Uruguay laico, ayer, hoy y siempre
Daniel Manduré
La república laica, tolerante, respetuosa, la que ofrece garantías para todos y otorga las más amplias libertades.
La que defiende a ultranza la libertad religiosa, la que desde nuestra propia carta magna en su art. 5to nos habla que “…todos los cultos religiosos son libres en el Uruguay…” con la misma claridad menciona que: “…el Estado no profesa religión alguna”. El que se para firme al momento de defender las libertades religiosas de sus ciudadanos y que con la misma firmeza combate cualquier reacción adversa que intente violar, en cualquiera de sus formas, ese principio para nosotros fundamental, como es la laicidad.
Cada tanto el debate sobre la laicidad se renueva. Batlle y Ordòñez tuvo mucho que ver en ese debate filosófico y de ideas. Que se inició antes de Batlle cuando durante la presidencia de Berro un cura se negó a enterrar a un ciudadano por diferir con sus ideas, por considerarlo masòn. Arduo debate que termina con el destierro de Jacinto Vera. Donde además se procede a la secularización de los cementerios.
Debates que se prolongaron en el tiempo con el retiro de crucifijos en hospitales públicos, supresión de la enseñanza católica en escuelas públicas o la ley de divorcio.
Tiempo después buena parte de esos debates quedan saldados, por lo menos en parte, cuando se introduce sabiamente en la Constitución de 1917 la separación de Iglesia y Estado.
Ni el dogma que impone la religión ni el dogma anticlerical. Tolerancia y libertad.
Libertad no es imponer, libertad es poder elegir, con un estado neutral velando por esa libertad. Las cicatrices deberían estar cerradas, aunque sabemos que aún no lo están.
Sin ver fantasmas donde no los hay, pero sin la ingenuidad de creer que los detractores de la laicidad bajaron los brazos. Siempre alertas para defenderla
Hoy la religión católica celebra la beatificación del obispo Jacinto Vera, un día importante para quienes profesan esa religión.
Desde veredas diferentes va un saludo respetuoso de este ciudadano agnóstico y tolerante hacia quienes con todo derecho comulgan con esa religión.
Festejen lo que deban festejar, bienvenido sea, que el estado laico es garantía de ello.