racionamiento y dependencia del Estado, donde infelizmente se han aplicado. Mucho es lo que está en juego.     

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