Argentina entre Escila y Caribdis
Ricardo J. Lombardo
Que la vida no es siempre una decisión entre lo bueno y lo malo, lo saben los seres humanos desde sus orígenes, a pesar de que las religiones y las doctrinas civilizadoras nos han incorporado a nuestra psiquis colectiva la idea del bien y el mal.
Que no todo es blanco o negro, lindo o feo, grande o chico, lo podemos comprobar a cada rato en nuestra vida cotidiana.
El espectro de alternativas es mucho más rico. Convivimos con una variedad de colores casi infinita, de tonalidades, matices.
Por eso, los seres humanos estamos a menudo enfrentados a tomar decisiones entre lo malo y lo menos malo.
Eso le está pasando a la Argentina en este proceso electoral tan determinante de su futuro.
Ya la mitología griega hablaba de dos monstruos marinos Escila y Caribdis, que habitan a ambos lados de un estrecho marino. Escila era un remolino de agua que absorbía las naves y Caribdis una enorme roca difícil de evitar sin estrellarse contra ella. Por esquivar a Escila los navegantes terminaban por darse contra Caribdis. La decisión que debían tomar los capitanes de los barcos era elegir entre el menor de los males.
Incluso en la Odisea se describe el desastre que padeció Ulises por tratar de evitar a Caribdis y toda su tripulación pereció absorbida por los dos monstruos al regresar de la guerra de Troya.
Hay quienes asocian esas descripciones al estrecho de Messina, pero otros creen que se trató solamente de un relato imaginario.
Lo cierto es que la expresión “entre Escila y Caribdis” fue incorporada a la cultura como aquellas situaciones en que es necesario optar entre dos males.
Nuestros hermanos argentinos, tienen ante sí dilucidar cuál es el menor de sus males en el próximo balotaje.
Por un lado, el continuismo de un régimen fallido y por otro la incertidumbre de un cambio radical lleno de incertezas, dudas y riesgos
Massa es el exponente de una estructura corporativista, antirrepublicana, corrupta, que ha llevado al país a un 150% de inflación anual, a la pobreza del 40% de la población, al estancamiento productivo, a la pérdida sistémica de valores.
Milei, un hombre sin antecedentes de gobierno ni experiencia política, levanta la bandera de un liberalismo económico extremo, con sus soles y sombras, y con propuestas a veces tan radicales como chocantes a las que da vida la imperiosa necesidad de cambio.
Las características del régimen de balotajes que se ha ido generalizando en las democracias occidentales para conseguir respaldos mayoritarios a los presidentes, termina forzando a simplificar la opción de los electores en una decisión binaria. Es blanco o negro. No hay lugar para los matices.
Muchos proclaman a viva voz su voluntad de abstenerse o votar en blanco porque no se sienten afines a ninguno de los dos candidatos, con lo cual dormirán tranquilos con sus consciencias, pero esquivarán cobardemente la decisión sublime de los ciudadanos de elegir a sus gobernantes.
Desde este lado del Río, uno no puede más que desearle al gran pueblo argentino salud y la sabiduría que siempre hay que asignarle por definición a las mayorías en una democracia.