¿Y los hijos de los antivacuna?
Las2orillas; Bogotá, Colombia
Hugo Machín Fajardo
Por el momento dejemos de lado el daño que esta organización está haciéndole a sus connacionales al militar contra la inmunidad de rebaño, como ocurre en Israel, donde de 9,3 millones de habitantes y poco más de 6.000 muertes desde que comenzó la pandemia, hay un millón de ciudadanos que se niegan a recibir la vacuna. En ese caso, los antivacuna podrían adquirir la inmunidad gracias al resto de la sociedad israelí, ya que el país sería el primero en lograrla.
Once países europeos ya han resuelto la posible desprotección infantil al hacerla obligatoria, pero los antivacuna forman legión en Estados Unidos, donde una reciente encuesta determinó que la mitad de los votantes republicanos —35 millones aproximadamente— manifestó no querer recibir la vacuna anti-COVID-19. Este movimiento es numeroso en Alemania, Francia, con un 50% de vacunofóbicos; Italia con un 30% aproximadamente, España, entre un 5 y 7%. Son países donde sistemáticamente realizan movidas callejeras contra las medidas restrictivas a la movilidad y/o contra las vacunas. «El virus no existe» (sic) podía leerse en una de las pancartas españolas.
Una encuesta mundial de la publicación mensual Medicina Natural presentada en junio de 2020 sobre la posible aceptación de una vacuna COVID-19, fue realizada a 13,426 personas en 19 países que representaron una muestra aleatoria de alrededor del 55% de la población mundial, ofrece pistas del contexto cuando aún no había vacuna.
De los encuestados, el 71.5% de los participantes informó que sería muy o algo probable que tomaran la vacuna, y un 48.1% respondió que aceptarían la recomendación de su empleador de hacerlo. Las diferencias en las tasas de aceptación oscilaron entre casi el 90% (en China) y menos del 55% (en Rusia). Los encuestados que informaron niveles más altos de confianza en la información de fuentes gubernamentales tenían más probabilidades de aceptar una vacuna.
Son millones de menores a merced de sus padres que, han tomado una decisión similar al suicidio colectivo, pero como ocurre en tantos ámbitos de la vida infantil, imponen su creencia a los hijos, condenándolos a un riesgo que puede terminar en un CTI. Es el regreso al siglo xix y a los dieciocho anteriores, en que niños y niñas no eran considerados sujetos de derecho. Es también una prueba de que, por más tratados, convenciones y organismos que establezcan y vigilen el cumplimento de los derechos humanos de la infancia, los pequeños siguen siendo los desprotegidos sin voz de nuestro tiempo.
En España, la justicia puede imponer la vacunación «haciendo prevalecer el interés del menor», delimitando el ejercicio de la patria potestad de sus representantes. No solo se limita la capacidad de decisión de los padres, sino también la del propio menor acerca de ser o no vacunado. La sentencia 141/2000 del Tribunal Constitucional español establece que la tutela y la protección de los derechos fundamentales corresponde «no solo a aquellos que ostentan la patria potestad sino a los poderes públicos». Un dato de 2018 consigna que un 3 % de la población infantil española, que en términos absolutos suponen entre 80.000 y 150.000 menores, no estaban vacunados porque sus padres decidieron no vacunarlos.
En 11 países europeos existe al menos una vacuna obligatoria para menores de 18 meses de edad: Bélgica, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Francia, Grecia, Hungría, Italia, Letonia, Polonia y República Checa, según datos de 2018 de la Revista Italiana de Pediatría. De acuerdo a esta publicación, pese a los planes de eliminación del sarampión, los brotes registrados en Europa tienen en muchos casos su origen al rechazo de la vacuna por razones ideológicas.
En México, en setiembre de 2020, el Senado aprobó por 103 votos y tres abstenciones el decreto que reforma la ley de infancia y estableció la obligatoriedad de la vacunación.
En Brasil, el médico más famoso del país por su labor de divulgación en medios de comunicación, Drauzio Varella, quien desarrolla una labor de concientización acerca del VIH, se cambió últimamente para contrarrestar la prédica irracional de los antivacuna: «el discurso antivacunas es como inducir al suicidio colectivo» sostiene, y su preocupación está respaldada por las alarmantes cifras de disminución de vacunación infantil. «Por primera vez en 25 años, Brasil, un referente mundial en materia de vacunación, no ha alcanzado la meta de inmunización infantil en ninguna vacuna del calendario público en 2019 y la pandemia del coronavirus amenaza con reducir todavía más la cobertura vacunal» informa La Vanguardia de Barcelona. Es la tasa más baja en 25 años.
El presidente Jair Bolsonaro, sostiene que «nadie puede obligar a nadie a vacunarse», en momentos en los que el país ha invertido millones en la vacuna contra el virus. Meses antes había dicho que quien se vacunara corría riesgo de «convertirse en yacaré». No obstante días atrás su madre recibió la primera dosis, pero los efectos negativos de la opinión presidencial son incalculables.
La Organización Mundial de la Salud advirtió en julio pasado que en 2019 casi 14 millones de niños en el mundo no recibieron vacunas que salvan vidas, como la del sarampión y la DTP3.
«La mayoría de estos niños viven en África y es probable que no tengan acceso a otros servicios de salud. Dos tercios de ellos se concentran en 10 países de ingreso mediano y bajo: Angola, Brasil, Etiopía, Filipinas, India, Indonesia, México, Nigeria, Pakistán y República Democrática del Congo».
La llamada «madre de la vacuna Pfizer», la científica húngara Katalina Karikó, dice estar «ansiosa» porque pueda llegar a fabricarse una vacuna infantil para inmunizar a su nieta, quien estaba en el seno materno cuando la madre se contagió de COVID-19.
Una encuesta conocida a fines de enero 2021 en Colombia reveló que un 40.1 de los colombianos —20 millones de habitantes— dice no querer recibir la vacuna. En diciembre de 2020 ese porcentaje era mayor: 44, 2%. El avance de la campaña de vacunación hace suponer que el porcentaje de personas antivacuna siga a la baja.
En Argentina la Fundación Bunge y Born reveló en 2019 «los datos de una muestra representativa a todo el país que permitió analizar la importancia, la seguridad y la eficacia de las vacunas, y los obstáculos por los que parte de la población no puede acceder». El 13% de los argentinos no se vacuna o no logró hacer vacunar a los menores a su cargo, un 96% cree que las dosis «son seguras».
«Este 13% hace que las tasas de inmunización no sean altas. Uno debe lograr que un 95 o 97 por ciento de la población tanto infantil como adulta reciba las vacunas que corresponde para garantizar la salud. A más porcentaje de cobertura, más gente protegida, ya que no tiene de quién contagiarse porque los virus y las bacterias no circulan» explica el médico pediatra especializado en infectología, Roberto Debagg.
En Uruguay el derrumbe de la posición antivacuna es alentador. Aquellos que manifestaban resistencia a vacunarse eran muchos en enero (43%), pero esta proporción ha caído fuertemente en los tres últimos meses. Al terminar marzo, representa el 12% de la población, unos 408.000 ciudadanos, según informe de Equipos Consultores dado a conocer el 31 de marzo de 2021.
El doctor Nadav Davidovitch, director de la asociación de médicos del servicio público de salud de Israel quien fue epidemiólogo de las fuerzas armadas, cuenta que el 90% de los reclutas israelíes no querían vacunarse cuando se enrolaron y terminaron aceptando al ser educados sobre el tema. «No es buena idea obligar a la gente» sostuvo, la mejor opción es educar.