La Interna Colorada: Convicción y responsabilidad
Daniel Manduré
Se acercan momentos de definiciones, en tiempos trascendentes para la república. Los partidos políticos vienen definiendo quienes serán sus candidatos en la próxima contienda electoral interna.
Dentro de ellas, la del Partido Colorado. Un partido que, con su riquísima historia, con esa vasta experiencia en materia de gestión, un partido nacido para gobernar pero que no viene atravesando, sería ilógico no reconocerlo, desde ya hace unos cuantos años un buen momento. Un partido, que cuando todo parecía que se venía acomodando y una luz se asomaba al final del camino, recibía un nuevo revés. Con Bordaberry dedicado a otros menesteres y del que parece, lamentablemente, no habrá retorno y con la aparición de Talvi que llevó a muchos a volver a creer, pero que fue tan fugaz como decepcionante.
Un partido atravesando un proceso de renovación, que presenta a varios precandidatos. Aparecen hoy cinco o seis que van a competir internamente por conducir el partido de Rivera, Joaquín Suárez, Arena, Brum y Batlle, con todo el peso y la responsabilidad que ello significa.
Un desafío grande, en un momento difícil. Donde los ciudadanos deberán elegir entre sus hombres quien está en mejores condiciones de representar los principios de nuestra colectividad y a través de ellos brindarle a nuestra sociedad lo que ella necesita. Pero también tener en cuenta que en esa elección interna se está decidiendo a quien tenga las mejores condiciones de liderazgo para conducir el partido que, en el caso del Partido Colorado fue el constructor de la república.
Se presentan, hasta el momento, como decíamos, cinco o seis. No sabemos si todos ellos se mantendrán en carrera o si producto de acuerdos o alianzas terminan siendo menos. O si algún nuevo candidato acrecentará la oferta electoral.
Lo cierto que todos ellos tienen derecho, la libertad y méritos para hacerlo. Todos conscientes de la realidad que vive en partido. También es cierto, hay que decirlo, que no todos posen las mismas credenciales, algunos con mayor experiencia que otros, con mayor gestión que mostrar y también de personalidades diferentes al momento de elegir al conductor, a quien lidere nuestra colectividad. Tema este último, nada menor, por cierto.
Debemos elegir bien, aprender de los errores del pasado, no estamos para experimentos ni aventuras. De entre los prestigiosos nombres que se puedan presentar al que mejor represente los principios batllistas, al que consideremos que mejor interprete lo que el partido necesita para volcarlo al servicio de las necesidades del país.
Experiencia y renovación es lo que exigen estos nuevos tiempos, pero a no confundirse, ni la experiencia la dan los años ni la renovación la brinda la juventud en exclusividad. Es un tema de mentalidad, capacidad e imaginación para saber interpretar lo que se necesita.
En 1919 Max Weber a partir de una famosa conferencia se refería a la política como vocación y hacía referencia a lo que denominó la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Parecería a simple vista una disyuntiva entre la fidelidad a los principios y por otro lado ese llamado a hacer lo que hay que hacer, con una buena dosis de sentido común y razonabilidad.
Pero lo que a simple vista pueden aparecer como posturas opuestas o hasta contradictorias, no lo son. Una no está divorciada de la otra, ambas pueden caminar juntas. Ni unos por hablar de la ética de la convicción son unos fundamentalistas de la moralidad, ni los otros por hablar de la ética de la responsabilidad son unos inescrupulosos que abandonan los principios.
Ni la ética de la convicción significa ausencia de responsabilidad, ni la ética de la responsabilidad significa abandonar principios.
En la justa medida de ambas está la cuestión: hacer lo que hay que hacer sin abandonar principios. Allí debe estar parado con firmeza el Partido Colorado.
Con aciertos, con propuestas, con responsabilidad y con convicción allí ha estado el Partido Colorado, apoyando con lealtad a este gobierno de coalición republicana. Cuando hoy el mundo se mueve a través de los acuerdos entre partidos que permitan llevar adelante coaliciones que proporcionen gobernabilidad.
Corrigiendo errores que también se tuvieron y que con humildad y honestidad hay que reconocer para no repetir.
Debemos elegir bien.
Un candidato que lidere, que mejor represente los principios batllistas, aggiornado a los tiempos que corren. Que mejor interprete las necesidades del país y su gente. Con capacidad e imaginación. Con experiencia. Con propuestas sólidas. Con ideas nuevas, pero con los principios de siempre. Con una gestión que mostrar y que lo avale.
La historia nos respalda, somos el partido constructor de la república, lo voy a decir hasta el cansancio, el que hoy atraviesa un momento complicado pero que merece otra oportunidad. Somos el partido de las 8 horas, el de la creación de consejos de salarios y el de la ley de divorcio. Somos el partido de los derechos civiles de la mujer, que creó los liceos departamentales, el de la escuela de artes y oficios y el de la Universidad del Trabajo. El de la defensa a ultranza de la laicidad, pero el que garantiza la libertad religiosa. El de las pensiones a la vejez o por invalidez y el de la indemnización por accidentes de trabajo. El de la creación de los centros CAIF y el de las escuelas de tiempo completo. El partido que también delineó las principales plazas y parques, el que a través de los diferentes gobiernos departamentales construyo la rambla de montevideana.
El batllismo se encuentra en las acciones y decisiones que toman a diario la inmensa mayoría de los uruguayos, del gobernante y también del ciudadano de a pie. En el batllismo anida, en muchos aun sin saberlo, en el corazón de los uruguayos y aunque parezca irónico incluso en las acciones de sus detractores, de quienes muchas veces intentan, no con demasiada suerte, descalificarlo o desacreditarlo.
Se acercan momentos de definición, los colorados debemos elegir bien, de ello dependerá en buena medida, la suerte de la república.
Los colorados y batllistas lo podemos hacer mejor.