Tomás Berreta: Responsabilidad en el gobierno y el retorno del batllismo
Miguel Lagrotta
Si tratamos de definir a un “gobierno responsable” debemos avanzar en la idea de que los gobernantes creen ser responsables ante la gente que gobiernan y por sobretodo ponen los intereses del pueblo por encima de los propios. Esta responsabilidad se logra de diferentes maneras, puede provenir de la educación, la moral, de la ética. Finalmente la preocupación por el pueblo debe estar garantizada y controlada por el principio de legalidad y por las elecciones que garantizan la voluntad popular y la rotación de opciones de gobierno. Cuando el derecho al voto se generalizó y pasó a incluir a más clases sociales e incluso a individuos sin propiedades, a las mujeres y a las minorías étnicas y raciales, las religiones y voluntades personales pasaron a un segundo plano. Estamos en el inicio del siglo XX.
A comienzos de la época Moderna, la construcción de los Estados Nacionales europeos iniciaron una serie de proyectos tendientes a la construcción de un Estado centralizado y fuerte que pudiese homogeneizar la administración en todo el territorio y alcanzara más allá de la legalidad su legitimidad. Estos intentos comenzaron a finales del siglo XV y evolucionaros hasta finales del siglo XVII. Las teorías de la soberanía del Estado parten de los escritos de Hugo Grocio y Thomas Hobbes que sostenía que el soberano no era Dios sino el monarca. Pero las ideas por sí solas no son suficientes para dar origen a una democracia liberal. Solo se pudo concretar cuando se pudo hacer cumplir la Ley.
El Uruguay de la posguerra lo podemos definir como el vaivén entre el “Uruguay próspero” y su crisis y lo podemos ubicar entre los años 1946 y 1964. En la década que transcurre entre 1945 y 1955 el Uruguay alcanzó el mayor desarrollo industrial en el marco de lo que se denomina economía de “crecimiento hacia afuera” una etapa de crecimiento acelerado que desde el punto de vista socio-político se ha denominado el “Uruguay feliz”. Nuestro país sobrevive a la Segunda Guerra Mundial con “importantes reservas en monedas extranjeras, un nivel de vida en ascenso y con sus líderes políticos llenos de confianza en el país y en el futuro”. El objetivo político era, si se puede, construir una democracia perfecta. Es el período del retorno del batllismo al poder, denominado neobatllismo el cual concibe la industrialización por sustitución de importaciones como el factor que permitiría logra la democracia perfecta y el gobierno responsable equiparando con ellos el progreso, la justicia social y el orden bajo la protección del dirigismo estatal. Esto tenía un claro objetivo en la búsqueda del bienestar de la sociedad con un amplio crecimiento de las clases medias con la felicidad del crecimiento en paz. En el Partido Colorado Batllista la interna, como siempre, era compleja. La sanción del proyecto de reforma constitucional colegiada no contó con la aprobación de todos los dirigentes. Las internas de 1946 mostraron una gran preferencia por la formula Tomás Berreta-Luis Batlle Berres venciendo con luz a César Batlle y Antonio Rubio. Las elecciones tuvieron lugar el último domingo de noviembre de 1946 triunfando la formula mencionada, le siguió el Partido Nacional Herrerista y quedó claro que habría que realizar alianzas partidarias o incluso interpartidarias para poder gobernar debido a que no existían las suficientes mayorías parlamentarias.
El programa batllista era claro: democracia, libertad, progreso, justicia social, Estado dirigista con matices asistencialistas dentro de un Estado de bienestar y responsabilidad de gobierno. El desarrollo de la economía sería agroindustrial y en el desarrollo de las industrias manufactureras. Don Tomás Berreta creía firmemente que logrados esos objetivos programáticos las diferencias sociales no tendrían sentido y por extensión no existiría la lucha de clases. En el marco naciente de la guerra fría esta loable intención dará origen a un profundo anticomunismo y un viraje lento pero irreversible a una visión conservadora del batllismo.
Antes de asumir Tomás Berreta viajó a los Estados Unidos respondiendo a la invitación cursada por el presidente Harry S. Truman volviendo con un gran aporte de maquinarias agrícolas para el desarrollo previsto de las agroindustras. La inflación acompaño el inicio del gobierno de Berreta y sus medidas fueron el aumento del control del abastecimiento de los productos de primera necesidad y la intervención de la fijación de precios mediante el Consejo Nacional de Subsistencias que se crea en 1947. Para complicar más la situación los convenios salariales firmados durante la administración de Amézaga comienza a finalizar y Berreta no tuvo, por la necesidades de la realidad económica, la misma generosidad. No olvidemos del avance del temor comunista y el macartismo incipiente en los Estados Unidos que influía a todos sus aliados. Ante el exceso sindical Berreta aplicó “mano dura” desde la legalidad. En el mes de abril se desarrolla una huelga en la construcción, otra en el puerto, seguida por los ferrocarriles y según algunos medios de prensa se había reforzados las guarniciones policiales de Montevideo. Explicando a la opinión publica la responsabilidad del gobierno y la aplicación de la Ley Berreta determina la detención de obreros y dirigentes de gremios afectados en las huelgas argumentando que el Código Penal consideraba delito la paralización de los servicios públicos y en forma paralela envía al Parlamento tres proyectos de Ley: 1) creación de tribunales de conciliación y arbitraje para conflictos laborales, 2) prohibición de huelga de empleados y obreros de los servicios públicos y 3) la reglamentación sindical. La respuesta a estos proyectos fue la declaración de huelga general por la UGT, Unión General de Trabajadores, de tendencia mayoritariamente comunista. La Guerra Fría se desarrolló en la Avenida 18 de Julio cuando la Policía quitó a los manifestantes las banderas de la URSS y de la República Española.
Durante el mes de abril comienza a filtrase la información de la mala salud de Tomás Berreta y la renuncia del Ministro de Hacienda, Dr. Héctor Alvarez Cina que fue sustituído por el connotado batllista Ledo Arroyo Torres. El nuevo ministro concurre al Parlamento y expone los principales problemas económicos del Uruguay en ese momento:
1) El bloqueo en Londres de 17 millones de libras esterlinas, 2) aumento desmesurado de la importaciones pero justificada por la rnovación del parque industrial y 3) la euforia económica que era imprescindible controlar. Comienzan las negociaciones con Londres para desbloquear los pagos de alimentos y suminstros enviados por nuestro país durante la Segunda Guerra Mundial mediante la compra de las empresas de servicios públicos inglesas todavía funcionando en nuestro país y en forma paralela unos convenios que incluía carbón y carnes. Se estaban cumpliendo posturas del primer batllismo en otro contexto mundial y en otra realidad. Desde julio de 1947 Berreta gobernaba desde la cama y la situación mudial se radicalizaba. La “cortina de acero” prevista por Churchill en Fulton cae en Uruguay paralelamente con el fallecimiento de Tomás Berreta el 2 de agosto de 1947. Era la hora de Luis Batlle y el retorno del batllismo al poder.
Como conclusión el propio Tomás Berreta define la soberanía del pueblo para el batllismo.
«El ejemplo tan grande como la historia quería que fuera, en las masas proletarias reclamando su jornada mínima de ocho horas, que determinó en la gloriosa Francia cruentas luchas y en la democracia del Norte, en la Patria de Washington, de Lincoln y Roosevelt, costó ríos de sangre, en nuestro Uruguay fue el gobernante vidente de 1911, Batlle y Ordóñez, que desde los balcones de la vieja casa de Gobierno, anticipándose a los sucesos les decía a las multitudes obreras de los comercios y empleados de las industrias que desfilaban por las calles de la ciudad «organizáos, que vuestro reclamo será escuchado» lo que entonces no fue comprendido por algunos y fue en cambio considerado como un atentado del gobernante a la libertad de trabajo, fue lo que impidió que corriera sangre de esforzados trabajadores como en Nueva York y en otras partes del mundo de más avanzada civilización, entonces, que la nuestra. La Ley firmemente auspiciada por le nombrado gobernante del pueblo, llevó a todos los hogares proletarios un poco más de justicia y una llamarada de esperanza hacia un futuro más venturoso para la gran masa obrera del músculo y del intelecto. 1ro. de mayo y 8 horas fueron las conquistas legales de nuestro pueblo obtenidas sin violencias: ese es el minuto de la historia que nada ni nadie altera ni modifica, animado de un gran corazón que iluminó aquel estadista que se llamó Batlle. Desde lo alto contribuyó a estructurar la democracia que el motín destruyó. Como los obreros de 1911, como los cruzados de todas las democracias nuestro pensamiento se eleva hacia una única consideración: Por nueva constitución y leyes democráticas emanadas de asamblea, que signifiquen el fiel reflejo de la voluntad soberana del pueblo» Tomás Berreta en la etapa final del retorno del batllismo al poder luego del terrismo y baldomirismo.
Ver: Cigluiti, Carlos Walter. Vida de don Tomás Berreta. Edición del Autor, Canelones, 1975. Página 128 y Ss.