Historia

Y asi ocurrieron los hechos…

Jorge Nelson Chagas

El año que viene se cumplirá medio siglo de la instauración de la dictadura cívico- militar en Uruguay y es bueno recordar un momento clave de la misma.

Desde fines de 1975, cuando se acercaba el calendario electoral, los mandos militares le solicitaron al presidente de facto Juan María Bordaberry definiciones concretas sobre la cuestión institucional. Tras mucho meditar Bordaberry decidió dejar atrás su desprecio por la clase política y consideró de vital importancia institucionalizar el “proceso” por la vía electoral. Los mandos militares también consideraron que la situación estaba madura para consultar a la ciudadanía y contar con su apoyo explícito a la nueva situación. Así, el último día de noviembre de 1976, se realizó una consulta electoral que incluyó una reforma constitucional (con la incorporación del COSENA al Poder Ejecutivo).

En aquella elección participó el Partido Colorado, una fracción herrerista del Partido Nacional y la Unión Radical Cristiana. El wilsonismo – que tenía a su principal líder exiliado – llamó a la abstención. Los grupos marxistas siguieron proscriptos y el PDC dejó a sus adherentes en libertad de acción. Resultó electo Jorge Pacheco Areco, que se había desempeñado como embajador en España, ratificándose su condición de líder mayoritario del Partido Colorado. A diferencia de Argentina, Chile o Brasil, Uruguay se encaminó por su propio sendero de normalización democrática. Bordaberry se retiró de la vida política y expresó que en definitiva “sería la historia la que juzgaría su proceder”

El segundo gobierno de Pacheco Areco 1977-1981 fue bastante diferente del anterior. Para empezar casi no tuvo conflictos con el Parlamento – integrado por las fracciones coloradas y una parte del herrerismo – y nunca se vio forzado a aplicar las Medidas Prontas de Seguridad. La izquierda estaba muy golpeada, muy especialmente el Partido Comunista tras la durísima represión de octubre de 1975- marzo de 1976. Por tanto,  la conflictividad sindical como la estudiantil fueron casi nulas. Desde el exterior Ferreira Aldunate se convirtió en un ácido censor de esta “democracia coja”, como se la denominó.  Y si bien Pacheco prácticamente debió cogobernar con los militares tuvo la astucia de estar en permanente contacto con la ciudadanía evitando aislarse y no perder su autonomía en las decisiones. “No se despegue del pueblo”, fue uno de los consejos de un cercano colaborador. Una de las situaciones más difíciles que tuvo que afrontar fue en el invierno de 1978 cuando un grupo de oficiales del Ejército –que publicaron el períodico clandestino El Talero- se opusieron al Comandante en Jefe, general Gregorio Álvarez. Pacheco apoyó al general Álvarez  y se logró desarticular esta conspiración. En el año 1981- estando el general Juan Vicente Queirolo en la Comandancia-  el caso de Juan Américo Soca, que realizaba negocios de colocación de dinero con varios jerarcas militares, también sacudió la interna del Ejército. Pacheco apoyó al general Queirolo en la investigación del asunto y en el pase a retiro obligatorio de los oficiales involucrados en el escándalo (todos de la línea dura)    

En otro plano el segundo gobierno de Pacheco continuó con la línea de apertura económica iniciada por el Ingeniero Alejandro Vegh Villegas pero sin renunciar totalmente a la acción del Estado. El apoyo de los técnicos de la 15 fue esencial para trazar esta estrategia que hacia 1979-1980 logró una recuperación económica tras soportar la crisis del petróleo de 1974.

Sin embargo, dentro del Partido Colorado había movimientos para lograr una democracia plena. Julio María Sanguinetti que integró el gabinete de Pacheco, como ministro de Trabajo, sintonizó con este sentir. Su candidatura presidencial – ante el repliegue táctico de Jorge Batlle – representó una suerte de “baldomirismo”, con un discurso moderado pero claramente centrado en terminar con la “democracia coja.”  En las elecciones de 1981 la 15 recuperó la mayoría del Partido Colorado. No pocos analistas sostienen que muchos wilsonistas fueron seducidos por el discurso aperturista de Sanguinetti y esta diferencia fue la que le permitió derrotar al pachequismo. El general Líber Seregni, desde la prisión, llamó a votar en blanco.

Julio María Sanguinetti asumió el 1º. de marzo de 1982 y tuvo que lidiar con el comienzo de una crisis económica aguda agravada por la Guerra de las Malvinas y la ruptura de la “tablita”. Además en la interna militar había oficiales con mando de tropa que no estaban nada conformes con la idea de ampliar la democracia por considerar que el peligro comunista estaba latente. Sin embargo, pese a estas dificultades, Sanguinetti logró establecer por canales privados una correspondencia con Ferreira Aldunate, comprendiendo que no se podía prescindir del líder nacionalista si se quería una democracia plena.

Lentamente, tras la aprobación de la ley de Asociaciones Profesionales, el movimiento sindical comenzó a reorganizarse. La creación del PIT y la celebración multitudinaria del 1º. De Mayo en 1983, así como la fundación de ASCEEP fueron síntomas que la “democracia coja” se estaba agotando. De todos modos, el Partido Colorado en su conjunto se negó decididamente a dar una amnistía a los tupamaros por considerar que no eran presos políticos. Aunque se produjeron liberaciones de dirigentes gremiales o presos que no hubieran cometidos delitos (asesinatos, robos o secuestros)  

Otro logro importante de Sanguinetti  fue la liberación del general Seregni el 19 de marzo de 1984. El discurso de Seregni desde el balcón de su casa, “Ni una consigna negativa compañeros”, marcó un antes y un después para la izquierda.  Resultó claro que Seregni estaba dispuesto a colaborar con Sanguinetti para la normalización definitiva del país.  En junio de 1984, asumió la Comandancia del Ejército, el general Hugo Medina, que apoyó sin titubeos los pasos democratizadores de Sanguinetti. Además el surgimiento de la CBI dinamizó al coloradismo y aumentó la presión democratizadora.

Finalmente, el 16 de junio de 1984, se produjo el regreso de Ferreira Aldunate, levantándose todos los cargos que pesaban contra él. Comprendiendo lo delicada que era la situación económica del país expresó públicamente que estaba dispuesto a darle la “gobernabilidad” a  Sanguinetti hasta las elecciones generales de  1986.  La legalización de los partidos marxistas en 1985 marcó otro hito. Hacia principios de 1986 el Frente Amplio se había recompuesto y muchos exiliados regresaron al país..

En las elecciones generales de noviembre de 1986 estuvo muy presente el tema de las violaciones de los Derechos Humanos en el período 1973-1976 y qué hacer con los tupamaros que continuaban presos pero, participaron todos los partidos políticos sin excepciones y resultó ganador…. EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEHHHHHHHHHH…

¡Nada de esto ocurrió! Todo lo narrado anteriormente en la literatura recibe el nombre de Ucronía y en el mundo de la historia, se le llama “historia-contrafáctica”. ¿Para qué diablos sirve? Muy sencillo: es un ejercicio para  alejarse del determinismo histórico. O sea la idea que los hechos ocurren como únicamente deben ocurrir. Nada más falso. La historia tiene casi infinitos caminos para transitar y no hay nada fijado de antemano.

Y bien. Comprendiendo esto, podemos analizar y entender mejor porqué los hechos ocurrieron como realmente ocurrieron.

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