Historia

Un populismo que se resiste a morir…

Jorge Nelson Chagas

“En vista de la lamentable humillación, hasta los peronistas dudan de que él vaya a intentar en alguna otra oportunidad regresar a la Argentina; la mayoría está de acuerdo en que Perón ha hecho explotar el ‘mito de Perón’ de una vez para siempre”, expresaba un artículo de la revista Times del 12 de diciembre de 1964.   

En esos días la Operación Retorno que pretendía traer a Perón de su exilio había fracasado de manera estrepitosa. Perón ni siquiera pudo pisar territorio argentino y fue enviado de vuelta  a España. Para colmo de males el poderoso dirigente de la UOM, Augusto Timoteo Vandor, comenzó a hablar de un “peronismo sin Perón” quebrando el verticalismo del movimiento. Los días de gloria del líder parecían haber terminado.

Sin embargo…

Acaso una de las características más fascinantes del peronismo es su capacidad de metamorfosis. Hacia mediados de los sesenta Perón giró tácticamente – aunque no estratégicamente – hacia la izquierda y captó la adhesión  de miles de jóvenes seducidos por la Revolución Cubana. Logró conjurar la escisión vandorista y acorraló al régimen militar en gran medida  por la acción de las “formaciones especiales” (léase Montoneros) Oportunamente, ya en el poder, volvió a girar hacia la derecha.

Tras el triunfo de Raúl Alfonsín, no pocos pensaron que el peronismo derrotado en las urnas estaba agonizando. Pero, apareció Carlos Menem y si bien en un principio no estaba del todo claro que rumbo tomaría  pronto se alineó con el credo neoliberal y se mantuvo diez años en el poder.  Y si no volvió a la Presidencia en el año 2003 fue por la división del peronismo – impulsada por Eduardo Duhalde – que benefició a Néstor Kirchner.

Sostener que los Kirchner son progresistas es un absurdo. Durante la dictadura militar se dedicaron a hacer plata y luego, fueron celosos defensores del menemismo. Pero en 2003 soplaban otros vientos e hicieron un astuto giro hacia la izquierda ayudados por un contexto regional favorable (Vázquez en Uruguay, Lula en Brasil, Chávez en Venezuela).

Y bien. A esta altura ya deberíamos comprender que el populismo argentino es, en realidad, un recipiente vacío al cual se le pone y se le saca diferentes brebajes ideológicos según la época y la  conveniencia de su líder de turno.  Ese es uno de los motivos – no el único – por el cual sobrevive pese a todo.

Pese a la notoria perplejidad de la legión de periodistas anti-K que no atinan a comprender que pasó, Massa no es un milagro. No hay nada sobrenatural en su hazaña  No hizo magia. Es un político ducho, inteligente y tenaz que supo delinear una campaña exitosa pese a la pesada mochila – léase economía – que carga.

Hace unos días conversando con un buen amigo le decía que no comprendía porqué Milei luego de las PASO no les hablaba a los argentinos como un estadista serio, responsable y equilibrado. Y este amigo me decía que yo pensaba como uruguayo y tenía que ver las cosas con  ojos argentinos. Milei, por su propia patología, no pudo hacer lo que la lógica indicaba: actuar como el futuro presidente. Además, gente de su entorno comenzó a decir sandeces: desde una normativa para renunciar a la paternidad  hasta ¡romper relaciones con el Vaticano!

Si Massa llega a derrotar a Milei en el balotaje el peronismo tendrá un nuevo líder. Por asombroso que parezca puede significar el fin del kirschenerismo y el inicio del massismo, una corriente de centroderecha peronista que hará el inevitable ajuste económico. O sea, habrá un nuevo giro ideológico.

Recemos por Argentina

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